sábado, abril 07, 2007

¿Mentiras Piadosas? ¿Sinceridad Brutal?


Llegué apurado a la sala de clases. Sin querer me tropezaba con mis propias palabras, mis confusiones eran más enredadas que un zarzamora. Esa inmovilizante sensación de duda me paralizaba, necesitaba sacar lucidez de algún lugar, ¿pero donde?, tenía que dejar de pensar, sólo actuar y conducirme por intermedio de mi instinto. Necesitaba urgentemente guardar mis problemas en algún recóndito lugar de mi memoria, un lugar donde el olvido fuera más fuerte que mis ganas por recordar.

Traté de buscar tranquilidad en el libro de clases, comencé a nombra apellido por apellido, desde A a la Z, desde Aranguiz a Zapata, pasando por Morales y Soto. Mi voz y sus lacónicos presentes profesor, me hicieron ver un pequeño halo de tranquilidad. La seguridad de mi hablar y movimiento volvió radicalmente, como una ola que golpea la arena del litoral.

Pero esa frágil seguridad que alcanzaba estaba condenada. Justo al terminar de pasar la asistencia un bosque de manos nuevas se alzaron en señal de pregunta. Por un segundo pensé que me paralizaría, sabía que tanta dedos apuntando el techo no era nada bueno. Frente a ese imprevisto, reaccioné como acostumbro de los momentos de crisis, con descaro y una sinceridad brutal.

-Profesor Roberto usted nos prometió que hoy veríamos una película sobre la sociedad del siglo XXI- dijo el joven Ignacio Ibarra.

Maldición, Ignacio tenía toda la razón, pero para mi infortunio había dejado la película “El Oso Rojo” de Adrián Cayetano en la casa, además había olvidado reservar la sala de multitaller para exponer el Film.

-Jóvenes escuchen con atención; hoy les enseñaré una lección que nunca olvidaran ( Que pretencioso sonaba de mi parte):
“Los adultos solemos mentir” no lo olviden, como a mí se me olvidó la película”, pero ese pequeño inconveniente no es motivo para dejar de hacer clases, hoy veremos otra realidad del planeta en el siglo XXI.- dije con total desparpajo.

Algo increíble empezó a desarrollarse. El curso se quedó en silencio, no hubo ningún signo de reclamo. Pensé que al confesarle mi verdad el curso estallaría en alaridos quejumbrosos pero no fue así. Para mi sorpresa mi confesión adquirió un tono tan solemne que ningún alumno me cuestionó. Era un verdadero milagro. Pero quedé con una gran sensación de vacío, frente a una pregunta ¿Por qué los alumnos actuaron de esa manera?

- Será que los jóvenes aceptan la verdad a pesar de su crueldad de una mejor forma que los adultos, o talvez ellos buscan sinceridad ante todo. O el fondo del asunto residía en la confianza y compenetración que estábamos adquiriendo entre alumnos y profesor. Prefiero pensar que es la última alternativa y que los alumnos respetan mi sinceridad y persona, sabiendo que soy un viejo de historia con una cabeza de pollo de primera. Aceptándonos tal como somos con virtudes y defectos. Si es así vamos en el camino de un aula más Humana y plena, con ausencia de juicios y pre-juicios.

lunes, marzo 26, 2007

reflexiones de Un Operado de la Nariz...


He meditado sobre muchas cosas...y mí principal verdad, descubierta en reposo y en cama… ha sido " es difícil pensar de amor, cuando sólo respiras por la boca… para amar se necesita la nariz, sino es muy difícil decir te quiero... ¿cualquier mujer de mundo soñaría con el sollozo gangoso y sanguinolento de un sin nariz? con la boca llena de grasa reseca por el aire que quema cuando inhala...
Según mi mirada..."La mujeres No Quieren ese tipo de Te Quieros"

quieren te quiero de peliculas, con buen olor y voz de macho en celo.


además quería comentar algunas de mis dificilcultades de pos operado de una rinoplastía...

-Los primeros días pasé con diarrea ... pues comía puros lactéos, pues no podía hacer trabajar mi mandibula...

- Dejo ls sabanas manchadas con sangre cuando duermo.

