domingo, marzo 12, 2006

Baltasar

Doña Elisa era conocida en toda la comuna por su buena mano para la cocina. Ella había quedado viuda a los 24 años, con tres hijos que debía mantener, situación que la impulsó a ganarse la vida vendiendo pan amasado y empanadas, a través de los años fue depurando una técnica exquisita en la elaboración de dichos productos, ganándose el reconocimiento de toda la comunidad, de los rincones más alejados venía gente a comprar sus ricas empanadas de Pino, Marisco y Pollo, fenómeno que se repitió cada semana hasta el fin de sus días.

Los años no pasaron en vano en doña Elisa, cada día le costaba más levantarse, a veces deseaba quedarse una mañana entera tendida en su cama viendo televisión mientras acariciaba a su gato Baltasar, pero a regañadientas se vestía y se dirigía a la cocina.

Pero sus achaques y desvaríos, no espantaron a sus clientes, al contrario su fama creció, aumentaron los consumidores, ella se transformó en un mito, en un personaje excéntrico que siempre estaba acompañada por un gato colorado, razón que motivó a las personas para que la visitaran en su casa. Doña Elisa los atendía cariñosamente, a los más conocidos los hacia pasar al comedor, les ofrecía té, mientras en el sillón siempre se encontraba recostado su colorín y rechoncho gato Baltasar, el cual se lanzaba a las faldas de las visitas en busca de caricias.

Por eso la noticia de la muerte de Doña Elisa, causó una gran conmoción en los parroquianos de Peñaflor, había partido a mejor vida uno de los personajes más populares de la comuna. Los Peñaflorinos asistieron en gran cantidad a su funeral, en la iglesia su ataúd estaba cubierto por coronas de flores. La fila de vehículos de la procesión fúnebre que se dirigía al cementerio se alargaba desde la población el Guindal hasta la esquina de Vicuña Mackena con Bilbao. De esta forma sus fieles clientes y amigos despedían a la mejor cocinera de empanadas y pan amasado que había dado este pueblo.

Los hijos no demoraron más de dos semanas en embalar todas las cosas de valor de la casa de Doña Elisa. La vivienda de los Patos # 222 estaba vacía, lista para ser puesta a la venta. Pero ninguno de los tres hijos se quiso llevar a él regalón de su Progenitora. Baltasar quedo a su suerte, triste y hambriento. Por dos semanas la señora Luz alimentó al gato de su difunta vecina. Baltasar comenzó a perderse por algunos días pero este volvía a maltraer, magullado y derrotado. La otrora rechoncha mascota de la recordada vecina había perdido peso, su pelaje antes lustroso hoy se encontraba en pésima condiciones, opaco y sucio.

Baltasar, gato acostumbrado a las comodidades del hogar, paulatinamente comenzaba a adaptarse a sus nuevas circunstancias, recorría los techos de las casas del pasaje de los Patos, con el paso distinguido y despreocupado de los felinos, al acecho de las sobras de comida de los basureros. En las mañanas soleadas era común verlo recostado a todo su ancho en la terraza de su antiguo hogar.

Un día del cual nadie tiene recuerdo Baltasar fue atropellado y su cuerpo cayó inerte a una orilla del camino, pasaron las horas, los días y las semanas, y su cadáver permanecía tirado debajo de una baranda de contención de la esquina de la calle Jaromir Pridal con la Concordia la cual era conocida popularmente como la esquina de los choques debido a su pronunciada curva. El cuerpo en descomposición del gato de doña Elisa estuvo parcialmente cubierto por la maleza que surgía de la base de la baranda de contención. Los vecinos que transitaban por el lugar hacían vista gorda de este hecho, el olor y la imagen corroída del cuerpo de Baltasar era ignorado. Pero las cosas comenzaron a cambiar a mediados de otoño, las hojas de los árboles fueron apiladas en las esquina por los vecinos, pero las más rebeldes se deslizaron por los aires hasta caer sobre el cuerpo mohecido del felino, fue en ese periodo cuando comenzaron a escucharse por el barrio los primeros rumores.

