Una ráfaga de viento desplazó de su gancho a una pequeña rama de raulí que cayó en la cabeza de Santiago, en ese momento a él le hizo sentido la advertencia que firmó al registrarse en el camping, “ Usted se hace responsable de los accidentes que puedan producirse en el camping “Pie Grande” debido al famoso viento de la zona de Bariloche, el cual suele botar ramas de los árboles”. Santiago a quién su compañero de viaje le decía Chago, sintió rabia con el administrador del recinto, ganas de insultarlo, pero ese deseo de revancha desapareció momentáneamente cuando Roberto le preguntó como quería el whisky, si cargado a lo rudo o suave estilo colegial.
Sentados en la perpendicular izquierda de los troncos que separaban los sitios de acampar, Santiago y Roberto bebían su licor, y comentaban las costumbres de los argentinos, pues ellos consideraban que tenían mal gusto para los licores, que tomaban puros tragos afeminados como la menta y cacao, condicionando al público en general a disfrutar sólo de la cerveza y los vinos. Además los precios de los whisky eran prohibitivos para los simples mortales. Con el precio de un Jack Daniels podías comprar dos botellas en Chile.
Desde las penumbras del atardecer apareció una figura de un ser humano imponente, de casi dos metros de altura, el cual atravesó por medio de las carpas. Su caminar era cuidadoso y se fijaba en cada detalle de su entorno. Abrió su pequeña tienda, sacó un laúd, deslizó sus dedos por los cuerdas, desde su bolsillo extrajo un afinador electrónico y lo utilizó en su instrumento.
- Mira hueón la mina grande- dijo Roberto.
- No es mina es un Travestí- contestó Santiago.
- En la tarde la estaba observando cuando se sacó su chaqueta y claramente la mina tenía tetas.
-jajaja hueón te gustó el travestí todo porque es europeo.
- No pasa nada chuchetumadre – respondió agresivamente Roberto- En todo caso la mina aperrada para salir sola de viaje y con un idioma que no es el suyo.
- Tienes toda la razón.
-¿De qué nacionalidad será?- Preguntó Roberto.
-Supongo que será alemana o canadiense. Eso locos son rudos y le gusta la cosa outdoors.
-¿Pero es hombre o Mujer?
- No sé, no sé hueón.
La mujer de aspecto germánico tocó con destreza el laúd sentada en una banca, el sonido de sus cuerdas llamó poderosamente la atención de cuatro viajeros españoles (tres hombres y una mujer) que se encontraban en el sitio contiguo a los chilenos. Dos varones Españoles con ropas desgreñadas y toques artesanales, entablaron una conversación con la mujer europea, le preguntaron sobre el origen de su instrumento y la invitaron a cenar.
- Estos europeos son tan buenos para iniciar conversaciones triviales- dijo Roberto después de sorber de su vaso plástico un poco de whisky.
- No creo que sea así, supongo que es su actitud de viajeros que los incita a preguntar- respondió Santiago después de votar la colilla se cigarro al suelo.
La mujer de rasgos germanos observó detenidamente el lugar antes de sentarse junto a la improvisada mesa que servía de centro de reunión.. La única mujer del grupo de españoles se presentó como Roció, se levantó de su puesto y la saludó con dos besos en las mejillas. El más alto del grupo de peninsulares, David, interrogó con un tono de voz acogedor a la monumental mujer germana, mientras sus compañeros preparaban unos huevos con tomate, ajo y cebolla. Ella se presentó en un tosco castellano como Femke, relatando brevemente sus orígenes. Era holandesa de nacimiento, pero de padre Canadiense, y decidió establecerse en esta última nación debido a su profesión
Una extraña sensación invadió a Santiago y a Roberto, que no podían dejar de escuchar lo que conversaban sus vecinos europeos, situación que se acrecentó cuando la gigante Femke contó algunas labores de su oficio. Ella trabajaba como veterinaria en un Parque Nacional en Canadá capturando a Osos Grizzlies, a los cuales les colocaba un collar para monitorear sus movimientos. También contó sus intenciones de establecerse en Chile y comprar una gran extensión de tierras para la preservación ecológicas de las especies nativas. Sergio un vasco medio anarquista le preguntó por el problema de Douglas Tompkins y ella se mostró claramente a favor de los proyectos del magnate estadounidense. Esa conversación ardió profundamente en las cabezas de los dos Santiaguinos de Chile, los cuales hubieran dado todo el whisky que poseían por interrogar a la poderosa mujer de tez blanca, ojos azules, rictus recio, melena rubia ondulada y poderosa espalda.
