Los nudillos
del viejo profesor
son cómplices de los muros
que se vanaglorian
de su impotencia.
Desde su pupitre,
Sus dedos
dibujan mensajes
que bailan al son
de las malas miradas.
En el aula,
Su espalda se enfrenta,
a la desidia
de rostros flagelados,
por la ofensiva frialdad
de los pasillos sin nombre.
Las voces jóvenes,
descansan en los oídos,
que lo acompañan,
ellos son la lapida
de la tumba donde reside
las esperanzas
del viejo profesor.
9 comentarios:
y los pasillos vacios de pasos y carreras de un lado a otro, y las voces y las risas que se diluyen en el silencio, la tiza sobre una superficie negra que traza destinos.
el sol de la tarde alumbrando las esperanzas, mientras ese viejo profesor toma un poco de cafe.
un beso ro.
Y yo aquí con la mayor frustración de mi vida:
Haber sido profesora.
Y de historia más encima.
Y escribiría poemas como éste pensando en mis niños y en el mapa mundi, en Constantinopla y en los viajes de Colón...
Nada, pues, que me dio pena su poema. Eso.
Besos.
Capaz que todavía tenga tiempo,
no lo había pensado...
Coincido totalmente, ser profesor es una pega ingrata... aparte de conseguir cuero de chancho con el tiempo.
Saludos.-
no me gustan mucho los poemas..... pero este está bueno
abrazos, hasta luego!
los profesores me gustan: mientras más gastos por la vida, mejor. Onda lavaos a piedra. como usted, don.
que lindo... me recordo a las palabras de mis profesores cuando salí de cuarto medio. Quizás, todos terminaremos asi algun dia.
lindo poema, profe.
saludoz
Todos terminaremos bajo tierra eso es seguro Nachita, el problemas es como nos perjudicamos en el camino.
gracias a todos por leer este mal garabato o mal chiste...
pero era necesarios pues el final de año como profesor es maldito, nunca lo habia vivido de esta forma... pero ya queda poco para salir eso es lo bueno...y me podré ir tranquilo a la patagonia a cazar Jabalies...
adios y saludos a todos, mis compañeros de bloggers.
La tiza hace que se me seque extremadamente la piel de las manos, de por si secas con el frio de las mañanas del sur.
También sin serlo, las oficio de profesora y comparto su mal chiste, su malgarabato tan exacto.
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