martes, octubre 30, 2007

Clase de Rabia

Hoy con mis palabras
No quiero cambiar nada
Solo es rabia que exhala
Por mi boca
Pasión descomunal por educar
rebelarme frente a las almas
autocompasivas en el dolor universal.
Los observo y siento rabia
Porque crecer no es debilidad
Alumnos hoy con mis palabras
No quiero cambiar nada
Solo quiero gritar
Desahogar mi ira
En algo que no sea plasma.
¡Silencio alumnos!… (Silencio)
Hoy no quiero cambiar nada

jueves, octubre 18, 2007

Resaca

El sábado por la mañana Roberto se sentía a morir. Su boca olía licor. Lo primero que hizo al abrir los ojos fue tratar de recordar qué había pasado, ¿cómo estaba su ropa? ¿Cómo había llegado a estar tendido sobre su cama?¿, ¿Qué tan perjudicada se encontraba su billetera? Se sobó los ojos y marcó el número de su novia.

- Hola Carmela. ¿Sabes cómo llegué a la casa?

- Yo te fui a dejar maldito borracho- dijo Carmela llena de rabia.

El corazón de Roberto sintió un ahogo que casi le interrumpió la respiración, su cuerpo se desvaneció y su estomagó quiso reventar de un golpe. Su cabeza comenzó a girar y a pensar en las peores acciones que pudo realizar la noche anterior. Súbitamente golpeó la muralla, sus nudillos rojos no sentían dolor. Esa falta de sensibilidad lo tenía al borde del colapso, quería gritar y llorar pero no podía.

Trataba de entender por qué debía de emborracharse de esa manera, qué lo impulsaba a beber como un energúmeno. Qué lo obligaba a maltratarse tanto.

Sentía como la culpa le secaba la boca. Como sus manos temblorosas intentaba tomar lentamente un vaso de agua, pero el líquido que ingresaba a su boca no apagaba su sed. La culpa le había secado las entrañas. Él sabía que la noche anterior había dañado a Carmela, sentía que había roto algo muy fuerte de su relación, estaba seguro que después de esa noche todo sería distinto entre ellos, y lo peor de todo que no existía vuelta atrás.

No era primera vez que Roberto saboreaba el espesor de la culpa, cada cierto tiempo habían situaciones que lo enviaban hacia el camino de la autodestrucción. Se preguntaba por qué sentía tanta rabia contra la sociedad, por qué necesitaba provocar escándalos públicos y remover las mentes de los ciudadanos comunes con actos ininteligibles. Antes le gustaba estar al margen, ser un outsider, un maldito provocador. Pero ahora existía Carmela en su vida y no quería perderla, pero sentía que era demasiado tarde.

Se sacó la polera y con las uñas se rasgó el pecho dejando líneas rojas en su piel, esperaba que todo lo desastroso que hubiera hecho no fuera tan malo como haber engañado a Carmela, o haber coqueteado con alguna colorina, negra crespa o una china mandarina. Pero eso no era lo peor, Roberto sentía que en alguna etílica alucinación pudo haber insultado a su novia o incluso haberla golpeado o quizás roció con cerveza a la hermana de Carmela y a su marido. Roberto quería irse de la ciudad, escapar a un lugar donde nadie lo conociera y fuera una hormiga más de las cientos que caminan programadas por las calles de la gran ciudad y no ser el cerdo infesto del pequeño granero de su comuna. Roberto necesitaba tener la mente clara y pensar como podía recuperar a su novia. Tomó un baño y ropa nueva, se echó unos billetes a los bolsillos de sus jeans y fue a buscar al Negro Osman para ir a tomar una cerveza al bar de la Tía Fresia.

lunes, octubre 08, 2007

Calzoncillos


El día de su cumpleaños, celebrado durante la madrugada del 18 de septiembre del 2007, Osvaldo realizó un anuncio sorprendente para todos los asistentes. ¡Amigos me voy a casar el 1 de febrero con mi amada Daniela!. Sus cercanos quedaron con la boca abierta.

Osvaldo es mi amigo de universidad, mi cómplice de aventuras y carretes nocturnos. Una ocasión me preguntó como era él como persona y lo definí como un “ Conchesumadre de gran corazón”. Osvaldo es una persona con gran carisma, tan cuentero como alta y delgada es su figura, bueno para la fiesta, gran contador de anécdotas, enamoradizo y puto como ninguno, pero frío y cruel con las doncellas que despiertan a su lado, pero un gran amigo de sus amigos. Por eso para Roberto el anuncio era un gran notición que debía celebrarse como dios manda.

