viernes, agosto 07, 2009

La venganza poética.




Si pudiera definir el grupo humano del tercero A de enseñanza media del colegio República de Noruega mi adjetivo calificativo sería “Manfinfleros” o “Pajeros” (jóvenes apáticos, desinteresados, flojos, lerdos, que se masturban obsesivamente). El noventa y ocho por ciento de ellos carecen de expectativas, no les interesa nada, hacen las cosas a regañadientes, reclaman por todos los trabajos entregados por los profesores, porque son excesivamente largos y complejos, que no conocen los contenidos y no tienen donde buscarlos, que se enfermó su gato y que el perro pitbull no los deja entrar a la casa para hacer sus tareas y encontrar su cuaderno, que la policía allanó su casa en busca de drogas, tomando a su padre detenido y que sus cuadernos son evidencias del proceso, que una pandillas de narcos le hicieron una mexicana a su mochila. Buscan la salida fácil para todo. Copiar trabajos ajenos es su ética. Cómo profesor de Historia me decepciona su actitud intelectual tan conformista. Es una verdadera lucha tratar que ellos consideren importante la enseñanza que le entregamos, es como hablarles a los muertos, a algunos docentes no le interesa tratar con ellos y gastar su tiempo. A veces me imagino que para estos jóvenes poblacionales somos artistas callejeros sin talento, una especie de estatua humana con la cara pintada que nos movemos cuando nos depositan una moneda en el sombrero, pero están equivocados, por eso asumo mi labor como una guerra y mi objetivo es someter al contrincante para que acate mis órdenes y eso intentaré con estos manfinfleros. No pienso perder, me costó mucho dejar de ser pajero para que ellos me derroten. De algo debe haber servido saltar del la sucia esquina al aula.

El miércoles entré a su desaseada aula con decenas de envases de dulces tirados en el suelo. Les pedí que los recogieran.

Con mucho esfuerzo me conseguí un data show en la oficina del colegio, un notebook con una colega y unos parlantes de computador.

Los jóvenes inquietos me preguntaban que iban a realizar, le dije que no se preocuparan, que no trabajarían. Frente a ellos les dicte de memoria, con voz profunda y suave tres preguntas que ellos obedientes escribieron en sus desnudos y pocos utilizados cuadernos.

Observe la película y responda.

1-Describa detalladamente las características de la ciudad donde se ambienta la película.

2-¿Qué sensaciones y reflexiones le provocaron las imágenes? Mínimo 5 párrafos.

3-Describa detalladamente las características de la sociedad que habita la ciudad de Paris. Mínimo 5 características.

-¿Profesor es con nota? Preguntó Najira, que se teñía un mechón blanco en su cabellera oscura como Rouge de los X-men.

- No jóvenes (dudé un momento en mentirles) pero vamos a realizar una actividad con nota la próxima semana, así que es obligación ver la película y contestar las preguntas.

A los alumnos les dio lo mismo. Sólo querían ver televisión y no hacer nada. Los dejé que actuaran displicentemente.

Instalados el notebook, el data y los parlantes, inserté en la disquetera la película “El perfume” basado en el libro homónimo de Patrick Süskind. En silencio inundó la sala, los alumnos se concentraron en las imágenes de la ciudad. La suciedad y el hedor de las calles parisina, eran los escenarios de el joven Jean-Baptiste Grenouille (Grenouille, significa rana en Francés) "uno de los hombres más geniales y abominables de su época", que con su olfato hiper desarrollado de relacionaba con la realidad se su entorno.

Algunos estudiantes, los más displicentes, que se ubicaban en los puestos traseros de la sala volvieron a la apatía habitual, cuando ellos trataban de iniciar una conversación, el profesor los detenía con su mirada y los hacia callar. La clase terminó tranquila al igual que el profesor, que se despidió de sus educandos hasta la semana próxima.




A la semana siguiente entré presuroso al aula, saludé a los estudiantes, revisé el libro de clases, firmé mis horas, coloqué contenidos.

-¿Qué vamos hacer hoy? Gritó el joven Chávez a quién le decían Chaneque.

-Terminar de ver la película profesor- gritó Picholon imprudentemente.

- No señores y señoritas- contestó severo el profesor. Lo que vamos hacer es poner en práctica las imágenes de la película “El perfume” que vimos la semana pasada.

-Pero no vimos entera la película, como vamos a responder profe. Así no se vale- contestó Javiera Montes.

-Eso no importa- dijo el profesor.

