El día de su cumpleaños, celebrado durante la madrugada del 18 de septiembre del 2007, Osvaldo realizó un anuncio sorprendente para todos los asistentes. ¡Amigos me voy a casar el 1 de febrero con mi amada Daniela!. Sus cercanos quedaron con la boca abierta.
Osvaldo es mi amigo de universidad, mi cómplice de aventuras y carretes nocturnos. Una ocasión me preguntó como era él como persona y lo definí como un “ Conchesumadre de gran corazón”. Osvaldo es una persona con gran carisma, tan cuentero como alta y delgada es su figura, bueno para la fiesta, gran contador de anécdotas, enamoradizo y puto como ninguno, pero frío y cruel con las doncellas que despiertan a su lado, pero un gran amigo de sus amigos. Por eso para Roberto el anuncio era un gran notición que debía celebrarse como dios manda.
Esa noche brindaron por su futuro junto a Daniela. La pequeña y hermosa novia estaba feliz y radiante junto a su amado.
Daniela se retiró de la casa de su novio avanzada la madrugada para asistir a un compromiso familiar al día siguiente. Osvaldo y Roberto tomaron hasta el alba, el novio se quedó dormido sobre la alfombra. Roberto lo levantó y lo fue a dejar a su cama. Después de eso Roberto se acostó a dormir en el sillón.
Al día siguiente Osvaldo se levantó como si nada hubiera pasado la noche anterior, con una vitalidad envidiable. Despertó a Roberto y lo invitó a un asado de fiestas patrias junto a su familia, Roberto a regañadientas se levantó y aceptó, pues deseaba compartir con la señora Alicia, Don Lalo y sus hijos. El gran novio fue al refrigerador y abrió dos cervezas Escudo para motivar el viaje de Roberto. Bebiendo iniciaron la travesía.
En la casa los estaban esperando la familia, con ensalada y el carbón prendido. Se abrazaron todos y comenzaron a conversar y departir los alimentos. Minutos después llegó el Tío Tito con un matrimonio compuesto por Susana y el Mauricio.
Don Tito era un viejo bueno para el trasnoche que durante su vida había experimentado de todo. Trabajó en los barrios duros de Franklin y Avda. Brasil vendiendo repuestos de automóviles. Al enterrarse del matrimonio de su sobrino regalón, casi va vuelta el vaso de tinto que se estaba sirviendo.
- No seaí tonto sobrino, cásate con un maricón son más leales- dijo Don Tito despertando las risas de todos.
Con las manos don Tito hizo un gesto a los varones presentes para que se acercaran y se distanciaran de las mujeres y comenzó a contar una anécdota, para aconsejar a su descarriado sobrino que iba a sentar cabeza.
Los hombres reunidos en un improvisado círculo y bebiendo cerveza en lata, escucharon la historia de don Tito.
Te voy a contar eso para que te cuides y no te dure tan poco el matrimonio como le ocurrió al Loco Willy.
Cuando trabajaba en el barrio Brasil, conocí al Loco Willy. Era popular en todo el sector con su afición de culiarse a los maricones del barrio. Le encantaba que le bombearan el semen de la tula con las nalgas apretadas de los mocitos. Los maricones le encantaban y cuando estaban necesitados lo invitaban a un trago y el Loco Willy le hacía el favor.
El Loco Willy le hacía a lo que venía, y también gozaba del sexo húmedo de las mujeres de todos los volúmenes y tamaños, eso puso furioso al maricón Luiso, quien le mandó a dar una zurra de dimensiones épicas o de Picos. Cansado de tanto dilemas el loco Willy cortejó a la Patty una mujer de curvas generosas y de armas tomar que trabajaba en el negocio de don Mario. Al poco tiempo de comenzado el romance decidieron contraer matrimonio.
Durante la noche de Boda, dentro de una habitación de un viejo hotel del centro, los novios comenzaron a besarse efusivamente, sus lenguas combativas los excitaban cada vez más, el loco Willy entusiasmado por la pasión de la Patty, comenzó a desnudarse y a tocarse el miembro frente a la novia, la observó caliente y le pidió que se desnudara, cuando la Patty quedó en ropa interior, el Willy se acercó a ella, la colocó de espalda frente a una muralla y con su voz ardiendo le dijo... ¡ Ya Patty Sácate los Calzoncillos que te voy a dar por Detroit! .
Ese comentario puso fin al corto matrimonio de Willy.
Las risas se escucharon en todo el callejón.
La tomatera continuó hasta el anochecer... el Osvaldo contó a sus amigos las innumerables ocasiones que fornicó con mujeres desconocidas y prometía que por Daniela nunca más lo volvería hacer. Roberto lo miraba incrédulo pero en el fondo quería que su amigo por fin fuera feliz. Mientras él pensaba en Carmela que estaba cada día más distante, ya no sabía si la amaba, pero de lo que estaba seguro, es que sucediera lo que sucediera nunca iba a tomar el camino de don Tito y el loco Willy, por eso siguió bebiendo.