-Hablo como abuelito y como colados como senil.

varías personas me pregunta si después me voy a reconocer con mi nariz nueva... si no me voy a sentir extraño. si lo más extraño es no poder respirar...chuta, parezco "canción de Maná".

una rinosplastía no tiene nada de glamoroso. Si no hubiera poseiso una nariz de boxeador, no le recomiendo a nadie esta operación...
y bueno ..che ...esa es una foto de Chooos (yo), el Cristían y la che Fannia en Bariloche.


martes, marzo 20, 2007

las fotografías


Como decían sus compañeros Rubén era un Joven píola, como cualquiera de su edad. Realizaba a tiempo sus actividades escolares, no molestaba a las personas de su entorno, evitaba compartir demasiado con los alumnos del colegio y lo que es más desconcertante, parecía no tener actividades extravagantes. Rubén vestía como un joven normal y circunspecto, distante de los habituales ropajes negros y desaliñados, alejado de toda la estética juvenil de moda, sin aros en los labios, narices y cejas, tampoco lucia tatuajes.

En los pasillos comentaban que la razón de su irremediable acto era una locura de amor, motivado por la urgente necesidad de perder la castidad. Pero su madre negaba esa hipótesis, pues nunca lo vio distraído mientras intentaba escribir alguna supuesta carta de amor, tampoco encontró fotografías de alguna compañera en sus revistas. Ni mucho menos algún nombre inmortalmente tatuado en la cara trasera de sus cuadernos.

Por eso cuando su madre lo descubrió ahorcado en la bodega de su casa, la noticia impactó a todo el pueblo de Talagante. Su cuerpo permaneció 24 horas colgado en el lugar que Rubén había elegido para su muerte, porque un domingo por la mañana es casi imposible encontrar jueces disponibles para constituirse en el lugar del suceso.

Su Madre estuvo meses tratando de comprender la drástica decisión de su primogénito. Visitó a varios doctores, comenzó a ingerir una cantidad apreciable de antidepresivos de última generación, a pesar que los medicamentos funcionaban, no podía evitar sentir su ausencia.

Después de su muerte uno de los principales pasatiempos de la Señora Helena era escudriñar en los rincones de la habitación de Rubén, a pesar que esa caja siempre estuvo anclada sobre una repisa, se demoró semanas en abrirla, pues intuía que ahí podía encontrar una verdad que a lo mejor ella no estaba preparada para aceptar. Su corazón latía lenta y profundamente, como los metódicos golpes de un Gong, sus ojos adquirieron una textura que se asemejaba a un cristal húmedo, ella posó una de sus manos en la tapa de la caja de cartón y la destapó decididamente.

La pequeña caja de cartón que antiguamente era el recipiente comercial de 10 CDS. No contenía ningún elemento revelador, solo se encontraban depositadas ahí unas dos centenas de fotos en blanco y negro recortadas de los diarios. Helena pausadamente se dispuso a observarlas una por una. Después las apiló en grupos:

1) En el primero estaban las fotografías relacionadas con las actrices de cine, entre ellas se encontraban: Drew Barrymore, Julie Delpy, Alicia Silvertones, Asia Argento, Audrey Tautou, Bridget Fonda, Irene Jacob, Juliette Binoche, Kate Winslet, Angelina Jolie, Winona Ryder, y Kathie Holmes entre otras.

2) Grupo dos, artistas: Stanley Kubrick, Bob Dylan, Jack Kerouc, Jorge Luis Borges, Robert De Niro, Jack Nicholson, Marlon Brando, Nick Drake, Lou Reed, entre otros.

3) Afiches de Películas: Toro Salvaje, Belleza Americana, El Resplandor, Perros de la Calles, Sonatime, Bleu, Blanc, Rouge, Amelie, La Naranja Mecánica, La Vida es Bella, la Otra Cara del Amor, El Padrino, y Las Vírgenes Suicidas.

4) Grupos de Rock: The Clash, los Ramones, Ac-Dc, Iron Maiden, Pixies, Nirvana, Mazzy Star, Radiohead y David Bowie.

5) Grandes catástrofes: un montón de imágenes sobre la Segunda guerra Mundial; La captura de Berlín, los campos de concentración, fosas comunes con miles de cadáveres de persona de Religión judía, escenas de las Batallas de Stalingrado y Normandía, y los últimos bombardeos de la guerra de los Balcanes.

