lunes, noviembre 05, 2012

El Reemplazante. Aula Bizarra (capítulo II)


  Siempre me dan mala espina los lunes, es una sensación que  arrastro de mis días de escolar, ahora como profesor  no existe ningún factor que me haga pensar lo contrario. Es mi primera clase de consejo de curso, no tengo que hacer, comento esta situación  con  el 4º G de especialidad Electrónico. Pregunto por el presidente de curso, no ésta, Arturo Segovia el vicepresidente del curso  se hace  cargo de la clase, craso error, es un payaso, su rutina despierta  el entusiasmo de sus compañeros, de un momento a otro estos apacibles alumnos contenidos por la expectación del profesor reemplazante se transforman en  verdaderos monos, comienzan  a volar los papeles,  algunos alumnos se golpean los hombros en señal de no sé qué, esta conducta se contagia en todos, tengo que levantar la voz, grito en busca de silencio, me desplazo de un lado a otro, en un arrebato de fuerza tomo por los brazos a los jóvenes más hiperquineticos, y los siento en su puesto, pero mientras retenía a estos, otros se despiertan  en armas y lanzan más papeles, con una furia  inusitada los improvisados proyectiles dan violentamente en los rostros de los somnolientos, provocando una reacción mayor. Para  detener la revuelta, pegó un grito y amenazó con anotar en el libro de clase, algunos alumnos me gritan que anote a los rebeldes, las cosas parecen volver a la calma, pero esta no dura demasiado, treinta segundos después vuelve a cruzar por los aires del aula un proyectil de papel directo  a la cara de Mauricio Padilla, el joven de sonrisa fácil y cara de oso, se levanta enfurecido de su asiento, rápidamente lo detengo de los hombros y lo vuelvo a sentar.
 
-Anótelo profesor-, dijo Mauricio con su mejilla roja.
 
-no vi quién fue, ¡pero tu también haz lanzado papeles, así que siéntate y         no reclames!-, fue lo único que pude contestar.
 
He terminado las clases de mi segunda jornada, con la voz gastada y con el libro de clases del 4º G lleno de anotaciones, pero aún queda más, debo  asistir al consejo técnico de profesores. Al final de la Jornada de la mañana tomo un descanso para almorzar, me siento al lado de los profesores de Historia, entre ellos se encuentra el director del establecimiento (también profesor de Historia), a su lado el profesor de Lenguaje, este me pregunta en que colegio hice clases, yo le respondo que mi principal experiencia pedagógica fue el colegio José Gonzáles Vera, que se ubica en Avda. Ossa, comuna de la Reina.
 
-Lo ubico, es un colegio que parece casa particular y queda al frente de un cine- dice el Profesor de Lenguaje.
 
-El mismo Profesor.
 
-en ese colegio van puros alumnos que son desechados por otros colegios del barrio alto-, comenta el Profesor de Lenguaje.
 
-Yo asentí con la cabeza.
 
-¿No van puro vagos y delincuentes como en nuestro colegio?-, dice el director  mientras esboza una sonrisa entre mascada y mascada, de forzada ironía.
 
 -En ese momento  tuve la certeza de que los días que vendrían no serian fáciles.
 
Los profesores de dirigen a la sala 39, las mesas se encuentran ordenadas en forma de circunferencia, en los primeros pupitres resalta unos pequeños letrerillos con los nombres de los profesores jefes de los cursos del primer ciclo de enseñanza media, estas fondean  un altar integrado por la mesa principal, destinadas a las autoridades del establecimiento, a su espalda hay una pantalla y el datashow en la cual se visualizan las estadísticas de la última prueba Simce, cuyos resultados han bajado con respecto al año anterior. Es una tragedia para las autoridades del colegio. Los docentes se acomodan en sus posiciones, me arrimo a un rincón y trato de pasar desapercibido, desde ahí observo todo con distancia, en realidad este no es mi primer consejo técnico pero es el más concurrido al cual haya asistido. Es raro observar a cincuenta vejetes gastados por las batallas pedagógicas. La jefa de UTP con su pelo cano, recita frágiles argumentos  sobre la importancia de nuestro compromiso pedagógico con los jóvenes de la comunidad escolar, situación que esta directamente relacionada por el bajo resultado del colegio en la última prueba Simce.  La señora de UTP amenaza que vamos a perder la excelencia académica, ¡bla, bla bla!  La situación comienza a ponerse tensa, los profesores hacen sus descargos. Pero lo más interesante de todo es ver como algunos de los docentes reproducen las mismas actitudes de los alumnos en los salones de  clases, algunos viejos duermen a destajo en sus pupitres, otros conversan y la mayoría escribe garabatos en sus agendas, los únicos que toman las banderas de las batallas son los profesores de Lenguaje y Matemáticas, los cuales se sienten injustamente atacados por lo resultados obtenidos en  las mediciones gubernamentales, argumentan que sólo ellos  cargan el peso de los resultados, y que el resto de los docentes se muestra indiferentes antes los desafíos que les plantea el Colegio. Según mi opinión, tienen razón, cada  profesor actúa como un pistolero renegado del viejo oeste, acompañados por sus pistolas y una botella de whisky a medio vaciar en el morral. Por lo mismo, los profesores  Leguaje y Matemáticas siguen defendiéndose.  Salud por ellos, y disparo mi revolver al aire, total a resto le da lo mismo.
Pero en estos momentos descubro algo, yo no soy distinto a esos vejetes, también me he sorprendido escribiendo garabatos en mi viejo cuaderno de memoria, no sé porqué, pero lo hago. Estos son:
 
