lunes, marzo 27, 2006

Cuento Repetido

En mi velador descansan los siguientes libros: “Las Flores del Mal” de Charles Baudelaire, “A sangre Fría” de Truman Capote, “Hijo de ladrón” de Manuel Rojas, “Los detectives Salvajes” de Roberto Bolaño, “La Senda del Perdedor” de Charles Bukowski y “Una Temporada en El Infierno” de Arthur Rimbaud, esta última obra es un verdadero Misterio para mí, impenetrable, incomprensible y perturbadora, quizás esa sea la razón de su lugar preferencial dentro mi pieza. Supongo que el calificativo de “Escritores Malditos” que fueron victimas algunos poeta modernos de Francia de finales del siglo XIX, no sea más que un mote impuesto por editores con ansias de vender un talento exótico y desgarrador, provocado por los eternos y sangrientos conflictos del alma humana. Creando una imagen abismante y castradora, para los seres que abrigan mundanas aspiraciones artísticas. ¿Como vencer al mar?, ¿Cómo sometemos al tiempo?¿, ¿Cómo subyugamos el aire? ¿Cómo nos trasformamos en Dioses?, ¿Cómo se ama?.
Por esto y mucho más detesto a los nuevos aspirantes a artista que pululan por la universidad creyéndose los nuevos “Escritores Malditos”, esos estúpidos o mejor dicho esos malditos, siempre sé vana glorían de ser borrachos, drogos, conflictivos, asiduos participes de acontecimientos extraordinarios, que rayan en lo marginal, pero para ellos estos acontecimientos poseen una impostada belleza. Esa turbia vida endiosada, no me es cercana, lo que suele sucederme, pervertida y cotidianamente es emborracharme y que no suceda nada excitante, una que otra caída que me marca el rostro antes de llegar a casa, pero nada de importancia, nada que valga la pena contar, nada que me acerque al hombre absoluto, ni a un suspiro de divinidad.
Lo vuelvo a repetir insistentemente, odio a los apestosos aspirantes a artista y a la leyenda negra de los “Escritores Malditos”, porque en teoría son capaces de experimentar y relatar otra vida, nos engrupen con esa posibilidad, ¿Qué otra vida?, si existe, cosa que dudo absolutamente, ¿dónde esta?, esa posibilidad me parece una soberana burla que ataca directamente a nuestras vidas comunes, de estudiante de población, criados con porotos, fideos insípidos, fieles amantes del vino tinto, la cerveza, y las sopaipillas con mostaza, situación que refuerza mis instintos, ese no es el camino hacia otra vida, un camino no se forja de famas e idolatrías, es triste que nos engañen con la promesa que podemos hace todo lo que queremos, esta posibilidad choca trágicamente con la realidad, -que poco podemos visualizar-, a este mundo no venimos a hacer los que queremos, por suerte algunos afortunados, contados con los dedos de un cien pies pueden hacer lo que pueden, irremediablemente estamos condenados a cumplir con un destino velado, predestinado por nuestra propia esencia, clavada en lo más profundo de nuestra sangre. Me pregunto cuál es él camino de los Jóvenes que nos lanzamos a la vida inconscientes, con el imperativo objetivo de cazar una mina, que solo va ha ser rica hasta los 18 años, y después se va a transformar en una madre gorda y sobre protectora, por qué a través de mis manos no puedo llegar a ser millonario. Como no tengo respuestas me hundo, por esta razón hoy me estoy embriagando, por esa envidia inútil, de no poder transformar mi vida en 180°, por sentirme atrapado, inmóvil, con el amargo oficio de la palabra resentida, que me empuja al aislamiento de estar amalditándome casi todos los fines de semana frente a la incandescente pantalla de un computador, mientras mi vida trascurre frente a mis ojos, dominada por la rutina.
Lo peor es que mañana debo ir a jugar a la pelota, y capaz que no me pueda las pelotas, porque perdí el toque que tenía con el balón, sólo me queda el recuerdo de los goles. Felizmente lo he logrado, estoy borracho, lo que es lamentable para las pocas horas de sueño que me quedan, lo cual significa que me voy a perder la final del mundial de fútbol “Corea-Japón 2002”, donde se enfrentan las dos escuadras más poderosas en la historia de los Mundiales, frente a frente, fantasía y disciplina. Brasil y Alemania, desafiándose a muerte, pero eso a mi no me importa, yo solo quiero dormir.