- Que interesante la mina, a pesar de ser travestí- dijo Santiago.
Sentados en la perpendicular izquierda de los troncos que separaban los sitios de acampar, Santiago y Roberto bebían su licor, y comentaban las costumbres de los argentinos, pues ellos consideraban que tenían mal gusto para los licores, que tomaban puros tragos afeminados como la menta y cacao, condicionando al público en general a disfrutar sólo de la cerveza y los vinos. Además los precios de los whisky eran prohibitivos para los simples mortales. Con el precio de un Jack Daniels podías comprar dos botellas en Chile.
Desde las penumbras del atardecer apareció una figura de un ser humano imponente, de casi dos metros de altura, el cual atravesó por medio de las carpas. Su caminar era cuidadoso y se fijaba en cada detalle de su entorno. Abrió su pequeña tienda, sacó un laúd, deslizó sus dedos por los cuerdas, desde su bolsillo extrajo un afinador electrónico y lo utilizó en su instrumento.
- Mira hueón la mina grande- dijo Roberto.
- No es mina es un Travestí- contestó Santiago.
- En la tarde la estaba observando cuando se sacó su chaqueta y claramente la mina tenía tetas.
-jajaja hueón te gustó el travestí todo porque es europeo.
- No pasa nada chuchetumadre – respondió agresivamente Roberto- En todo caso la mina aperrada para salir sola de viaje y con un idioma que no es el suyo.
- Tienes toda la razón.
-¿De qué nacionalidad será?- Preguntó Roberto.
-Supongo que será alemana o canadiense. Eso locos son rudos y le gusta la cosa outdoors.
-¿Pero es hombre o Mujer?
- No sé, no sé hueón.
La mujer de aspecto germánico tocó con destreza el laúd sentada en una banca, el sonido de sus cuerdas llamó poderosamente la atención de cuatro viajeros españoles (tres hombres y una mujer) que se encontraban en el sitio contiguo a los chilenos. Dos varones Españoles con ropas desgreñadas y toques artesanales, entablaron una conversación con la mujer europea, le preguntaron sobre el origen de su instrumento y la invitaron a cenar.
- Estos europeos son tan buenos para iniciar conversaciones triviales- dijo Roberto después de sorber de su vaso plástico un poco de whisky.
- No creo que sea así, supongo que es su actitud de viajeros que los incita a preguntar- respondió Santiago después de votar la colilla se cigarro al suelo.
La mujer de rasgos germanos observó detenidamente el lugar antes de sentarse junto a la improvisada mesa que servía de centro de reunión.. La única mujer del grupo de españoles se presentó como Roció, se levantó de su puesto y la saludó con dos besos en las mejillas. El más alto del grupo de peninsulares, David, interrogó con un tono de voz acogedor a la monumental mujer germana, mientras sus compañeros preparaban unos huevos con tomate, ajo y cebolla. Ella se presentó en un tosco castellano como Femke, relatando brevemente sus orígenes. Era holandesa de nacimiento, pero de padre Canadiense, y decidió establecerse en esta última nación debido a su profesión
Una extraña sensación invadió a Santiago y a Roberto, que no podían dejar de escuchar lo que conversaban sus vecinos europeos, situación que se acrecentó cuando la gigante Femke contó algunas labores de su oficio. Ella trabajaba como veterinaria en un Parque Nacional en Canadá capturando a Osos Grizzlies, a los cuales les colocaba un collar para monitorear sus movimientos. También contó sus intenciones de establecerse en Chile y comprar una gran extensión de tierras para la preservación ecológicas de las especies nativas. Sergio un vasco medio anarquista le preguntó por el problema de Douglas Tompkins y ella se mostró claramente a favor de los proyectos del magnate estadounidense. Esa conversación ardió profundamente en las cabezas de los dos Santiaguinos de Chile, los cuales hubieran dado todo el whisky que poseían por interrogar a la poderosa mujer de tez blanca, ojos azules, rictus recio, melena rubia ondulada y poderosa espalda.