 
Los nudillos
Del viejo profesor
Son cómplices de los muros
Que se vanaglorian
De su impotencia.
 
Desde su pupitre,
Sus dedos
Dibujan mensajes
Que bailan al son
De las malas miradas.
 
En el aula,
Su espalda se enfrenta,
A la desidia
De rostros flagelados,
Por la inocua frialdad
De las calles sin nombre.
 
Las voces  jóvenes,
Descansan en los oídos,
Que lo acompañan,
Ellos son la lapida
De la tumba silenciosa,
Donde residen las esperanzas
Del viejo profesor.
 
            Dejé fluir las palabras, las imágenes sin ninguna pretensión, sin afanes de trascendencia, ¿si es poesía? No me interesa, lo que importa es desahogarse, estaba aburrido, y encontré esta solución. Talvez estas palabras sólo tengan sentido para mí, es como hacer una clases sin planificación, es enfrentarse a una manada sin miedo de ser aplastado, es peor, es asistir a una reunión sin la obligación de asistir, donde tu figura esta sólo asegurada por el miedo a no encajar con tus pares, así es. No sé porque algunas situaciones me ponen sensible o mejor dicho insensible. Termino el Consejo Técnico, es momento de partir.
 
            El martes a primera hora el Director acompañado por el Inspector General interrumpen mi clase de cívica con el 3ºA, no es la mejor forma de empezar la mañana, me piden un minuto, como negárselo, adelante –dije, con indiferencia-, para mí sorpresa los mandamases no vienen a dar una información, vienen directamente a reprimir.
 
 Jóvenes las cosas nos cuestan demasiado, para que ustedes las rompan- dice el director enojado-, ahora quiero  que los alumnos que estaban rayando el vidrio de la sala con un esmeril, sean bastante hombrecito y salgan adelante. Frente al silencio de los alumnos del 3ºA, el Director reacciona,  ¡sí yo los vi!, ¡Desde la calle!, No pude ver su rostro por el reflejo del sol, pero estoy seguro que fue en esta sala. El director apunta al final del aula y dice, -ustedes cuatro a mi oficina-, se levantan de sus pupitres los cuatro jóvenes del fondo con sus mochilas, cargado en su espalda la amenaza de expulsión si no delatan a los culpables, los mandamases me dan las gracias, y se retiran con sus sospechosos. Silencio estrectral, todos se miran, ¡que cagada!, si hasta el momento el curso se comportaba de excelente forma, cómo  me traicionan, no lo puedo creer, esto no es muy bueno para mi condición de profesor reemplazante. Me paseo por la sala,  y observo sus rostros, sé que debo decir algo, que mi misión es orientarlos en el buen camino, ¡já, já, já!, como si supiera cual es el buen camino. Justo el día antes, en el consejo técnico el Director habían hablado de los continuos atentados a los inmuebles del colegio y que los profesores teníamos la obligación de identificar y castigar a los alumnos sorprendidos en estos actos, las medidas debían ser ejemplificadoras, para estos caso se recomendaba derivarlos a la inspectoria.  ¡Que encrucijada!, ¿Debo orientarlos desde mi experiencia?, ¡Pero no me gusta hablar de mí!, Me da la impresión, que al contar parte de mí vida, estoy trivializando  mi experiencia, transformando mí sufrimiento, mí angustia, y contradicciones en un cliché moralizador, ¡Nunca me gustaron los clichés!, Mis recuerdos  son algo muy intimo, para que sean ignorados, no me gustaría que ellos se trasformaran en material de burla de mis alumnos. Los jóvenes esperan palabras mías, no hay remedio, debo actuar.
 