En la madrugada de un frío jueves de mayo, Carlos Fuentes navegaba por Internet en el comedor de su casa, primero buscó música, pero cuando sus padres y hermanos se quedaron dormidos su cuerpo comenzó a experimentar una sensación libidinosa que lo hacia temblar de pies a cabeza. Digitó una dirección en la barra de herramientas del Explorer que un amigo le había recomendado, frente a él se abrió una pagina plagada de mujeres de voluptuosa figura, bajó un par de videos, comenzó a chequearlos, frente a él, proyectado en el visor del computador una hermosa rubia tetona mantenía relaciones sexuales con un musculoso hombre. Esteban tímidamente empezó a tocar su miembro, al avanzar el video no aguantó más y comenzó a masturbarse, sin dejar de estar atento a todos los ruidos de la casa para no ser descubierto por sus padres, su manos se deslizaba por su pene erecto de arriba hacia abajo, pero un súbito ruido lo sacó de su frenesí. Los perros comenzaron a ladrar, Esteban se subió el buzo y fue a echar un vistazo por la ventana, al correr la cortina el joven cayó en espanto, un gato colorin parado en dos patas lo observaba fijamente, el susto invadió su cuerpo, el cual era incapaz de reaccionar, trató de dejar de mirarlo pero no podía, los perros comenzaron a gemir asustado, el cuerpo amortajado del animal le provocaba un pavor que lo paralizó, Esteban en un esfuerzo por escapar a su angustia logró pestañar, sus ojos lagrimearon ácidamente, a volver la mirada el gato había desaparecido.


El silbido de la tetera sonaba por todos los rincones de la pequeña casa de la señora Juana Miranda. Lerdamente esta se levantó de su sillón, fue a la cocina y se sirvió una taza de té con canela, se preparó una tostada con mermelada de damasco y se dirigió a su viejo sillón, mientras comía veía una teleserie brasileña, al terminar dejó los trasto sucios en una mesita de centro. La señora Juana ligeramente dejó caer su cabeza sobre su hombros, sigilosamente se fue entregando a su cansancio, hasta quedarse completamente dormida. Los gritos llenos de pavor alertaron a los vecinos del pasaje de los Patos, don Claudio Marchionni tomó un garrote y entró a la casa para ver que le pasaba a Doña Juanita, ésta aún estaba en estado de schock, también llegó a la casa la Señora Alicia y Doña Gladis que era su amiga más cercana. Esta última le sirvió una taza de té con limón, ya tranquila la señora Juana relató la causa de su espanto. “los que pasa es que me quede dormida viendo televisión a eso de las cuatro, dos horas más tarde siento que un gato ronronea fuertemente, pero como aún estaba soñolienta no le preste demasiada atención, pensé que era mi gato Chispita, por eso le hice cariño, pero al abrir los ojos me encuentro que estaba acariciando a un gato colorado, este me miro con unos ojos que no eran de este mundo, si parecía el gato del diablo, con sangre coagulada en su pelaje, gusanos y un olor fétido, lo lance por los aires y de salí corriendo llena de terror, desde ese momento no recuerdo nada hasta ahora.”

El vapor del la ducha salía por la puerta del baño, Javier Hidalgo con una toalla en la cintura se dirigía a la pieza, en la cama desecha su esposa Susana dormía tranquilamente, él se vistió, tomó desayuno, se acomodó el nudo de la corbata, se puso la chaqueta gris marengo y se despidió de un tierno beso de su mujer, la que tenía cuatro meses de embarazo. Susana apagó la televisión y colocó la alarma del celular para que la despierte a las 10 de la mañana. La canción del celular sonó, uno, dos, tres, cuatro segundos; cuando estiró su mano para apagar el celular, esta palpó un bulto tieso, lleno de pelos pegajosos, abrió los ojos de la impresión y se dio cuenta que en el pecho tenía a tres cachorros de gatos recién nacidos, pegó un grito de horror, pidió ayuda a su marido, gritó pidiendo auxilio, se levantó de un salto de la cama y observó fugazmente que un gato colorado y mal trecho la miraba desde un rincón, Susana salió corriendo hacia la cocina, trató de llamar a su marido al trabajo, pero no pudo marcar el numero porqué tenía el brazo derecho dormido, se lo mojó con agua helada y volvió a marcar, pero Javier tenía el celular desconectado, trató de tranquilizarse, respiró profundamente, decididamente tomó un palo y se dirigió a la habitación, revisó la cama con cuidadoso temor, buscó por los rincones y en el closet pero la pieza estaba totalmente vacía.