Cuando la señora Helena se concentró en una fotografía de la entrada del ejército Rojo a Berlín su mente viajó hacia la figura de su marido, a Ella le molestaba sobre manera la actitud que había mostrado el Profesor Fuentes frente a la muerte de su hijo, distante, como si comprendiese las razones que motivaron a Rubén a adoptar tan lamentable decisión. El chacal Fuentes “apodo que lo distinguía en el colegio” siempre había incentivado la veta artística de su hijo, veían películas tardes enteras y no eran precisamente las de Disney. Ella por una minúscula fracción de segundo pensó que el culpable del insoportable martirio que padecía era su marido, por introducirle en la cabeza esas ideas raras, por mostrarle esas películas que no eran para jóvenes de su edad.


6) Fotos de Catástrofes Naturales: la erupción del Volcán Lonquimay, El tsumani del sudeste asiático, los huracanes de centro América etc.

7)Fotos de Crímenes ecológico: las muertes de los cisnes de cuello negro en el río Cruces en Valdivia, la tala de árboles en el sur de Chile, el incendio de las torres del Paine, los ensayos nucleares del atolón de Muroroa, la quema de los yacimientos petroleros de Kuwait y el lamentable accidente atómico de Chernobyl.


9) Fotos pueblos abandonados: los indígenas aymaras después del terremoto. Los kurdos, los afganos, pakistaníes, iraquíes, y los niños hambrientos del centro de África.

10) Fotos de criminales: Charles Manson, el Tila, Pinochet, Adolfo Hitler, Cupertino Andaur, el Mamo Contreras, Noriega, y G. Bush.

11) Fotos de personas desposeídas y abandonadas: una infinidad de vagabundos hambrientos de todas partes del mundo, los cuales parecían integrar la población de un país distinto y único en el planeta, donde no existía idioma, nacionalidad, bondad, solidaridad, ni las esperanzas, donde el sentimiento que los enlazaba era la penuria, el dolor y la necesidad amparada en el egoísmo.

La señora Helena al observar las fotos sintió una profunda tristeza, y más que descubrir respuestas que aliviaran su dolor, dentro de la caja encontró cientos de dudas. Pero al observar con cuidado el fondo del recipiente, -justo antes de Guardar las imágenes de papel de diario-, tropezó con un pequeño dibujo elaborado en lápiz de carbón con los suaves trazos de un bosquejo, en esa desamparada hoja de maquina estaban plasmados las últimas líneas de una vida, en ella se representaba a un joven muy parecido a Rubén, observando unas simples montañas, a los pies de un árbol que se ubicaba al costado de un solitario río que bajaba de una cumbre, y en su blanco cielo ausente de soles estaba marcada la siguiente frase: “Es Aquí donde se Encuentra mi Vida”, la Señora Helena no pudo hacer más que llorar desconsoladamente.

martes, marzo 13, 2007

Mi Violencia


Busco desesperadamente
La forma de retribuir al mundo
Toda su agresión.
La gracia sería intentarlo y
No dañar a nadie.
El sólo hecho de pensarlo
Colma mi mundo de esperanza.

martes, enero 30, 2007

Su último día (segunda parte y final). Homenaje a mi Padre

Cuando miraba sus enrojecidos ojos, humedecido por sentimientos que yo no soy capaz de dimensionar, no pude experimentar más que temor. ¿Qué ha sucedido en eso cuarenta y ocho años de trabajo?, ¿Qué situaciones han ocurrido?, ¿Ha sido feliz?, ¿Ha sufrido?, ¿Cuántas decepciones ha tenido que soportar?, Realmente frente a ese misterio me siento disminuido, ignorante, y me doy cuenta que desconozco una faceta de la existencia de mi padre, una vida que me ha sido invisible.

Solamente se me han enunciado vagos titulares de un puzzle que talvez nunca pueda solucionar.

Las cosas que conozco de la vida laboral mí Padre son:

- entró a la fabrica a los 14 años.

- sus dos hermanos, que ahora están muertos, comenzaron a trabajar en la empresa sólo unos años antes que él.

- juntos a ellos, disfrutó el mundial de Chile, hasta soñaron en comprar una televisión, pero terminaron viendo los partidos de la selección en una televisión empotrada en un pedestal de madera ubicada en el centro la plaza.