Sueño para que mi suerte cambie, o en el mejor de los casos se mantenga en el mismo carril, busco algo que me dé un poco de esperanzas, soñar con goles a estadios llenos y decenas de mujeres hermosas visitando mi alcoba en busca de amor. Las cuales me acosarían desesperadamente por teléfono con el firme objetivo de compartir su tiempo conmigo. Por eso odio las conversaciones por teléfono, principalmente cuando se tratan de amor y seducción, no soporto no mirar a una mujer a los ojos, y por lo menos verle las gomas, me desconcierta, hasta disminuirme. Odio estar aquí, y que el combinado se acabe, odio el trago y su borrachera, pero no odio la resaca, pero sí odio la falta de alcohol cuando la gente mediocre me rodea y también cuando escucho conversaciones de amor. En definitiva, el Negro tiene la culpa, con su concubinato feliz, con su amada promotora que según él se parece a Shakira, con la mina esa… de las impresoras lexmax... o como se escriba.

Llega el final lamentablemente, nada pudo cambiar las cosas, lanzo el cuchillo a lava platos, y se quiebra justo en la culata de plástico. Me hago un pan con mayonesa y ketchut. Apago el computador, y me dirijo a la cama, hoy no es un buen día para morir, bueno supongo que nunca lo es, hace mucho frío y pocas personas irían a mi velorio, por lo menos lo evitarían, solo asistirían si fuera estrictamente necesario, bueno nunca me ha importado que la gente me acompañé, si ni siquiera celebro mis cumpleaños, menos me debe importar que me acompañen a mi funeral, y hay algo que es una verdad… necesario nunca fui, si fuera así nunca pensarían en eliminar mis restos orgánicos, pero en realidad nadie es indispensable… tomo uno aspirina, me lavo los dientes, rezo un padre nuestro, ¡pero si soy ateo¡ no sé por qué nunca he dejado de rezar, me persigno, y duermo en pos de un nuevo día... al final nunca me gustaron los suicidios, no tengo el valor para eso, escribir despedidas y eso… es una verdadera lata… son demasiado complicados para mí, tanto como los son los “Malditos, Escritores Malditos”. No importa mañana dan los Simpson y capaz que haga un gol o dos. Eso es lo bueno de estar borracho... es que uno habla tanta hueas…

domingo, marzo 12, 2006

Baltasar

Doña Elisa era conocida en toda la comuna por su buena mano para la cocina. Ella había quedado viuda a los 24 años, con tres hijos que debía mantener, situación que la impulsó a ganarse la vida vendiendo pan amasado y empanadas, a través de los años fue depurando una técnica exquisita en la elaboración de dichos productos, ganándose el reconocimiento de toda la comunidad, de los rincones más alejados venía gente a comprar sus ricas empanadas de Pino, Marisco y Pollo, fenómeno que se repitió cada semana hasta el fin de sus días.

Los años no pasaron en vano en doña Elisa, cada día le costaba más levantarse, a veces deseaba quedarse una mañana entera tendida en su cama viendo televisión mientras acariciaba a su gato Baltasar, pero a regañadientas se vestía y se dirigía a la cocina.

Pero sus achaques y desvaríos, no espantaron a sus clientes, al contrario su fama creció, aumentaron los consumidores, ella se transformó en un mito, en un personaje excéntrico que siempre estaba acompañada por un gato colorado, razón que motivó a las personas para que la visitaran en su casa. Doña Elisa los atendía cariñosamente, a los más conocidos los hacia pasar al comedor, les ofrecía té, mientras en el sillón siempre se encontraba recostado su colorín y rechoncho gato Baltasar, el cual se lanzaba a las faldas de las visitas en busca de caricias.

Por eso la noticia de la muerte de Doña Elisa, causó una gran conmoción en los parroquianos de Peñaflor, había partido a mejor vida uno de los personajes más populares de la comuna. Los Peñaflorinos asistieron en gran cantidad a su funeral, en la iglesia su ataúd estaba cubierto por coronas de flores. La fila de vehículos de la procesión fúnebre que se dirigía al cementerio se alargaba desde la población el Guindal hasta la esquina de Vicuña Mackena con Bilbao. De esta forma sus fieles clientes y amigos despedían a la mejor cocinera de empanadas y pan amasado que había dado este pueblo.

