domingo, julio 24, 2005

El Lejano Sonido de las Sirenas. (Tercera Parte)

Pedro siempre supo que vivía en un lugar difícil, pero nunca pensó que la gente de su propio barrio se iba a transformar en una amenaza. Pedro quiso comprarse una corta plumas o un bastón de defensa, pero no lo hizo, por culpa de unos hueones no iba a desconfiar de toda la gente, eso a él le molestaba, no quería pensar que vivía dominado por el miedo, además como iba a tener la mala suerte de toparse a cada rato con el Lenteja y su gigantesco secuaz. Pedro sabía que podía vivir ese mes tranquilo, que después de esta fechoría el Lenteja y el Porcino iban a desaparecer del sector por un par de semanas.

En la bomba se sabían muchas cosas. Durante un mes el bombero al cual el Lenteja había amenazado con un cuchillo, les preguntaba a los carabineros si habían atrapado a los asaltantes de la bomba Copec, los carabineros llenaban sus estanques, se fumaban un cigarrillo y le contestaban que no tenían ni un rastro de esos pinganillas, después de eso se marchaban en sus patrullas, el bombero al cual le decían Chacho murmuraba unos garabatos y golpeaba el suelo con las puntas de sus bototos. Un día, el Paco López llegó en su moto, pidió que le llenaran el estanque de gasolina, llamó al Chacho y al Pedro. Les preguntó si ellos fueron los asaltados, los bomberos asintieron con la cabeza, el paco López, sin que nadie le preguntara les contó que él tipo al cual apodaban “el Porcino” estaría involucrado en una asesinato de un campesino que había tenido lugar en la costanera del río Mapocho a unos cien metros del puente Pelvín, pero la policía aún estaba investigando.

La música de la radio Pudahuel alegraba el ambiente en la bomba Copec. Pedro preparaba unos combinado en la caseta, con un pisco que había comprado en el supermercado antes de iniciar su turno. El Chacho conversaba con don Ismael. El Pedro se acerca a ellos con tres vasos.

Don Ismael era un viejo conocido por los bomberos de todas las bencineras de Peñaflor, en ellas guardaba los carritos de la basura, los cuales pasaba a buscar de madrugada antes de comenzar su jornada laboral. Don Ismael sólo necesitaba una par de sorbos para ponerse alegre, ya al tercer vaso contaba sus hazañas sexuales con las viejitas de la población, según sus comentarios el aún era capaz de echarse tres cachas por noche, después de cada historia don Ismael amenizaba el relato con una canción (de preferencia boleros), al cantar dejaba al descubierto la ausencia de sus dientes delanteros, sus lengua ocupaba su espacio lanzando saliva a destajo, entre más emoción ponía a la interpretación más saliva lanzaba.

El Chacho cambió la radio, estaba un poco aburrido con el espectáculo de don Ismael. Por la esquina izquierda aparece un joven con una botella en la mano, Pedro lo observó con recelo, el joven caminó derecho por la bomba sin mirar a nadie, don Ismael sale de la oscuridad y le dice- ahora no saluday po’s roto, quién te ve y quién te viera-, el joven levanta la cabeza y le contesta - ¡buena don Ismael!, ¿No se toma un traguito conmigo?-, don Ismael dice con confianza -No puedo, tengo que ir a trabajar, por qué no te acercas y te sirves algo con nosotros-, el joven se acercó, su nombre era Esteban.