- en 1965 la empresa de Zapatos sólo en su sede de Peñaflor contaba con aproximadamente 3000 trabajadores, -también existían las sedes de Melipilla (dedicada a la curtiembre) y la bodega de Cerrillo.

- vivió toda la efervescencia política de Chile de finales de los sesenta y principios de los setenta, en medio de una fabrica paralizada, dividida y de continuas huelgas.

-el golpe de Estado y el posterior toque de queda, transformó a la empresa en un prodigio de la producción, cercada por el temor, a pesar de eso no hubo ningún desaparecido entre los trabajadores.

- se casó en 1976. Mi madre que también trabajaba en la empresa, pero ella pertenecía al departamento de contabilidad. Mi Padre aún era obrero

-cuando trabajaba en Talleres y comenzaba la década de los ochentas, fue ascendido de obrero a empleado. Chile vivía una complicaba crisis económica.

-1984 vino el dueño de la Fábrica directamente desde Canadá, y en una elegante ceremonia le entregaron un reloj de oro marca Longines a mi Padre por sus 25 años de servicio en la Empresa.

-1987 mi familia sufre una fuerte crisis, mis padres casi se separan, las razones las ignoro, lo único que sé, es que mi madre lloraba mucho.

-1988 en una sobria ceremonia le entregaron un Reloj Longines de oro, a mi madre por sus 25 años de servicio en la Empresa.

- en 1989 mi madre fue despedida, nunca más volvió a trabajar en ninguna otra empresa

- en 1990 fue ascendido al departamento de Modelaje Técnico.

- en 1999 el Jefe al cual más respetó, don Enrique, muere en circunstancia que desconozco.

- 2004 se cierra la bodega y la sede de Melipilla, centrando las labores de la industria en Peñaflor, la fabrica cuenta con una planta 1200 de trabajadores.

-después de 48 años Trabajo, el 4 de enero del 2005 fue despedido, junto a diez compañeros, de ellos sólo sintió tristeza por uno, su amigo Norberto.


Me gustaría, preguntarle a mi Padre muchas cosas sobre esa vida que desconozco, de su existencia, sus experiencias, sus errores, ¿a donde quedaron las bromas?, Los sobrenombres, el sexo, los romances furtivos, la alegría, las penas, las traiciones, los secretos y las envidias entre compañeros. Pero aunque me pesé, su vida y sus recuerdos son un patrimonio que solamente él puede disponer, además no sé si tenga el coraje, para enfrentarme a él y preguntarle sobre esos temas, la razón no la tengo clara, talvez sea por que lo quiero mucho, quizás simplemente es por respeto.

Ese día destapamos una botella de vino finísima que estaba guardada para las grandes ocasiones, llevaba años posada en la biblioteca del comedor. Me senté junto a ellos, mi madre lo acompañaba y le daba ideas de las cosas que podía hacer en su futuro, ella sabia lo terrible que era que te despidieran de una trabajo después de tanto tiempo. Entre ellos las palabras no sobraban, hace tiempo que no los había visto tan unidos, no me quedó otra alternativa que mirarlos y dejarlos en paz. Disfruté el vino, lo encontré delicioso, raramente esa ha sido la única vez que sentí que mis padres eran libres, libres de verdad.

Un vago remordimiento se azota en mis vísceras y no sé que hacer con él. Trató de mantener serio, sereno, pero muy cercano, pues, no me gustaría que mi padre supiera lo que siento.

La sombra del trabajo me persigue, nublando mis expectativas, no deseo ser una mala mueca de mi mismo. Sé que debo hacerlo pronto, pero no acierto en el modo. Aunque reconozco que en esa área he cometido errores, pero la exclusividad de la culpa no sólo recae en mí persona.

Sinceramente, después de mucho tiempo, hoy me siento paralizado.

No es el trabajo lo que me asusta, es el olvido, que nos borra despiadadamente de los seres que amamos, ese olvido que hoy siento, esa melancolía, esa ignorancia que me aterra y se confunde con el peor de los aliados, el inescrutable, riguroso y egoísta deslizar del tiempo, qué como el río del estigio nos conduce hacia a la muerte, sé que es un trayecto que todos debemos emprender, talvez mi padres primero que yo, eso nadie lo sabe. Solo cabe esperar, asumir, y disfrutar esas humeantes tazas té que sirve mi madre, esperando que eso días implacables que se avecinan, -como el que hoy padece mi familia-, demoren mucho años más en llegar.

martes, enero 02, 2007

Su último día


El Sabía que algún día este momento llegaría. Supongo que lo imaginó más de mil veces, pero la realidad fiel a su sentido de justicia y severidad se encargó de desengañarlo, rompiendo la fragilidad de sus certezas.