  ¡Atención jóvenes!, ¿Saben lo que me molesta de ustedes?, Es que piensan que los profesores somos unos marcianos, unos monjes tibetanos, pero muchos de nosotros pasamos por las mismas pellejerías que ustedes, deberían atreverse y confiar más en sus maestros.
 Yo también fui joven, me embriagué en las calles, caí preso y pase la noche con desconocidos borrachos  en un calazo con olor a meado,  me aburría en clase de Historia, lance piedras a carabineros, robé almacenes, me agarré a combo en las calles (por  simple diversión, besé y amé a mujeres sin compromiso… pucha que me hubiera gustado decir eso)  fui apuñalado por una manga de pasturries, ¡pero salí adelante!, ¡ Hice algo productivo con mi viva!, ¡Ahora soy profesor!,  Porque de joven  siempre tuve secretamente el interés de conocer y cultivarme- sin importar lo que pensaran los demás-, porque no me agradaba  que los adultos me mintieran, porque me gustaba caminar a la contra, porque anhelaba ser una persona conciente y creo que lo logré.
 
Pamplinas, no puedo decirlo, ¿quién soy yo?, Un cura, un mormón con traje y bicicleta dispuesto a vender mi  religión, no quiero transformarme en eso. Aprovecho la estructura del sistema educacional y me cobijo en el doble estándar, lugar donde todos los profesores poseen   vidas ejemplares, carentes de un pasado oscuro. Como muchos sólo  hago lo que puedo. 
 
Jóvenes, no los estoy acusando, pero si los cargos levantados por el Director  son ciertos, y alguno de ustedes es culpable, sería una verdadera vergüenza. Muchachos deben darse cuenta que la Escuela  será una de las pocas oportunidades que van a tener en la vida para rodearse de cultura y deberían aprovecharlo. Deben dejar de ser auto complaciente y asumir la responsabilidad que tienen con la vida y tratar de ser mejores seres humanos, y para ello deben educarse, dejar la flojera aun lado, no pueden  esperar que todo se lo de hecho el profesor o sus padres, ustedes solos pueden educarse, aprovechen el tiempo y lean, lean mucho, lo que sea, escriban,  desarrollen un discurso propio, rebélense ante la ignorancia o siempre van a marcar el paso. Les doy algunos ejemplos, que les pueden servir de inspiración. Los atentos rostros de los alumnos me asustan, pero su  silencio es música para mis oídos, -enjoy the silence como la canción de Depeche  Mode-,  continúo mi clase de cívica sin inconvenientes.
 
El resto de la mañana se deslizó apaciblemente, lo único que atentaba contra ese equilibrio era mi voz, cada vez más tenue y forzada, cada palabra se trasformaba en una odisea, los sonidos  emanaban desde mí estomago en una extenuante maratón hacia mi garganta, en ese lugar se producía una congestión donde los sonidos perdían toda coherencia, lo que salía a la superficie era una alarido suave y desgarrador, similar a una plegaria, raramente esa vibración captaba la atención de los alumnos, como si presenciaran una espectáculo donde la muerte era el juez de todos los acontecimientos pero que  nunca dictaba un veredicto, era lo más parecido aun encantador de serpientes, por lo menos así me sentía. Fueron unas clases excelentes.

domingo, octubre 07, 2012

El Reemplazante. Aula bizarra (Capítulo I)



Serán seis días, -dijo el director-, no pregunté por el sueldo, solo acepté. Me presento el día viernes a trabajar. Entro a la secretaría de Dirección, la secretaria me indica la entrada de  un pasillo y doy de frente con una sala, en su interior  se encuentran  cuatro señoras, me observan, me saludan, me acerco tímidamente, me preguntan lo típico, ¿de qué Universidad venía?, ¿Mi nombre?,  ¿Dónde vivía?, -conteste sus preguntas, haciendo hincapié que vivía en Peñaflor-, a los Santiaguinos les parece exótico que uno viva fuera del cordón urbano, eso te da un aire de sacrificio, que provoca simpatía en la gente, nunca he sabido  el por qué pero lo aprovecho. Me siento  en un sillón frente a un televisor y espero que toquen  el timbre.

