Terminó su última diligencia varias horas atrás, Manuel está a la deriva en la ciudad. Una inesperada resaca lo desplaza de un lado a otro. El único movimiento que fluye de su alcoholizado cuerpo es apoyar su cabeza en el respaldo del asiento de adelante. Solo atina a preguntar a los ocasionales pasajeros que se escurren a su alrededor: ¿Si falta mucho para llevar a Estación Central?.
Desde su locura escucha murmullos, percibe siluetas y luces borrosas se deslizan a través de los cristales.
Su voz, la conciencia o alguien más, lo reta y aconseja, que no debe corromperse por Santiago. Pues esta ciudad se devora a los forasteros.
Una mano fuerte lo zamarrea.
- Acá debe bajarse, ya llegamos al paradero- pronuncia gravemente el chofer- ¡Mierda, vomitaste mi micro!
Al bajar, Manuel cae al suelo, las micros devienen en agua y la ciudad se inunda.
Y Manuel sólo espera llegar bien a Casa.
viernes, julio 15, 2005
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1 comentario:
Asà llego, recién, después de una noche de luciérnagas y vino. Sin ampolletas esta vez, esperando la micro con cara de trasnoche, con cara de borracho. El resto viene peinadito y discreto.
Respecto al jolgorio que ha encendido los ánimos, he enviado mi respuesta por mail a todos los involucrados e involucrada.
Dormir en la micro: lo peor.
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