viernes, julio 01, 2005

RECUERDO VELADO DE UN ALCOHOLICO . (Primera Parte)

La noticia tardó en llegar y la mayoría de nosotros lo supimos el viernes cuando nos juntamos a beber. Karfulen murió, el martes en la madrugada.

En su honor brindamos con un trago de Pisco al seco. Recordamos su caminar y algunas de sus historia. El Alejandro nos contó que lo había visto el lunes en la mañana durmiendo a la salida del Bar “el valle Verde” con una viejita, cubierto sólo con una par de mantas pertenecientes a la veterana, porque hasta donde sabíamos Karfulen tenía casa.

- ¿y como murió?- dijo Santiago.

- De frío supongo- dijo Alejandro- sólo sé que lo encontraron el jueves a orilla de un puente, la gente pensaba que estaba durmiendo la mona, pero cuando paso un día completo tirado ahí, llamaron a carabineros.

Ni siquiera me acuerdo el día en que lo conocí. Sólo estaba ahí en los alrededores de la plaza con un cigarro en la boca y su singular caminar, al acecho de una limosna. Nosotros también pululábamos por ese sector, de ahí partíamos a la botillería del “Pozze Latina”, en ese trayecto nos acostumbramos a toparnos con “Karfulen el Ñaña” que como gato aparecía de la oscuridad para arrebatarnos unas monedas.

Nunca supe como se llamaba, todos le decían así, nadie realmente se lo cuestionaba.

Según Gustavo, el nombre de “Karfulen el Ñaña” nació de la frase – Carculen Niños, que no tengo ni una monea para tomar- que era utilizada por él viejo para pedirnos dinero.


Para nosotros, él era un chiste, una imagen idealizada del estilo de un glorioso borracho misérrimo, con su paso cansino levemente cojo, su mano izquierda anclada en el bolsillo de su pantalón, mientras en la otra jugueteaba con un cigarrillo. Parecía estar en un sempiterno estado de meditación. A pesar de su precariedad siempre se la arreglaba para estar limpio, a veces usaba una boina o sino un gastado sombrero de trapo, ese detalle nos llamaba poderosamente la atención, forjando una serie de historias en nuestra imaginación.

Con él paso del tiempo Karfulen se transformó en el alma matter del borracho victorioso y orgulloso que nosotros queríamos representar, un tipo que había superado todos los limites, una especie de James Bond de la mendicidad, siempre ataviado con una clase poco vista en las cantinas de mala muerte.

Inspirados en su imagen habíamos inventado un chiste interno en nuestras jornadas de bebidas, una especie de sección televisiva que se llamaba la “fachión’s kaña” donde discutíamos de los estilo de vestir de los borrachos pordioseros, sobre la calañas de hoyos que engalanaban sus calzados y de los pupurries de ropas viejas, trapos, camisas y otros géneros que colgaban de los abandonados como adornos de un árbol de Navidad, de ellos, él referente indiscutido del glamour tufiento era Karfulen con sus vestones de lana ( que lo usaba hasta en verano) y su bufanda negra preocupadamente atada al cuello como un viejo tangueros del arrabal. El también era nuestra epifanía nocturna, que nos alertaba que el futuro también nos podía jugar una mala pasada, pero a pesar de ellos teníamos la posibilidad de llevar nuestras heridas y miserias con dignidad.

3 comentarios:

Fab Llanos dijo...

lamentable perdida. Me recuerda al "loco" de mi ciudad: el patáenlaraja, que también murió, pero de cáncer a la garganta y pulmones. Mi pueblo nunca fue el mismo desde entonces. Es como si echaran abajo tu escuela o urbanizaran el potrero donde tantas veces jugaste a elevar volantines.

Roberto_Carvallo dijo...

sería una gran idea recolilar toda esa fauna. que tanto lle´nño nuestra fauna.
ojala. podamos volver a salir juntos.
adios trodemas.

welcome.

Roberto_Carvallo dijo...

disculpa quisiera escribir mejor pero......