La conversación se dio fluida y en un clima de respeto, después de unos buenos tragos la confianza estaba en su punto más alto. Esteban quiso contar una historia. Primero le Preguntó al Chacho y al Pedro si conocían al Lenteja, ellos contestaron que sí, pero no dijeron nada del asalto. El Esteban se frotó las manos y se tomó un buen sorbo de copete. Los ojos del Pedro casi se salían por la expectación. Mire don Ismael esta historia la supe hoy, saben del crimen de campesino y que el principal sospecho es el Porcino, - si sabemos, contestaron los bomberos-, pero eso no fue todo. El Porcino asaltó a un viejo campesino, se fue en la volada y lo mató, pero el hueón no se conformó con eso, además escondió el cadáver en una pequeña caleta debajo del puente Pelvín, donde acostumbraban tomar y drogarse con sus amigos. Tapó al difunto bajo unos cartones y le colocó una colchoneta encima. Supuestamente el asesinato del campesino ocurrió al atardecer a eso de las ocho, después la caleta quedó vacía, como a las once y media de la noche llegó el Lenteja con unos longis a tomar a la caleta, estaban meta Pito, Angustia y vino tinto, creo que hasta Neo había, estaban en lo mejor del carrete cuando llega el Porcino y se puso a tomar con ellos, en una de esas un huéon hizo un comentario sobre el mal olor del lugar y el Porcino se cagó de la risa, y le muestra a todo el grupo el fiambre que tenía escondido. El Lenteja entró en pánico, se volvió mono y le sacó la madre al Porcino, pues cómo se le ocurría involucrar a toda la manga en un asesinato escondiendo un cadáver en un lugar que les pertenecía a todos, ellos podían ser ladrones, pero en ningún caso eran asesinos. El Porcino con la cara de un desquiciado le dijo al Lenteja que le ponía demasiado color, qué el tonto hueón del campesino se lo buscó, y que ahora sólo era un pedazo de carne hedionda. Él se arregló la chaqueta de cuero y le preguntó al Lenteja con un tonó de voz burlona, ¿qué te pasó en la cárcel Lentejita?, ¿Te transformaste en Mamita?, ¿Se te quemó el arroz?, Vociferando al resto de los presentes, les preguntó por ultima vez si había salido de la cana como un maricón. El Lenteja se puso furioso y se abalanzó sobre él con una ráfaga de golpes. Los amigos de ambos dejaron las risas nerviosas y se dedicaron a separarlos. El Porcino se limpió la sangre del labio, y le dijo al Lenteja sí tenía miedo de volver a la cana, o te quedó gustando comer pescado por el culo. El Lenteja trató de alejarse del lugar, fue en ese instante cuando el Porcino le pegó con un palo en la cabeza, el Lenteja quedó medio aturdido, situación que fue aprovechada por el Porcino y el resto. Lo amararon de manos y pies, después lo tiraron sobre el colchón que había sido utilizado para tapar al campesino, lo golpearon para ablandar su carácter y procedieron a violarlo. Cuando Esteban terminó la historia, la bomba quedó en silencio por algunos segundos, don Ismael, Chacho y Pedro se miraron con asombro.



Al terminar el verano Pedro renuncio a la bomba, quiso buscar nuevos horizontes, llevaba dos semanas cesante, pero con posibilidades ciertas de volver a trabajar. Ese día le tocó ir a buscar su finiquito en la mañana, por la tarde Pedro salio con su polola Jenny, fueron al cine, después pasaron a comer a un salón de comida rápida, al volver a Peñaflor, se besaron en la Plaza. Jenny tomó un colectivo y se fue. Pedro caminó en dirección a su casa, al llegar a la esquina de Vicuña con el camino de Diablo prendió un cigarrillo, cruzó la calle. Detrás de los árboles apareció la figura del Porcino, estaba borracho, le pide un cigarrillo, Pedro saca uno, el Porcino lo tomó y comenzó a fumar. El Pedro sentía un coraje enorme que era dominado de cabeza a los pies sólo por la razón y el recuerdo, no tenía fuerza para echar a peder un día tan maravilloso como ese. Pedro decidió dejar pasar las venganzas personales, qué sacaba, con ese convencimiento siguió su rumbo. El Porcino después de unos metros, le gritó – ¡socio pare! -. Pedro se detuvo y observó como se acercaba, -¿Sociate no tiene gamba que me regale?- dijo el Porcino totalmente angustiado. Pedro le contesta con firmeza - loco no tengo -.

2 comentarios:

Roberto_Carvallo dijo...

Cuervo... Ni la Mary ni la Julita..el que esta contando la historia de la violación del Lenteja es el hueón que esta tomando con los bomberos...por lo tantos no conoce todos los detalles... pero igual le voy hacer unos cambios...
y ahora se viene el final de estos kumas charchas...

adios y gracias a todos por los comments...

El señor K. dijo...

Hay un tema de tiempos, de cronología de los hechos de las tres partes que no me queda muy claro.
El resto todo bien, excelente. Parece que Peñaflor se las trae con sus historias sórdidas. Creo que estaría bueno incluso para guión de película. Piénsalo.