Temprano por la mañana del día viernes 29 de mayo, la Señora Carmen Duran llamó a la municipalidad de Peñaflor, y se comunicó con Carlos Martínez encargado del área de aseo de la comuna.

- Sabe don Carlos, que me comunico con usted para que saquen el cadáver de un gato que esta tirado hace unas semanas en la esquina de Jamorir Pridal con la Concordia, porque su presencia es peligrosa para la salud de los niños y de los vecinos, ya lleva más de un mes tirado ahí.

- bueno señora, solucionaremos prontamente su problema.

- gracias y espero que sea pronto por favor.

-¿Cuál es su dirección señora Carmen?

- Los Patos # 266.

El elegante caminar de Baltasar también había sido apreciado con pánico por doña Carmen, esta lo había visto pasearse por las cornisas de las panderetas con su aspecto infausto del mundo de los muertos, cuando el felino colorado aparecía los perros lloraban y se escondían, fue esta la causa que un día extrañó a doña Carmen, la sinfonía de aullidos y el sincronizado llanto de los perros la alertó, cuando abrió la puerta observó consternada que un gato colorado la quedó mirando y lanzó un maullido gutural que le erizó los pelos, paralizándola por completo. Esta visión la motivó a buscar una solución, la conclusión a la cual llegó era la siguiente: había que pagar todas las deudas pendientes que la vecindad de los Patos tenía con Doña Elisa y su mascota. Debían saldar todos los motivos por los cuales Baltasar podía volver a este mundo a penar. La primera de estas obras era levantar el cuerpo tieso del gato. Con el tiempo hasta una misa realizaron en su memoria, para la cual trajeron al capellán de la Sociedad Protectora de Animales.

Don Claudio Marchioni le levantó una aminita a Baltasar, la primera que se construye en honor a un gato, en el interior del pequeño habitáculo había una Cruz y en la base de esta colocaron una foto de la señora Elisa con su gato. Las luz de las velas se trasformaron en una faro en las esquina de los choques (Avda. Concordia con Jaromir Primal) desde ese momento nunca más se volvió a experimentar un accidente en esa fatídica curva.

A raíz de estos acontecimientos la visión de los pobladores cambió, nunca más un animal fue dejado tirado en el pavimento. Los pobladores se organizaban para entregarle una digna sepultura a sus mascotas, y un trato amoroso en vida, pues no querían volver a experimentar la presencia acusadora de Baltasar. Su caminar elegante que le otorgaba la frialdad de la otra vida, se encargaba de señalar las debilidades de las almas atrofiadas de los vecinos. En cualquier lugar donde un animal fuera ignorado como una piedra en el camino la esencia de Baltasar se haría presente. Eso lo aprendieron muy bien todos los Peñaflorinos.

24 comentarios:

Fernando dijo...

Que buena história..

Dedo Idiota dijo...

ufff, Peñaflor o mi Mckondo querido!... dime si no es como una estación de tiempo?... vuelvo cada quince días y siempre espero ver a mis compañeritos de uniforme, a cambio los encuentro empujando coches, arreglando papeles de divorcio... y nada!... de los pingüinos COSACOS... nada!. Nos leemos.

pomelo dijo...

ayayai.
tremenda historia.
soy de la idea que los animales deben ser tratados con el mismo respeto que las personas, incluso mas aun.
me algero que baltasar los haya penado a todos hasta que le dieran una sepultura como corresponde, asi tb la difunta elisa descansa en paz.
Desde ya comenzare a buscar a alguien que se encargue de pepa, en caso de que yo estire la pata.
Uno nunca sabe.
tremendo abrazo profe ro.

Claudia Castora dijo...

Qué bueeena, me gustó sobre todo por los guiños a mis autores favoritos, la "Crónica..." de Gabo, los funerales de la Mama Grande, el "Gato" de Allan Poe, y los aromas de Macondo (como ya te lo habían dicho).
Buena historia amigo, con moralejas de higiene comunitaria y respeto a los animales.
Me gustó.

