miércoles, octubre 26, 2005

Medio Poeta.

Encandilado por las palabras
lo confieso.
¡Soy medio poeta¡
sólo medio poeta,
y no es fácil para mí
reconocerlo.

La mácula sentencia
Del tiempo sigiloso,
Me aterra.

Apreciar las cosas
A medias tintas,
Me aterra.

Sentir que la mitad
Del mundo apesta
Y que el resto
Es una mierda,
Me aterra.

En el horizonte próximo,
Visualizo la respuesta.
¡Sólo soy medio poeta¡
cómplice del ardor grotesco
y enamorado de la esquiva belleza.

Convivo a diario
Con estas dos grandes proezas,
pero estoy cansado
de tanta tormenta.
Lo reconozco.
¡Sólo soy medio poeta¡

Razón que me acerca
a medias certezas,
consuelo digno
de mediocres promesas,
nadie puede vivir
en paz siendo medio poeta

lunes, octubre 17, 2005

JAQUE A LA REINA. ( IV Parte Y FiNAL)

-¿Si quieres te puedes quedar en mi casa?

-mmm... no gracias.

-¿Yo duermo en el sillón si te incomoda?

-no seas tonto, eso no me incomoda, pero de todas formas no te preocupes, me voy al departamento de mi hermana.

-entonces te voy a dejar- pregunto resignado.

- ya, vamos.

Hermano tiene una monedita, pregunta un tipo a la salida del metro Unión Latinoamericana, le contesto que no tengo, pero Marina se acerca a él entregándole cien pesos. La observo, ella inevitablemente me produce esa rara sensación de ternura cuando comete estos actos de vana generosidad, ella me mira y me pregunta si pasa algo, le digo que no. Me toma del brazo, inmediatamente me desentiendo de él y cruzo mi brazo sobre sus hombros, atravesamos las calles lentamente, no conversamos de nada en particular, básicamente caminamos en silencio, observando las calles vacías, y el amanecer. El silencio es un lugar donde los dos nos sentimos cómodos.

- este el fin de velada.

- Sí .

-Bueno, entonces me llamas por teléfono.

- No Marina, yo no te volveré a llamar.

- ¡a que tonto!

Su rostro cambia ese aspecto de dulce tensión por la despedida de besos robados por una actitud de despecho. Yo sé que no es la mejor forma de terminar la noche, que la ofuscaría con mi declaración pero es lo único que puedo hacer para no sentirme traicionado. Las señales están ahí, sutiles, pero intensas en sus efectos, depende de mi dar el paso hacia delante, debo jugar las cartas de la gentileza, entregarme íntegramente a sus veleidades, unas palabras de candor y unos minutos más tarde estaré con Marina recostado en la alfombra del departamento de su hermana amándonos como en los tiempos idos. Por un segundo dudo de mi decisión, ¿por qué ignoro el deseo que me provoca su generoso cuerpo?, ¿Volveré a tener nuevamente la oportunidad compartir un tiempo intimo con ella?¿, ¿Cuál es el error?, ¿Por qué no entregarse sin dificultad?, ¿Sin dolor?, ¿Sin un pequeño drama doméstico?, Pero la jugada ya fue cantada, con duda y todo, estoy completamente seguro que es lo correcto, sucumbir a sus deseos sería una categórica derrota.

-no te volveré a llamar.

-¿por qué actúas así?

-¿así cómo?

-como un imbecil.

- ¿por qué te enojas?, Yo sólo dije que no te volvería a llamar por teléfono, pero eso no significa que no nos volveremos a ver.

-¿Por qué no quieres llamarme?

- es difícil de explicar.

-inténtalo.

- haber, mira… es qué… Realmente es complicado, otro día te explico con calma.

- pero qué... es lo tan complicado que tienes que decirme.

-Pero si es obvio.

-para mí no, Roberto.

-bueno, entonces llámame tu, porque yo no lo haré.

Vacilante, herida, se acerca, me besa la mejilla, da media vuelta y entra al departamento claramente indignada, la observo hasta que entra al ascensor, su despedida me hiere los brazos y el cuerpo, como cera candente que gotea de un cirio. Espero el microbus en la plaza Brasil, sus callejuelas están empapada por el rocío. De mi nariz se eleva el vaho tibio del aire exhalado, me siento cansado, satisfecho y confundido, arriba las personas que viajan conmigo, que vuelven o van, no se ven mejor que yo, sin duda he realizado una jugada arriesgada.

lunes, octubre 10, 2005

JAQUE A LA REINA (Tercera Parte)

Miro esas gorduras que se bambolean con los masajes de ese adefesio dark, aún no puedo develar si esos dos son una pareja hétero u otra cosa, donde el más disminuido físicamente es el supuesto varón, dada la lamentable dimensión corporal del individuo, destacándose su raquítica silueta, por otro lado está esa fémina monstruosa, de mohicano azabache, ojos pintados excesivamente con rimel negro, la cara cubierta de una base blanquecina, caracterizándola como una criatura digna de un filme de horror, hay que agregar que sus físicos de grasitudes desbordantes se asemeja a un trompo surrealista adornados por cadenas, y un espeluznante collar de perro con una puntas metálicas de unos 15 centímetros. Para ser sincero-le digo a Marina-, su aspecto no es lo que más me llama la atención, sino su ambigüedad, porque mirándolas bien es una pareja de lesbianas, pero parecen hombres, además se besan de una forma tan desenfrenada, ¡que me asustan¡ imagínate si estuviera borracho y una de esas mujeres quisiera abusar de mí, ¿tendría que morir por la patria?.