Los hijos no demoraron más de dos semanas en embalar todas las cosas de valor de la casa de Doña Elisa. La vivienda de los Patos # 222 estaba vacía, lista para ser puesta a la venta. Pero ninguno de los tres hijos se quiso llevar a él regalón de su Progenitora. Baltasar quedo a su suerte, triste y hambriento. Por dos semanas la señora Luz alimentó al gato de su difunta vecina. Baltasar comenzó a perderse por algunos días pero este volvía a maltraer, magullado y derrotado. La otrora rechoncha mascota de la recordada vecina había perdido peso, su pelaje antes lustroso hoy se encontraba en pésima condiciones, opaco y sucio.

Baltasar, gato acostumbrado a las comodidades del hogar, paulatinamente comenzaba a adaptarse a sus nuevas circunstancias, recorría los techos de las casas del pasaje de los Patos, con el paso distinguido y despreocupado de los felinos, al acecho de las sobras de comida de los basureros. En las mañanas soleadas era común verlo recostado a todo su ancho en la terraza de su antiguo hogar.

Un día del cual nadie tiene recuerdo Baltasar fue atropellado y su cuerpo cayó inerte a una orilla del camino, pasaron las horas, los días y las semanas, y su cadáver permanecía tirado debajo de una baranda de contención de la esquina de la calle Jaromir Pridal con la Concordia la cual era conocida popularmente como la esquina de los choques debido a su pronunciada curva. El cuerpo en descomposición del gato de doña Elisa estuvo parcialmente cubierto por la maleza que surgía de la base de la baranda de contención. Los vecinos que transitaban por el lugar hacían vista gorda de este hecho, el olor y la imagen corroída del cuerpo de Baltasar era ignorado. Pero las cosas comenzaron a cambiar a mediados de otoño, las hojas de los árboles fueron apiladas en las esquina por los vecinos, pero las más rebeldes se deslizaron por los aires hasta caer sobre el cuerpo mohecido del felino, fue en ese periodo cuando comenzaron a escucharse por el barrio los primeros rumores.

En la madrugada de un frío jueves de mayo, Carlos Fuentes navegaba por Internet en el comedor de su casa, primero buscó música, pero cuando sus padres y hermanos se quedaron dormidos su cuerpo comenzó a experimentar una sensación libidinosa que lo hacia temblar de pies a cabeza. Digitó una dirección en la barra de herramientas del Explorer que un amigo le había recomendado, frente a él se abrió una pagina plagada de mujeres de voluptuosa figura, bajó un par de videos, comenzó a chequearlos, frente a él, proyectado en el visor del computador una hermosa rubia tetona mantenía relaciones sexuales con un musculoso hombre. Esteban tímidamente empezó a tocar su miembro, al avanzar el video no aguantó más y comenzó a masturbarse, sin dejar de estar atento a todos los ruidos de la casa para no ser descubierto por sus padres, su manos se deslizaba por su pene erecto de arriba hacia abajo, pero un súbito ruido lo sacó de su frenesí. Los perros comenzaron a ladrar, Esteban se subió el buzo y fue a echar un vistazo por la ventana, al correr la cortina el joven cayó en espanto, un gato colorin parado en dos patas lo observaba fijamente, el susto invadió su cuerpo, el cual era incapaz de reaccionar, trató de dejar de mirarlo pero no podía, los perros comenzaron a gemir asustado, el cuerpo amortajado del animal le provocaba un pavor que lo paralizó, Esteban en un esfuerzo por escapar a su angustia logró pestañar, sus ojos lagrimearon ácidamente, a volver la mirada el gato había desaparecido.


El silbido de la tetera sonaba por todos los rincones de la pequeña casa de la señora Juana Miranda. Lerdamente esta se levantó de su sillón, fue a la cocina y se sirvió una taza de té con canela, se preparó una tostada con mermelada de damasco y se dirigió a su viejo sillón, mientras comía veía una teleserie brasileña, al terminar dejó los trasto sucios en una mesita de centro. La señora Juana ligeramente dejó caer su cabeza sobre su hombros, sigilosamente se fue entregando a su cansancio, hasta quedarse completamente dormida. Los gritos llenos de pavor alertaron a los vecinos del pasaje de los Patos, don Claudio Marchionni tomó un garrote y entró a la casa para ver que le pasaba a Doña Juanita, ésta aún estaba en estado de schock, también llegó a la casa la Señora Alicia y Doña Gladis que era su amiga más cercana. Esta última le sirvió una taza de té con limón, ya tranquila la señora Juana relató la causa de su espanto. “los que pasa es que me quede dormida viendo televisión a eso de las cuatro, dos horas más tarde siento que un gato ronronea fuertemente, pero como aún estaba soñolienta no le preste demasiada atención, pensé que era mi gato Chispita, por eso le hice cariño, pero al abrir los ojos me encuentro que estaba acariciando a un gato colorado, este me miro con unos ojos que no eran de este mundo, si parecía el gato del diablo, con sangre coagulada en su pelaje, gusanos y un olor fétido, lo lance por los aires y de salí corriendo llena de terror, desde ese momento no recuerdo nada hasta ahora.”

