viernes, septiembre 21, 2007

Carita de Bruja

Dedicado para Camila Garcia.

A Roberto le gustaba contar cómo había conocido a Camila. Sentía que su historia era romántica y particular. Por eso no dudaba en relatarla en las fiestas cuando se presentaba la ocasión.

¿Cómo se Conocieron? ¿Cuánto tiempo llevan juntos? ¿Trabajan en el mismo lugar? ¿Los dos son abogados?, esas simples preguntas eran la excusa perfecta para desatar su verborrea.

Roberto vio por primera vez a Camila en su fiesta de inauguración de su departamento.
Camila llegó junto a Mariela compañera de trabajo de Roberto y dos amigas más. Las cuatro se acomodaron alrededor de una pequeña mesa en la terraza y se sirvieron un trago de ron.


Ella actuaba desenvuelta, hablaba sobre su experiencia laboral en un colegio del lado acomodado de la ciudad. Camila tenía el pelo largo y oscuro, sus pequeños ojos cafés eran picarones, su piel clara con algunas pecas en las mejillas realzaban su sonrisa que se expandía a pesar de poseer unos labios pálidos y delgados.
Roberto la encontró atractiva pero no algo fuera de lo común, para su interior la llamó carita de bruja, él sentía que ella escondía un misterio en esa personalidad segura, desbordante de confianza y alegría. Pero dejó de prestarle atención cuando llegó su novia Karina.

Roberto y Karina bailaron desenfrenadamente al ritmo del reggeaton, sus cuerpos se rozaban como si copularan, bebieron a destajo mientras se besaban dejando ver el juego de sus lenguas húmedas. Él sólo la dejaba para atender al resto de los invitados. Mientras conversaba con su amiga Ana, una gorda asistente social observó que Camila estaba sentada en el umbral de la puerta.

En esa noche calida donde todos en la fiesta disfrutaban de la algarabía, Camila con su figura estilizada y sus piernas delgadas dobladas como escuadras, miraba ensimismada la Luna, sus ojos pequeños se clavaban en los agujeros del satélite blanco. Ese acto la apartaba del júbilo que estaba a su espalda. Camila no miraba la luna como una adolescente en busca de un príncipe azul al contrario la contemplaba con una mujer que ha vivido mil batallas y ha perdido varias veces el esquivo amor, miraba la Luna sin esperanza, sino con cinismo y burla como si la gran dama de la noche fuera un gran espejo que reflejaba su rostro cansado por el engaño y la derrota de la rutina ruin de las mujeres solteras de treinta y tantos.

Ese desencanto frío del rostro de Camila colmó de calor la mente de Roberto.

-Piensas que la luna te dará la respuesta del por qué tu príncipe azul no está aquí- dijo Roberto con ironía.

- Ya no busco respuesta- contestó ella. Indiferente- además no pienso en amor.

-Claro si el amor no existe, es de idiotas pensar en cosas que no existen- dijo Roberto mientras se colocaba las manos en los bolsillos.

- Los soñadores fantasean en alcanzar cosas que no existen-dijo Camila.

- Para este mundo ser soñador es otra forma de idiotez.

- tienes razón tontito- dijo coqueta Camila.

Esas palabras resonaron en los oídos de Roberto como estruendosos rayos de tormenta tropical. Él sentía que esa era una señal poderosa de seducción, había un llamado silencioso a dejarse poseer por los encantos de la carita de bruja. Con esa sensación Roberto dejó en calma a la melancólica señorita.

La música y el calor incitaban al baile calentón. Los amigos del dueño de casa, estaban sorprendidos de la naturalidad erótica de las amigas de Mariela que se movían coquetas y lascivas. Si sus amigos no estuvieran acompañados de sus parejas se lanzarían de cabeza a seducirlas.

- Roberto quienes son tus amigas.

- ¿Por qué?

- Es que están para darle toda la noche- dijo el Negro medio borracho.

- Pero ahí está tu mina.

- no todo puede ser perfecto- dijo el Negro con ironía mientras le sonreía a su novia.

La noche acababa y Mariela se retiraba junto a sus amigas, se despidieron de los invitados. Roberto como anfitrión las fue a dejar al portón, ellas se subieron al vehículo y antes de partir, Roberto tocó la ventana de la puerta de atrás, Camila bajó la ventana y Roberto sin temor al ridículo le pidió a la Carita de Bruja que le diera un beso de despedidas. Las amigas de Camila la comenzaron ha aleonar para que aceptara, pero ella se negaba.

- Pero no es tan difícil Camila- dijo Carolina mientras acercaba su boca a la de Roberto.

Justo en el momento que los labios iban hacer contacto, Carolina se arrepintió. Ese hecho alentó aun más a Roberto. Miró a Camila, se fue acercando lentamente su cara para observar cual era la reacción que adoptaba, ella lo miraba fijamente a los ojos. Roberto ya podía sentir la respiración de Camila, sus labios estaban por tocarse cuando Camila dio vuelta su cara, frente a esa reacción Roberto la tomó con fuerza de la cara y le dio un violento beso, en un momento ella se resistió pero su lengua terminó por ceder. Cuando el beso terminó Roberto la miró a los ojos esperando un golpe, ella no hizo nada y tampoco pronunció palabras, así que Roberto volvió a besarla.

Cuando partieron Roberto se quedó con una extraña sensación de angustia pensó que nunca más la volvería a ver, que lo considerarían un fresco. Para tranquilizarse catalogó el hecho como una locura y volvió a la fiesta donde lo esperaba su novia.

Tres meses después Roberto se operó la nariz, debido a una doble fractura, el aspecto estético no le molestaba al contrario encontraba que le daba un aspecto rudo y varonil, pero en las noches sus ronquidos eran insoportables. Karina su novia encontraba que Roberto estaba distante y frió, situación que la empezó a insegurizar. Ese fue el detonante para que Roberto movido por su miedo al compromiso terminara con ella. Fue una ruptura pacifica y la última conversación fue una tarde de otoño en una bar de Bellavista, disfrutando unas cerveza. Al anochecer su amigo Santiago pasó a buscar a Roberto para que salieran a un Pub a beber unos tragos, y disfrutar una noche de juerga de solteros. Al entrar al recinto Roberto observó a Camila que estaba sentada junto a tres amigas. El se hizo el desentendido aunque deseaba hablar con ella. Después de una hora, un par de paseos al baño para observarla y de dos vasos de whisky Roberto decidió acercarse.

-Hola… Camila- preguntó con inseguridad.

- si, ¿Cómo estás?

-bien-contestó Roberto- y aunque sabía la respuesta, le preguntó- ¿Cómo está la Mariela de su embarazo?

Desde ese momento Camila comenzó a hablar y esa fue la oportunidad que Roberto Aprovechó para sentarse a su lado y de ahí no se levantó más.

jueves, septiembre 06, 2007

Mensajes

Dudo del estigma
Susurrante
Del viento
Que condiciona la verdad.

Los mensajes
No son enviados
Por los dioses.
Surgen del sueño
y del cansancio.

Sutil compensación
de un mundo
de ilusiones.
En fin, no hay dudas,
Todo es simple.

Las señales
Y los mensajes del destino
se presentan
como las piedras
en el camino.