En cada ventanal de la biblioteca descansa el busto de un gran pensador occidental, observando con frío desdén, como los mortales utilizan sus obras inspiradas en la frágil divinidad. Las mesas verdes reflejan el cielo, las lámparas de bronce simulan la balanza de la justicia. Concentrados lectores, jovencitas aficionadas a las novelas de amor y trasnochados anarquistas tratan de revelar un pasado. Sus murmullos y silencios se funden con el barullo de Santiago transformando el sonido en un “oooómmmmm”, única alternativa para leer en la vorágine y no perderse en la desesperación de las calles. Devuelvo el libro, y vencido me retiro.
martes, junio 28, 2005
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2 comentarios:
El mejor lugar es bajo el busto de Virgilio. En esa mesa es donde casi siempre se sientan las chicas más lindas.
chuta, no me habÃa fijado en ese interesante detalle. cuando vuelva estaré cerca de ese maldito romano.
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