Los profesores comienzan a ocupar la sala, se mueven de un lado a otro, aprovechan el tiempo para hablar de temas triviales, graciosos, el  resto se deslizan por la sala, toman y dejan libros de clases hasta dar con el correcto, como si fuera un ritual de iniciación, dejan pasar los minutos. Llega un asistente del inspector y los motiva a que salgan al patio,  algunos docentes lo ignoran, pero la mayoría acepta su realidad y sale en busca de sus cursos.

La formación se demoró veinte minutos, paso con el 3º A, en dirección a la sala once,  los jóvenes caminan  lentamente y revolotean por el pasillo del segundo piso, algunos me pregunta quién soy, yo los hago pasar  y le contesto que ya responderé a sus dudas.

Los Jóvenes me observan, esperan que abra la puerta de la sala. Nervioso introduzco la llave en el candado, giro la llave a la izquierda y después a la derecha, no abre, algunas gotas de sudor aparecen por mi frente, los alumnos continúan observándome, ( ¿se cuestionarán lo torpe que soy con las llaves?, ¿ Pensarán que esa es una pequeña muestra de mi debilidad?), giro la llave con fuerza de una lado a otro hasta que el candado cede, me pongo de pie y con un brazo levanto la barra de metal que atraviesa la puerta, me coloco a un costado, los jóvenes por fin entran a la sala.

¡Atención por favor!,   mi nombre es Roberto Carballo, soy profesor de Historia del Pedagógico y reemplazaré a don Claudio Martinez, él sufrió una angina, a los que se preguntan que es eso, les cuento que es una obstrucción a una arteria coronaria, o sea, del corazón( me siento algo torpe al hacer ese enfasís, corazón, pero nadie se sintió ofendido). El tiempo que reemplazaré a don Claudio depende de su recuperación, talvez sean seis días o un mes, eso no lo sé. Esa fue mi parca presentación, la cual repetiría con todo los cursos en que asumiera la cátedra. Después   de este primer acercamiento lo de siempre, pasar la lista, disfrutar la calma, (la tensa calma antes del enfrentamiento, donde cada uno mide al rival) y desarrollar la actividad pedagógica planificada. En este caso no tenia ninguna, así que reviso sus cuadernos, para mí sorpresa  no tenían materia escrita, miro el libro de clases, está en blanco. Les hablo de Historia, trato de motivarlos con mis apreciaciones. Acordamos un pacto de no agresión, ellos conversan en sus puestos y yo intento solucionar el dilema de la planificación de los contenidos, el cual se presenta como una monstruosa muralla, en dos días, debo armar material pedagógico para  recuperar el tiempo perdido del  mes anterior, en casa   pensaría que haría para la próxima clase. Por ahora me rasco la cabeza,  mientras ellos conversan, dibujan y escuchan música en los audífonos de sus celulares, no queda otra alternativa que pasearse por la sala, vigilar y tratar de conversar con los alumnos.

Segundo bloque de la mañana y me enfrento a un ataque de risa de un alumno del 3º H, su nombre es Johan,  lo llamo al orden, pero sigue  riendo junto a su compañero, le pregunto la causa de su risa, pero sus carcajadas no paran, no me queda más remedio que echarlo de la sala de clase. Pienso que esta acción me asegura el respeto del resto del curso, pero el compañero de asiento de Johan continua con la risa, lo miro a la cara y observo un gran chichón que cubre la mitad de su frente, esta anomalía cutánea resalta aún mas con su pelo tieso y puntiagudo.

¿Cuál es su nombre joven?

-Carlos Vásquez, profesor.

-por favor salga de la sala-, digo calmadamente.

            Inquisitivamente observo al curso, están es silencio, simulo una anotación en el libro de clases, me dirijo hacia la puerta, enfrento a los dos jóvenes risueños, estos ya habían dejado de reír,  sus rostros están rojos, miran al suelo y tratan de esbozar una disculpa, con mi mano trato de atraer su atención y  conciliar un silencio que me permita ordenar las ideas.

 -¿Por qué te reías?

- lo que pasa Profe es que se estaban burlándose de usted.

 -¡Pero eran ustedes lo que se reían de mí!

- es que no lo pudimos evitar profesor.

- ¿bueno y que dicen mí?

-lo que pasa Profe, es que usted se parece a Chocman.

 -¿y eso es todo?- digo desilusionado.

(Para tratar de llegar a un consenso, y mostrar mi benevolencia improviso un discursillo celebre sobre la tolerancia y el respeto).