- ¿Qué vamos hacer? ¿Cómo profesor?- fueron algunas de las preguntas que los alumnos gritaron al unísono.

- Calma muchacho, ya daré las instrucciones, primero debo hablar 5 minutitos.

Comencé a realizar un comentario que motivara a los alumnos a trabajar y que reafirmara las imágenes de la película.

Estimados jóvenes, saben que la ciudades europeas del siglo XVII y XVIII, vivieron una grave crisis higiénica que puso en jaque a la sociedad burguesa, casi la hace colapsar. Los burgueses le tenían más miedo al agua que los mismos gatos (talla FOME del profesor que no provocó risas), Ellos detestaban los baños de tina, consideraban que era una muestra de debilidad, solo para enfermos y la gente sana era natural (sucia) y no se debían bañar, la suciedad era un símbolo de fortaleza.

-Eran fuerte de hediondo- dijo Tania Soteli gesticulando una grotesca risotada.

-Profe… ¿Por eso son tan hediondos los europeos ahora? Dijo Mauricio un alumno que se caracterizaba por su vulgaridad, un flayte que buscaba demostrar su fuerza, símbolo de su marginalidad. Pero extrañamente hoy parecía interesado.

- Mauricio no me consta que todos los europeos son hediondos. Pero, puede ser la cultura del olfato una de la razones, ellos disfrutan de los olores de las comidas, perfumes, del aroma de las frutas, etc. Otra posibilidad puede ser el clima frío. Una vez me contó una amiga que había vivido en Francia, que a los sudamericanos nos encontraban olor a pollo mojado por nuestro afán de bañarnos diariamente. Pero jóvenes, no deben olvidar que era una sociedad que estaba en crisis por la falta de higiene. Las calles de la época apestaban, eran cloacas, la gente hacia sus necesidades donde podían, lanzaban los orines por los balcones, las deposiciones transitaban en procesión por las calles como hormigas hacia su agujero.

- Tanto así profesor.

-Así era.

-Y al final que vamos a realizar.

- Bueno… Jóvenes, lo que hay que realizar hoy, es un poema o cuento que refleje la realidad de las ciudades europeas del siglo XVII y XVIII. Que exprese la sensibilidad de las personas que vivían en esas condiciones de vida.

-¿Cómo? …¿Un poema o cuento profesor?- preguntó desconcertado Chaneque con cara de tonto.

- Deben crear una historia que esté ambientada en ese tipo de ciudades o un poema que exprese como se deben haber sentido esos hombres al vivir en esas urbes.

- Pero cómo profesor- preguntó Adolfo Picholon, quien poseía una cara de cromagnon subnormal que causaba una mezcla de rechazo y risa. El por costumbre se reía de todo y de todos. Pero ahora estaba serio (en una ocasión los profesores jugaron un partido de baby fútbol con los alumnos del 3 medio A y en un saque de costado el profesor Roberto hizo rebotar la pelota en el suelo justo al frente de Picholon, la pelota dio directo en su cara, le dejó la jeta hinchada a Picholon y él solo atinó a reírse, mientras corría decía alegremente “el profesor me pegó un pelotazo y volvía a reír orgulloso”)

-Usted debe crear un cuento o poema… eso simplemente.

-y Puedo hablar de Caca- gritó Picholon.

- Si Adolfo siempre y cuando se hable de las ciudades europeas.

Los alumnos más desordenados y vulgares se miraban los unos a los otros, en un total estado de confusión. Sus caras eran patéticas pero muy divertidas para el profesor Roberto. Eran una decena de Ungenios González de la tira cómica Condorito y sus babas caían de sus bocas en señal de desconcierto. El Profesor en ese momento se dio cuenta que la poesía y la literatura no solo servía para conquistar mujeres, también se podía utilizar para vengarse de jóvenes imbéciles y poco capacitados intelectualmente, las letras ponían en evidencia la vulgaridad de su mundo, cada verso no escrito era un atentado a ese orgullo poblacional que ondea la bandera del coa y el vocabulario agresivo delictual.

Adolfo Picholon miraba de un lado a otro en busca de respuesta, sólo le falta la saliva caer de su boca para ser Ungenio González (pionero de los personajes que se les cae la baba). En su asiento Chaneque se movía arrastrando su trasero como si tuviera pidulles en el orto (lombriz solitaria) buscando una respuesta de cómo podía escribir un poema.

El profesor se pasea por la sala de clase observando las letras de sus alumnos mientras trataba de leer un ingenuo poema de Bukowski. Para Roberto había sido la mejor clases desde hacia mucho tiempo.