- Que interesante la mina, a pesar de ser travestí- dijo Santiago.
-Si hueón, además posee dinero, es una rebelde, aperrada y toca el laúd- respondió Roberto.
- Te gustó la mina, yo sabía que tu debilidad por las mujeres feas te iba a servir en algún momento. Anda a seducirla, dile que eres mapuche, a las europeas le gustan los autóctonos.
- Que te pasa hueón, a mí no me gustan las mujeres feas.
- Si eres terrible de cochino.
- Pero viste lo que opina de Tompkins, y en Chile los medios de comunicación son súper críticos con el gringo- comentó Roberto para tratar de cambiar el tema de conversación
- Yo creo que ese gringo culiao, quiere quedarse con esas tierra para manejar las grandes reservas de agua ... para el beneficio del imperio yankee.
- Tu crees o es parte de tu discurso anti-sistémico.
- Mejor deja de decir tonteras y anda a seducir a la canadiense. Diez Lucas a que no te la comes, verdad que estamos en Argentina, 100 pesos a que no te la agarras.
- Estas loco tiene las medias manos, sería como hacer el amor con un basketbolista, y además feo. Sinceramente mi niño se intimidaría y no levantaría cabeza.
- Pero tendrías plata y no trabajarías nunca más, podrías ser el vago que siempre quisiste.
- Sería como ser maricón, además si la engaño con una mina rica la canadiense me podría pegar.
- Sí, te sacaría la cresta, serías un calzonudo. Tienes razón nadie puede casarse con una mujer que sea más viril que tu.
Los chilenos guardaron los vasos y la botella de whisky en una despensa de madera que le habían adaptado al jeep. Encendieron el motor y partieron a la ciudad en busca de juerga. Sin embargo les hubiera gustado quedarse a escuchar la experiencia viajera de la Canadiense, pero se prometieron que a la mañana siguiente conversarían con ella.
Se sentaron el la terraza de una bar. Bebieron dos cervezas Quilmes cada uno mientras miraban a las chicas argentinas pasar. Aburridos de tanta cerveza dejaron el local. Caminaron por las calles mirando las vitrinas de los negocios, cruzaron por el centro cívico, se sacaron una foto frente a un gran edificio de piedra. A lo lejos Roberto y Santiago divisaron un letrero de neón que decía whiskeria, bajo sus letras había una luminosa figura de una mujer desnuda. Roberto entendió enseguida que se trataba de un Cabaret. Santiago le decía que era una mala idea golpear a la puerta, pero Roberto igual lo hizo. Salió un señor bien vestido, de chaqueta y corbata.
- Buenas noche caballeros. La entrada son 10 pesos con derecho a una consumición.
- ¿Qué es una consumición?- preguntó Roberto.
- Que usted tiene derecho a un trago.
- ¿Hay un show?.
- No, usted le invita un trago a las chicas y conversa con ellas. Si le gusta alguna sube a un cuarto.
Los Chilenos se miraron a los ojos. Roberto se sentía entusiasmado y Santiago pensaba que era una mala idea. Después de discutir un rato Roberto entró a la whiskeria y Santiago decidió volver al campamento.
A la mañana siguiente Roberto con una jaqueca de proporciones pero con el cuerpo liviano salió torpemente de la carpa. Santiago Tomaba té mientras escuchaba a Iron Maiden. Roberto se dio cuenta que la Canadiense se había marchado. Santiago lo miró a los ojos y le dijo: Viste Roberto se fue el amor de tu vida.