Saben, yo como profesor respeto a todos los alumnos, a ustedes les he demostrado mí respeto y  por esa razón exijo el mismo trató. No  me costaría nada burlarme de usted y de los alumnos en general, porque debo estar sobre esas pequeñeces, para darle un ejemplo (señalo con la palma de mi mano la humanidad de del primer risueño) estoy seguro que le  hacen bromas por su nombre, Johan.
-Si profesor- dice Johan.
Yo podría utilizar esa situación para intimidar al curso, pero eso no lo haré ni usted ni con nadie, yo no me aprovecho de las inseguridades ni de los defectos de los alumnos.

Espero que escuchen con atención estas palabras, para mí lo más importante al interior de la sala es el respeto y espero que no rompan esta regla, porque tendré que tomar medidas.

- Si profesor, disculpe, no lo volveremos hacer- dicen los dos jóvenes.

            -Bueno, espero que su comportamiento cambie, porque en una segunda ocasión         no seré comprensivo. ¿Queda claro?

-¡Sí profesor!- contestan arrepentidos los jóvenes.

            -Espero que se comporten mejor  de ahora en adelante, porque para mi seria fácil      tomar represalias y mandarlos a la inspectoría y anotarlos en el libro, pero esa no       es la idea.

- ¿estamos de acuerdo?

-Si profesor- responden cabizbajo los alumnos.

-disculpe profesor, no era nuestra intención- dice el joven del furúnculo en la frente.

-¡Les voy a creer!, por favor vayan a lavarse la cara y vuelvan a clases.


Después de mi mensaje redentor, las palabras de estos niños asumían un eco en mi cabeza, esas vibraciones me molestan de sobremanera, escucho una y otra vez sus voces monocordes diciéndome ¡sí profesor!, ¡Sí profesor!, ¡Disculpe no era nuestra intención!, Sus disculpas me ofenden  más que sus risas, a pesar de observar un genuino arrepentimiento en sus ojos, sus ¡sí profesor! Me llenan de una sensación de vacío que no puedo  ignorar.

La gracia de este inesperado vacío me revela sorpresas, no  llevo ni cuatro horas en el colegio y ya fui bautizado con mi primer mote, Chocman, en cierto sentido es gracioso, en verdad me parezco a ese famélico héroe de los bizcochos cubiertos de chocolate, mi cuerpo es delgado, y poseo una prominente nariz, al igual que el susodicho, en lo único que se equivocaron mis nuevos alumnos es que no usó malla, tampoco antifaz, además soy mucho más musculoso y guapo que ese enclenque monigote de los comerciales. Pero mis conclusiones a ellos les importan un carajo, ya  dictaron sentencia, no queda más remedio  que padecer la condena de ese apelativo.

Terminé mi primera jornada, cada uno de los cursos que tomé durante la mañana me presentó una situación similar a la anterior, carencias de contenidos, de interés, y problemas conductuales. La rutina sólo es quebrada por los desagradables detalles, que para cosas de convivencia estudiantil no son detalles, son situaciones de vital importancia.

Durante la tarde del sábado  sufrí un pequeño ataque de ansiedad, que mejor que salir a beber unas copas con los amigos, volví temprano, con la intención de jugar fútbol el  domingo y tener una gran actuación deportiva, tal vez de esa forma me sacaría la tensión del cuerpo, pero en pleno encuentro deportivo tuve que salir por un dolor de estomago, mi equipo perdió, mi salida del campo de juego no se produjo por la ingesta alcohólica de la noche anterior. Según mi padre estos malestares eran producto de la presión de la semana,  ya que presenté  mi examen de grado el miércoles, terminando un proceso siete años, en el cual obtuve nota siete en la defensa de la tesis, no podía esperar menos calificación, estuve dos años escribiendo esa obstinada memoria sobre organizaciones de obreros anarquistas. ¡Ya soy un profesor titulado!, además debía adicionar el repentino ingreso al mundo laboral en el Complejo educacional Luis Durand de la comuna de Lo Prado, un colegio de fama conflictivo, para mi viejo esta era razón suficiente para tener hecho bolsa el estomago. Para  mi madre la razón de mi malestar es más simple, me había agarrado una gripe de puta madre, según ella esto me sucede porque salgo de noche y llego a casa al alba. De la cancha llegue pasado las seis de la tarde con dolor de cabeza, garganta y estomago, por prevención  pase a la farmacia por provisiones  y llene mis bolsillos de aspirinas y anti gripales, prendí el televisor como pude,  improvisé en una hora las actividades de la clase y me acosté como a las nueve.

sábado, septiembre 08, 2012

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martes, agosto 02, 2011

América Dolida




Hace 500 años América despertó con la cruz en la frente
una mano en sus caderas y el penetrador jadeo de lengua castellana.