-¿Qué dices Roberto, si tú ni siquiera crees en la patria?-dice Marina entre risas.

-tienes razón.

- no hables tonterías y vamos a bailar.

-bueno, pero bailamos en la pista donde tocan rock indie o britpop, bueno tu entiendes, no es que me guste, pero es lo más pasable.

-si, si... mi roquero- dice Marina.

¡Toma mi mano Marina!-, Ella graciosamente la extiende, el pincha discos coloca Irresponsables de Babasónicos, la gente grita de emoción mientras los tambores retumban el los oídos de los jóvenes deseosos de emociones, ...“somos culpables de este amor escandaloso, que fue lo mismo que pasión alimentó”, Marina se ríe y se deja llevar por este juego que propongo, nos tomamos de las manos, abrazándonos, alejándonos, desplazándonos por la pista de baile como un tango bizarro mezclado lúdicamente con un vals trasnochado de cantina, cara a cara nos miramos, puedo sentir su respiración, la tomo y la inclino entre mis brazos, ella se entrega a mis movimientos, ejecutando la típica posición donde el galán de las películas románticas de los años 50 besa a la doncella, me acerco lentamente al momento, mi boca cae victima de su encanto, deseosa de masajear húmedamente sus labios, mansa se acerca a su destino, manejando la levedad del momento “que en el remanso de la noche impostergable / nos avergüenza seguir sintiéndonos / poco a poco fuimos volviéndonos locos / y ese vapor de nuestro amor / nos entrego con su licor / y culpa al carnaval interminable / nos hizo confundir irresponsable”. Mi boca elige otro destino, su piel tersa la recibe con su suave sudor, beso su cuello y lo muerto delicadamente, sé que Marina no se va a retractar de mis acciones, pero no puedo dejar de pensar que existe una mínima posibilidad que ella me pueda rechazar, y ese hecho seria catastrófico para mis recuerdos, donde la dignidad es mi único soporte, a pesar de ello sigo con el juego, deslizándome de una manera más intensa, nuestros cuerpos están juntos, ella puede sentir como mi corazón golpea su pecho, dócilmente Marina deja que introduzca mi pierna derecha entre sus piernas, la tomo firme por la cintura, se que debo besarla, que sería la mejor manera de cerrar este pasional baile, pero mi orgullo es más fuerte y no lo hago, sin embargo mi corazón late intensamente, y con Marina nos miramos, entregándonos una sonrisa.

Realmente sé lo que debo hacer, a pesar de esta claridad, mis deseos me llevan a resistirme, por eso trato de contener ese vendaval que tengo en el pecho. Entre canción y canción reflexiono, ahora entiendo porque la gente baila, tal vez sea una señal que me redime, que ese tipo raro, alejado del mundo, que las personas de la universidad y de mi barrio piensan que soy, se ha trasformado en otro de los individuos que baila con una atractiva mujer. Mi pecho esta ligeramente humedecido, encantado por los movimientos de Marina, en estos momentos me gustaría que el baile fuera un tipo de contacto extra sensorial que me permitiera conocer las cosas que piensa, que sentimientos y divagaciones pasan por su cabeza, cual es la verdadera imagen que tiene mí y las sensaciones que experimenta cuando la miro en ese segundo premonitorio que antecede a un beso, porque exactamente eso, es lo que me gustaría hacer.

lunes, octubre 03, 2005

JAQUE A LA REINA ( Parte Dos)


La rabia contenida se ensancha en mi pecho, la perla se puede tomar unos tragos con un desconocido y dejarme plantado por más de una hora, pero no quiere tomarse una maldita cerveza con quien fue su pareja por más de dos años, no entiendo para qué cresta quiso salir conmigo. Bueno en el fondo sé porqué, o creo suponerlo, pero me cuesta creerlo.