El vapor del la ducha salía por la puerta del baño, Javier Hidalgo con una toalla en la cintura se dirigía a la pieza, en la cama desecha su esposa Susana dormía tranquilamente, él se vistió, tomó desayuno, se acomodó el nudo de la corbata, se puso la chaqueta gris marengo y se despidió de un tierno beso de su mujer, la que tenía cuatro meses de embarazo. Susana apagó la televisión y colocó la alarma del celular para que la despierte a las 10 de la mañana. La canción del celular sonó, uno, dos, tres, cuatro segundos; cuando estiró su mano para apagar el celular, esta palpó un bulto tieso, lleno de pelos pegajosos, abrió los ojos de la impresión y se dio cuenta que en el pecho tenía a tres cachorros de gatos recién nacidos, pegó un grito de horror, pidió ayuda a su marido, gritó pidiendo auxilio, se levantó de un salto de la cama y observó fugazmente que un gato colorado y mal trecho la miraba desde un rincón, Susana salió corriendo hacia la cocina, trató de llamar a su marido al trabajo, pero no pudo marcar el numero porqué tenía el brazo derecho dormido, se lo mojó con agua helada y volvió a marcar, pero Javier tenía el celular desconectado, trató de tranquilizarse, respiró profundamente, decididamente tomó un palo y se dirigió a la habitación, revisó la cama con cuidadoso temor, buscó por los rincones y en el closet pero la pieza estaba totalmente vacía.

Temprano por la mañana del día viernes 29 de mayo, la Señora Carmen Duran llamó a la municipalidad de Peñaflor, y se comunicó con Carlos Martínez encargado del área de aseo de la comuna.

- Sabe don Carlos, que me comunico con usted para que saquen el cadáver de un gato que esta tirado hace unas semanas en la esquina de Jamorir Pridal con la Concordia, porque su presencia es peligrosa para la salud de los niños y de los vecinos, ya lleva más de un mes tirado ahí.

- bueno señora, solucionaremos prontamente su problema.

- gracias y espero que sea pronto por favor.

-¿Cuál es su dirección señora Carmen?

- Los Patos # 266.

El elegante caminar de Baltasar también había sido apreciado con pánico por doña Carmen, esta lo había visto pasearse por las cornisas de las panderetas con su aspecto infausto del mundo de los muertos, cuando el felino colorado aparecía los perros lloraban y se escondían, fue esta la causa que un día extrañó a doña Carmen, la sinfonía de aullidos y el sincronizado llanto de los perros la alertó, cuando abrió la puerta observó consternada que un gato colorado la quedó mirando y lanzó un maullido gutural que le erizó los pelos, paralizándola por completo. Esta visión la motivó a buscar una solución, la conclusión a la cual llegó era la siguiente: había que pagar todas las deudas pendientes que la vecindad de los Patos tenía con Doña Elisa y su mascota. Debían saldar todos los motivos por los cuales Baltasar podía volver a este mundo a penar. La primera de estas obras era levantar el cuerpo tieso del gato. Con el tiempo hasta una misa realizaron en su memoria, para la cual trajeron al capellán de la Sociedad Protectora de Animales.

Don Claudio Marchioni le levantó una aminita a Baltasar, la primera que se construye en honor a un gato, en el interior del pequeño habitáculo había una Cruz y en la base de esta colocaron una foto de la señora Elisa con su gato. Las luz de las velas se trasformaron en una faro en las esquina de los choques (Avda. Concordia con Jaromir Primal) desde ese momento nunca más se volvió a experimentar un accidente en esa fatídica curva.

A raíz de estos acontecimientos la visión de los pobladores cambió, nunca más un animal fue dejado tirado en el pavimento. Los pobladores se organizaban para entregarle una digna sepultura a sus mascotas, y un trato amoroso en vida, pues no querían volver a experimentar la presencia acusadora de Baltasar. Su caminar elegante que le otorgaba la frialdad de la otra vida, se encargaba de señalar las debilidades de las almas atrofiadas de los vecinos. En cualquier lugar donde un animal fuera ignorado como una piedra en el camino la esencia de Baltasar se haría presente. Eso lo aprendieron muy bien todos los Peñaflorinos.