viernes, agosto 10, 2007

Perros de la calle (Capitulo II)



Cansado Roberto apoya su cabeza contra el respaldo del asiento. Levanta su brazo y observa su reloj que marca un cuarto para las cinco de la tarde, al bajar el brazo, su vista inconscientemente va a cruzar el vidrio contiguo, la calle se alza como el único escenario capaz de entretenerlo en ese momento, se detiene en una hilera de eucaliptos tratando de captar los diferentes matices de verde que poseen sus hojas, Roberto no alcanza a lograr su frágil misión, la velocidad juega en su contra sumiéndolo en una tristeza marcada por el olvido galopante de las ruedas del vehículo.

Su casual melancolía se apodera de él mientras quedan atrás los árboles, las viejas casas de húmedas maderas y pintura resquebrajada, y en el horizonte las montañas que lucen sus picos nevados.

El colectivo se detiene en la entrada del pasaje Manuel Rodríguez que está perpendicular al camino del Diablo, vía llena de mitos y leyendas fantasmagóricas que une al pueblo de Talagante y Peñaflor. Una Señora de cuerpo firme y generoso, abre la puerta y posa su trasero en el asiento delantero. El chofer disimuladamente le mira las piernas mientras le recibe el dinero del pasaje.

El vehículo parte y se desliza nuevamente en el pavimento del camino del Diablo. Roberto se concentra en el camino y recuerda las leyendas que les cuenta a sus alumnos al inicio de cada clase. Le encanta relatar historias, especialmente la que narra el origen del camino del Diablo, donde resalta la rivalidad de estos dos pueblos.

Durante la época de la Colonia, una joven y atractiva mujer, hija del mayor hacendado de Talagante que se enamoró de un misterioso huaso de lujosa estampa, el cual resultó ser el mismísimo mandinga. A pesar del esfuerzo del padre, Belcebú encarnado en el huaso, logró desposar a su hija. Realizado el matrimonio con el demonio, los dos pueblos comenzaron a realizar intensas procesiones religiosas para dejar al diablo y a su esposa encerrada en el camino que une a Talagante y Peñaflor, hasta que lo lograron. Los Talagantinos construyeron una cruz de hierro a la entrada de su comuna y los peñaflorinos levantaron una virgen María en la cima del cerro que vigila la entrada del pueblo.

Pero Roberto sabía que esto sólo eran historias y que lo más probable que el camino obtuvo su nombre por las impenetrables zarzamoras que se ubicaban al costado de la ruta y que fueron el terror de los ciclistas borrachos que terminaban sus juergas aprisionados en sus espinas.

Roberto dejó las leyendas y se ensimisma nuevamente en el paisaje rural, el rugir del motor los conduce a un somero sueño. Siente un fuerte golpe en el parachoques del vehículo, el conductor frena bruscamente, para reiniciar su trayecto. Roberto lo primero que pensó, fue que el chofer pisó un gran hoyo del pavimento. Él abre los ojos y observa las pupilas dilatadas, húmedas de espanto de la pasajera que está sentada a su costado y como la mujer gira su cabeza hacia la izquierda hipnotizada por el accidente. Roberto la sigue con su vista, resulta ser un perro mestizo similar a un pastor alemán que fue arrollado por el vehículo, su cuerpo inerte y tieso gira en el pavimento a gran velocidad y en dirección contraria al colectivo.

El cuerpo que hace unos segundos estaba lleno de vida, ahora parecía un peluche del infierno, yermo y destrozado, queda tirado a la vera del camino sin más espectadores que los pasajeros del colectivo.

Aún la mujer sentada al costado de Roberto no sale de su asombro, está profundamente impactada, su corazón late fuertemente, quiere emitir algún reclamo, pero no es capaz de decir ninguna palabra.

El chofer comienza a emitir explicaciones sobre su accionar, sin que nadie se las pida, se nota la culpa en su cara, dice que no le quedó otra opción, que pudo ser mucho peor para ellos si trataba de esquivar al perro.

Roberto siempre había visto animales muerto a la orilla del camino, perros grandes, medianos y pequeños; gatos, y ratones. Pero esta vez el cadáver del quiltro provoca una sensación de vacío que el Joven no puede ignorar.

12 comentarios:

Mata Hari dijo...

De SU ESCIRTO NO TENGO MUCHO KE DECIR.. COMO SIMEPRE SE LUCE EN ELLOS, EXELENTE Y UD LO SABE MEJOR KE NADIE.

P.D: algun dia sabra la respuesta de nuetras irreverencias y el porke nos cerramos y no somos igual de buenos ke en nuestra vida "escondida".

Tau!

Roberto_Carvallo dijo...

chupalla me había comido un fragmento de la historia...ahora está completa...con mayonesa y todo...


adios

anchubou dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
::: Isis ::: dijo...

Hola Guapo!


Ayer lei toda la historia... y estaba dejando un comente y sorto la luz :( asi que trataré de reproducir algo de lo que decia.


Bueno y fuerte el tema que tocas, he visto perritos atropellados por la calle y es impactante quedas con una sensación terrible... de no poder hacer mucho... es indescriptible, muchas veces atropellados con alevosia y otras tantas por mero descuido de los dos.

Quede triste con la historia... quizas los días de invierno.


Besos Profe!

Diana dijo...

Tienes una manera tan atractiva de escribir las historias... como si fueran únicas...


(me gusta mucho el termino "chupalla")


te dejo besos

Beatriz Lorca Espinoza dijo...

Que hubiera sido interesante, entretenido y estimulante que mis profes empezaran sus clases con alguna historia, sobre todo si es tan buena como la de Talagante y peñaflor... Acá en el norte florecen como los minerales las historias de mandinga y son demasiado buenas y terrorificas uuuuuuuuuu.

Bien interesante el recorrido de ese colectivo.

Muchos cariños

AteNea dijo...

Ops, yo también vivo por ahí.. y una vez casi chocamos en el camino del diablo, el auto se salió del camino y casi..

Buen cuento..

Y nop no tienes mente de asesino.. lo digo por tu post.

Salu2

Isidora Cousiño V. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
cabellosdefuego dijo...

un peluche del infierno.

quizas me paso de pelotuda, pero creo que yo no he escrito una frase tan buena.

C. Jara Villarroel dijo...

Querido maestro...

a principe designado, principe popular no cree??

Por lo que te declaro principe del blog jajaja

besos!!

pd: en septiembre la K-ti y yo estamos de cumple 5 y 10

anchubou dijo...

oye!
te cambiaste el nombre xD

...morí de risa con el comentario de los pezones gruesos del macho joven y obeso xD

...y luego mori de risa de nuevo con el comentario anonimo! ...qué le pasa a la gente hoy en dia!? ...todo es tratado a chuchá limpia!

...en fin...

un beso!
chau!

Luis Pozo Rojas dijo...

Que bueno leerte beto...hace años que no sabía de tí. salu2