Marina me pide que bailemos, la pista central esta repleta, cruzamos por medio de la gente, dejamos nuestras chaquetas en el piso. Me cuesta moverme, no puedo comprender las melodías de The Cure, me siento tonto y me muevo como tal, ella danza, a veces cierra los ojos, no entiendo por qué lo hace, nadie se puede poseer por esta música deprimente, ¿estará drogada?, No creo, ella nunca fue buena para eso, con suerte se habrá fumado un par de pitos en su vida, por lo menos conmigo no ha fumado ningún cogollo. Después de unos minutos me siento algo más cómodo con mis movimientos, al menos sé que mi baile no es tema para nadie de los presentes, al menos no he observado que ninguna persona se haya caído al piso victima de un ataque de risa, al contrario la gente se desenvuelve alegremente, ignorando a los demás, disfrutando de su metro cuadrado. Marina goza la música, por mientras me dedico a elaborar un catastro de las mujeres que fluyen a mi alrededor, calificando al paso su belleza. Cada vez hay menos espacio para moverse, a mi espalda tres mujeres bailan entre ellas, una punk de chaqueta de cuero y polera verde, que esta acompañada por dos mujeres góticas que traen puesto sendos vestidos negros con encajes, la más delgada luce un corsé rojo con cordones negros, se ve bastante guapa, la otro fémina es una mujer joven, obesa, de unos veinte años, que modela orgullosa una carpa mortuoria. Es esta gorda mujer la que más me molesta, con sus desenfadados movimientos de campana de catedral Medieval, me desplaza de mi sitio cada cinco segundos, un paso de baile suyo es un golpe en mi espalda, me trato de alejar, pero su volumen me persigue magnéticamente. Estoy contento de estar esta noche junto a Marina, la tomo de los brazos y la coloco de espalda a la mujer de anchura universal, como si de esta forma Marina estuviera cancelando la afrenta del plantón.

Quiero tomarme otro vodka, Marina me acompaña a regañadientas, se sienta, prende un cigarrillo, ella no quiere nada, pero igualmente le compro una cerveza, y la coloco sobre la mesa. Bebo tranquilamente, intensamente la miro a los ojos, pero este gesto no parece incomodarle. Le cuento de mis proyectos, que en mis ratos libres–que son la mayoría- estoy escribiendo cuentos, con el claro objetivo de mantener la mente despierta y que prontamente voy a iniciar una investigación sobre la “educación en las mujeres anarquistas de principios del siglo XX”, evitando a toda costa hablar de trabajo, y de las pocas perspectivas que el mercado laboral me ofrece. Fue esa una de las razones de nuestra ruptura, sin duda la cesantía es un tema que nos indispone a los dos. A pesar de ello, la conversación es fluida, debo reconocerlo lo estoy pasando bien, nos reímos de todo igual que antes. Ella me trata de tonto y yo la trato como una princesa, Marina no puede creer que siga igual de observador, encajando mis ojos en los demás, buscando las mediocres particularidades de los otros, le comento que talvez sea mi alma de niño cruel la que se manifiesta en esos episodios, -puede ser Roberto-dice ella, - pero tú no eres cruel. Lo mismo pienso yo, Marina.

Sin querer mis ojos se abalanzan sobre una pareja de extraviados seres noctámbulos, una pareja que podrían ser los niños símbolos del grotesco sadomasoquismo vampirezco que asiste a esta Disco, están en un rincón besándose desaforados sobre sus cadenas y punzones que traen adosados a sus vestimentas, mientras los observo, Marina me recuerda todas las cosas que no hicimos juntos como parejas, (palabras que trajeron directamente a mi cerebro la imagen de su negativa cuando hace tres años la invite a pasar una semana en la playa) comienzo a enumerar la tareas inconclusas:

-No Salimos Juntos de vacaciones a la Playa, al campo ni mucho menos a la cordillera.

-No fumamos marihuana, ni mucho menos lo hicimos volado.

-No asistimos a ningún Recital de Rock.

-No tuvimos ninguna cena romántica en un buen restauran.

-No fuimos a un motel.

-No salimos nunca a bailar a una Disco.

-No subimos ningún Cerro.

-Nunca nos Emborrachamos juntos, sólo me emborrachaba yo.

Este comentario de Marina, me hizo plantearme que tipo de relación tuvimos, la de unos jóvenes vigorosos o la de unos viejos decrépitos, ¿Qué cosas hacíamos para divertirnos?, Pregunta que inevitablemente saca una sonrisa de mi rostro, ahora que lo pienso, eso dos años que estuvimos juntos puedo catalogarlos como la edad de oro, y es cosa rara, fue justo uno de los periodos más recios de mi vida, como no acordarme de los días en la U.T.I. y de la semana que pasé en la sala común del Hospital del Tórax, son cosas que siempre recordaré por el resto de mis días, no cualquiera puede contar que sobrevivió a 16 puñaladas, 5 de ella perforaron el Pulmón izquierdo, una el muslo, un par de ellas rebotaron en el omóplato, otras en las costillas y una que corto mi mejillas. Mi primer día de visita en el Hospital ella no alcanzó a llegar a la hora, le pregunté a Orlando si le había avisado, me contestó que si, yo la buscaba entre los rostros amigos sin resultados, la visita terminó, todos se fueron, cuando menos lo esperaba ella apareció al atardecer, con sus ojos achinaditos y una gran sonrisa en los labios, soy un tipo duro, aunque me resistí, un par de lagrimas cayeron de mis ojos y mi garganta de transformó en un nudo, ese día como nunca me sentí fuerte, querido, algo muy cercano a la plenitud de mis emociones que otros llaman felicidad.