Esa noche brindaron por su futuro junto a Daniela. La pequeña y hermosa novia estaba feliz y radiante junto a su amado.

Daniela se retiró de la casa de su novio avanzada la madrugada para asistir a un compromiso familiar al día siguiente. Osvaldo y Roberto tomaron hasta el alba, el novio se quedó dormido sobre la alfombra. Roberto lo levantó y lo fue a dejar a su cama. Después de eso Roberto se acostó a dormir en el sillón.

Al día siguiente Osvaldo se levantó como si nada hubiera pasado la noche anterior, con una vitalidad envidiable. Despertó a Roberto y lo invitó a un asado de fiestas patrias junto a su familia, Roberto a regañadientas se levantó y aceptó, pues deseaba compartir con la señora Alicia, Don Lalo y sus hijos. El gran novio fue al refrigerador y abrió dos cervezas Escudo para motivar el viaje de Roberto. Bebiendo iniciaron la travesía.

En la casa los estaban esperando la familia, con ensalada y el carbón prendido. Se abrazaron todos y comenzaron a conversar y departir los alimentos. Minutos después llegó el Tío Tito con un matrimonio compuesto por Susana y el Mauricio.

Don Tito era un viejo bueno para el trasnoche que durante su vida había experimentado de todo. Trabajó en los barrios duros de Franklin y Avda. Brasil vendiendo repuestos de automóviles. Al enterrarse del matrimonio de su sobrino regalón, casi va vuelta el vaso de tinto que se estaba sirviendo.

- No seaí tonto sobrino, cásate con un maricón son más leales- dijo Don Tito despertando las risas de todos.

Con las manos don Tito hizo un gesto a los varones presentes para que se acercaran y se distanciaran de las mujeres y comenzó a contar una anécdota, para aconsejar a su descarriado sobrino que iba a sentar cabeza.

Los hombres reunidos en un improvisado círculo y bebiendo cerveza en lata, escucharon la historia de don Tito.

Te voy a contar eso para que te cuides y no te dure tan poco el matrimonio como le ocurrió al Loco Willy.

Cuando trabajaba en el barrio Brasil, conocí al Loco Willy. Era popular en todo el sector con su afición de culiarse a los maricones del barrio. Le encantaba que le bombearan el semen de la tula con las nalgas apretadas de los mocitos. Los maricones le encantaban y cuando estaban necesitados lo invitaban a un trago y el Loco Willy le hacía el favor.

El Loco Willy le hacía a lo que venía, y también gozaba del sexo húmedo de las mujeres de todos los volúmenes y tamaños, eso puso furioso al maricón Luiso, quien le mandó a dar una zurra de dimensiones épicas o de Picos. Cansado de tanto dilemas el loco Willy cortejó a la Patty una mujer de curvas generosas y de armas tomar que trabajaba en el negocio de don Mario. Al poco tiempo de comenzado el romance decidieron contraer matrimonio.

Durante la noche de Boda, dentro de una habitación de un viejo hotel del centro, los novios comenzaron a besarse efusivamente, sus lenguas combativas los excitaban cada vez más, el loco Willy entusiasmado por la pasión de la Patty, comenzó a desnudarse y a tocarse el miembro frente a la novia, la observó caliente y le pidió que se desnudara, cuando la Patty quedó en ropa interior, el Willy se acercó a ella, la colocó de espalda frente a una muralla y con su voz ardiendo le dijo... ¡ Ya Patty Sácate los Calzoncillos que te voy a dar por Detroit! .

Ese comentario puso fin al corto matrimonio de Willy.

Las risas se escucharon en todo el callejón.
La tomatera continuó hasta el anochecer... el Osvaldo contó a sus amigos las innumerables ocasiones que fornicó con mujeres desconocidas y prometía que por Daniela nunca más lo volvería hacer. Roberto lo miraba incrédulo pero en el fondo quería que su amigo por fin fuera feliz. Mientras él pensaba en Carmela que estaba cada día más distante, ya no sabía si la amaba, pero de lo que estaba seguro, es que sucediera lo que sucediera nunca iba a tomar el camino de don Tito y el loco Willy, por eso siguió bebiendo.

jueves, octubre 04, 2007

Fuga de Amor

Me penas como un fantasma cancerbero.
El amor resucita tu recuerdo
Que se tatúa en mi espalda
Como las malas miradas de tu familia.
No fui digno de ti, - Lo sé-
Y la culpa me seca la boca
Con la ira de mis actos necios.
Fui un imbecil, un perro y un cerdo.
Un animal baboso de miedo.
Tu fuiste mi princesa nocturna
Una santa arrabalera
Que desde tu altar miraste inmaculiada
Los pecados de nuestra relación.