jueves, diciembre 24, 2009

La muerte de Roberto Carvallo


Capitulo I.

La pieza de madera tenía las cortinas cerradas, solo la penumbra y un televisor Sony de 21 pulgadas modelo Triniton acompañaba al pequeño Roberto Carvallo. Recién había cumplido los cinco años, se encontraba aquejado de hepatitis y no podía hacer nada, solo reposar y ver programas de dibujos animados. En su cuadrada compañera de imágenes pasaban un programa de la Warner Brothers, era una parodia de la Primera Guerra Mundial donde el Pato Lucas era un soldado americano que salía de las apestosas trincheras del territorio francés para burlarse de los oficiales germanos, que actuaban como idiotas acompañados de sus cascos prusianos con punta de lanza clavándose la mano en ellos, mientras el Pato Lucas saltaba , reía como un demente en la tierra de nadie esquivando los alambres de púas mientras los soldados alemanes le disparaban de todos los flancos. Cuando terminó el cartoon Roberto sintió por primera vez la angustia de la muerte, precariamente se dio cuenta que los dibujos animados podían aspirar a ser inmortales y que él podía morir en cualquier momento, la finitud de la vida golpeó su cara y el corazón latió pesadamente, lloró, gritó y supo que hiciera lo que hiciera nada iba a cambiar, entonces buscó los brazos de su madre pero ella estaba trabajando en la fabrica, solo estaba la almohada para abrazar y la televisión quemando el silencio. En la tarde cuando su madre llegó cansada de la fabrica, el pequeño Roberto le contó lo que había sentido y que tenía miedo de morir, ella trató de consolarlo diciendo que eso no iba a pasar, que debía cuidarse de la hepatitis y hacerle caso a las recomendaciones del doctor mientras lo abrazaba y acariciaba su pelo. Roberto le pidió si le podía comprar todas las tardes un helado de lúcuma, porque cuando el heladero pasaba en las tardes gritando sus productos le saltaba el corazón por la emoción y la alegría, desde ese día su madre llegaba a casa con una sonrisa y el helado favorito del pequeño Roberto una paleta de Lúcuma Santa Inés (que adornaba su envase con una coqueta gatita con un pinche rojo entre sus orejas), con ese dulce sabor en la boca él no podía más que sonreír y sentirse feliz.

4 comentarios:

Alkazar dijo...

me encanto profe, epor aun le cuestiono por que quiere matar a roberto carmallo si es su lado escritor? acaso la chispa lo abandona y no quiere muera sin una gota de esperanza

Diana dijo...

Roberto no puede morir ... es un gran escritor ....

BELMAR dijo...

Roberto internado entre sus recuerdos/fantasías se hace más humano y palpita sobre el pasado... y sobre sus propias huellas y sombras.

BELMAR dijo...



Que el año que comienza nos traiga energía e inspiración para crear mundos deseables y habitables desde la palabra empeñada. ¡La imaginación al poder¡ ¡A conquistar la realidad!

Un gran abrazo para ti.


«Cada rincón de un minúsculo florecer se hace cotidiano tras la palabra hasta habitar lo des-habitado como infante frente a la hoja en blanco.»

BELMAR