Un besito.

Roberto_Carvallo dijo...

Am_arte yo sabia que era de ese antro del cosaco y cercana a peñaflor. me hacia sentido el comentario de los helados. si vas a peña , me invitas a un cerveza para hablar de tonteras.

adios

Dedo Idiota dijo...

pensé que ibas de salida con lo de la cerveza!... pero bien, llamamos a Baeza que aún se mueve por esos lares, a reirnos de tonteras... qué más?... qué menos!!... nos leemos.

Ale Morena dijo...

Hace tiempo no pasaba por acá.
Que buena historia.

Salu2 y un abrazo

Unmasked (sin caretas) dijo...

PROFE

Veo que esta de vuelta, no se porque pense que estaba de vacaciones.

NUNCA dejaria un gato tirado. Sere superticiosa, pero "con los gatos no se juega"

Buena historia.

Saludos,

PULENTA PETRA (como me llamo usted, me hizo reir, profe)

Coti Alonso dijo...

Esta muy bueno, el relato..
¿Será cierto o no toda esta onda con los gatos?...

un abrazo

exito

Luciana dijo...

Chutas, te ganaste linkeo para cuando escriba mi post del "Rucio", el perro gurú de la Plaza de la Constitución.

::: Isis ::: dijo...

Es un mito o lo inventaste? porque me parecio muy buena...

A mi en lo personal no me gustan mucho los gatos.

Saludos Profe.-

·º·DarkAngel·º· dijo...

Al principio me había dado hambre con los pancitos amasados y las empanadas de la Sra. Elisa...

Baltazar se parece a Garfield, pero más rechonchito y no tan cascarrabias como él.

Bien por la reivindicación de los animales!! Los gatos, dicen por ahí, son las mascotas más parecidas a nosotros, por eso quedó penando. Por eso me gustan tanto.

Me gustó harto, algún día iré a conocer la animita de Baltazar :)

Saludines


mmm "maripositis"??????

Roberto_Carvallo dijo...

isis sothis... simplemente me equivoque ...uno de estos días arreglaré el link...

Doso dijo...

Que buena historia.. y yo que m ecrie en Peñaflor y siempre andaba por la Concordia, qu etiempos aquellos, pero aun voy, toda mi familia es de allá...
Excelente historia
Abrazos
Doso

Fab Llanos dijo...

Otro que habla de gatos... Me encanta. Aunque ahora deberías dedidacrle alguna cosa a los perros, esos que lloraban cuando pasaba Baltazar por la pandereta de sus casas. Me encantó su historia, mijo. Grato comunicarse con usted de nuevo.

alikis dijo...

Que genial historia.

Cómo penarán los perros de la plaza Constitución?, se pasearán por el centro de Santiago con paso mortuorio?.....

LaRomané dijo...

Quedé impactada con la historia, espero que con esto crezca el respeto hacia los animales, aun despues de su muerte.

Cariños
x0x00x
LaRomané

Indianguman dijo...

Genial la historia, es verídica? está como muy realista mágica.

(qué chusto, hoy duermo con la luz prendida)

ñau!

·º·DarkAngel·º· dijo...

"Los matamos para evitar molestias a los asistentes al cambio de mando"



Eso sería...


P.D.: Cambié dirección de blog, desde el perfil se llega para que me siga visitando ... adiosin

Coti Alonso dijo...

¿que le a pasado? que no ha escrito.

Un abrazo
exito

coti

Roberto_Carvallo dijo...

tiempo Coti. el Fucking tiempo...las hueas que escribo son muy largas así que me demoro un poquito..o yo pienso que son largas... las próxima semana día lunes, lanzo algo a la blogosfera...
adios.

Claudia dijo...

a decir verdad entre los gatos y yo hay una nula conexión...
tu historia me pareció notable, llena de pistas y despistes... enganchadora hasta el final
saludos

Nachitaxxx dijo...

cuco...
que bueno que no lei de noche...

Ponto García dijo...

Bello texto, sí.

Saludos.