Hoy América se hace carne en ti mujer
histérica esquizoide que gritas a solas en el interior del departamento
insultas, haces volar los platos desplegando chispas de incoherencias
con el ritmo de la lluvia amazónica lloras los abusos cotidianos del sistema
y reclamas días tras días sirviendo platillos de ardientes meriendas.

Confieso América haz crecido, lo veo en fugaces espejismos eléctricos
te aburriste de los ratones de la cocina, la basura y la piel de virutilla
santificas tu centro en un altar multicolor, motor de fantasías millonarias.
Tenías razón abuelo… un calzón tira más que una yunta de bueyes.



Te detesto América desquiciada y cruel.
Protectora de sicarios infantes de nariz empolvadas de tierra maldecida
mocos sistémicos del éxito pasajero, brisa húmeda de selva esclavista
tu tibieza entrega consuelo en el sonido de campanas de las iglesias
que canta y llora… llora y canta… con voz de procesión enlutada
despidiendo a los mártires que cuelgan de la cúpula con sus escapularios
exponiendo sus morados cuerpos imantados de moscas carnavalescas
extasiadas de carne y música.

América traicionera, puta y reventada.
enterraste en lo más profundo del desierto a tus verdaderos ángeles,
bellas doncellas ultrajadas, locos educadores anarquistas, justicieros sociales,
predicadores iluminados que a sabiendas de la derrota miraron valiente
el fusil del orden.


Lloras desconsolada América dolida… pero de qué.
¿Victima? ¿Victimaria? Quejumbrosa bastarda. Lloras de qué.
De vender tu sustancia, negar tus raíces ancestrales, de ignorar la sangre derramada.
De entregar tus entrañas a los miembros gordos y fétidos de imperialistas ilustrados.



América dolida, América llorona. América…
A pesar de lo incompresible de las corruptelas y de la intrascendencia de tus locuras.
Te amo amé rica dolida. Te amo en la presencia, y delirio apasionadamente en tu ausencia.
Confió, tus lágrimas regaran los jardines del campo santo de los tercermundistas mausoleos.

Brotaran nuevas semillas, se forjaran nuevos cuerpos, se iluminaran nuevas mentes aladas
Y plagarás el planeta de artistas que a pesar del doloroso llanto buscaran tu ardiente belleza.

La Palabra




La palabra
cayó a la tierra como un rayo
el hombre asustado
emprendió la travesía
por los continentes
en busca de su luz.
en el trayecto
los inconformistas
se convirtieron en poetas.

domingo, junio 26, 2011

Arboles



A orilla de la autopista
Los duraznos lloran
Lagrimas de resina
Que tatúan sus troncos
Que se mecen anárquicos
Al compás del salvaje viento.
Ciruelos que danzan
Más allá de la fiesta
Más allá del horizonte
Más allá del drama.
Álamos
Que lloran el réquiem
Porque no pueden caminar
Por las radiantes calles
De la ciudad fantasma.

lunes, junio 13, 2011

Desierto II

Quemé mi corazón
en las piedras ardientes del desierto
despoblado espejo de imágenes sin tiempo
oráculo de Babilonia, Roma y Nueva York.

Desierto
Eres prisma que refleja todos los rostros
sal que alimenta el karma
de los hombres que se dejaron vencer.

Desierto
Estratagema del caos
Arena de silente vuelo
Cobre de generoso color,
Oro que baña las almas
Viento que olvida todo.

Desierto
Calor que seca y adormece el habla
Desolación que construye utopías
Putas entregadas… putas danzarinas
Musas de mi grito global.


Desierto
Dónde estarán las mujeres
que acariciarán mis sienes
cuando recité el último verso.



Amada
Por ahora veo como el desierto
crece en una esquina del jardín.

domingo, abril 10, 2011

Calentamiento Global




En la yerma tierra
El viento quema
La nariz de judas.


Los charcos ardientes
Festinan el triunfo
De la maquinaria.


Babilonia colapsa
Su torre de alza al cielo
Explota en mil pedazos.


Astillas multicolores
Como el arcoíris
Se adueñan del horizonte.


El monzón juega
Con sus lazos
Que erosionan el planeta.


La muchedumbre
despavorida
Abandona el escenario.

Ellos cierran los ojos
Meten la cabeza
en la boca de los leones.


Los serenos cantan alabanzas
mientras la sangre
se mezcla con el agua.