Era un día de enero, el cuarto del año que recién comenzaba, hacia calor, la temperatura bordeaba los 30º centígrados. La puerta del comedor se abrió a eso de las 3:40 de la tarde, fue extraño porque mi Padre acostumbraba llegar a las 4:30 del trabajo.

Él se cruzó por delante de mi pieza sin mirarme, no saludó a mis hermanos que estaban frente al computador, ellos tampoco lo tomaron mucho en cuenta porque veían una película de animé. Cargaba consigo una bolsa de plástico que contenía un par de cotonas blancas y muchos papeles, dejándola sobre la mesa, yo me levanté de la cama con mi torso desnudo y sudoroso, gritando a toda boca -Papá por qué llegaste a esta hora-, él me miró con sus ojos enrojecidos ( siempre los acostumbraba a tener así, parece que era por causa de la hipertensión), pero ese día su rostro no lo acompañaba, tenía un gesto triste, él levantó su mano derecha, la cruzó hacia su hombro izquierdo y la deslizo paralelo a su torso, atravesándola por el medio de su cuello, señalando que estaba sentenciado, como si fuera a morir, y lo entendí todo.

-¿Papá te despidieron?.

Esquivando mis ojos, cerró los suyos y movió la cabeza en señal de afirmación, después se dio la vuelta y se dirigió a la pieza de mi madre. Ella como era de costumbre a esa hora de la tarde estaba viendo las teleseries. Lo miró y le preguntó – ¿Qué pasa Viejito?- él con un esfuerzo extraordinario y arrastrando con fuerza las palabras que no quería pronunciar, lo dijo – Me Echaron- y se largó a llorar, soltando su pecho henchido de emociones. Ella lo miró enternecida, lo abrazó con una fuerza ajena a la juventud y lo consoló diciendo – No importa viejito-, en ese momento yo también lo abrasé, pero no pude decir nada.

Al escuchar el llanto mis hermanos se acercaron y también lo abrazaron. Después de calmarse, comenzó a sacar sus papeles y utensilios que ocupaba en el trabajo, mientras contaba detalles de su desvinculación de la empresa, y como habían despedido a ciento cuarenta personas y que de su departamento había quedado reducido a la mitad, mi madre trataba de esgrimir argumentos, que redujera el desconsuelo de nuestro apenado sostén

-Esa Empresa nunca más volverá a ser lo que fue con los gringos, por eso es mejor que te hayan echado ahora antes que quebrara- dijo mi madre, quién también había trabajado ahí por más de 27 años.

- Si tienes razón –dijo mi padre- esta fabrica esta destinada a transformarse en una bodega, ya no se puede competir con los zapatos hechos en China.

-sipo, si esos hueones trabajan por un plato de arroz- dijo mi hermano Patricio.

Mi hermano José intruseaba la bolsa, revisando el contenido, leyendo distraídamente los papeles, las colillas de sueldo, jugando con el filo de una chaveta, estirando la cinta de medir, como si entre esos objetos fuera a encontrar un paquete de galletas que saciara su hambre, mientras que yo no podía dejar de pensar que mi padre trabajó 48 años de su vida en esa empresa de Zapatos.

Él comenzó a ganarse la vida a los 14 cuando entró de interno a la escuela de calzado que la fabrica tenia dedicada a capacitar a sus trabajadores, política iniciada mediado de los años cincuenta y que tan sólo duró una década.

Mi padre, trata de no demostrar su tristeza, pero es imposible, quiere dar la impresión que las cosas están en orden, que tiene todo planificado, que esta decisión de la empresa estaba entre sus cálculos, que es un proceso lógico, y que mañana estará mejor. Pero sus ojos lo delatan, lagrimean sin querer, esta imagen de mi progenitor no hace más que torturarme, me siento culpable, a pesar del orgullo que él siente por mí. Sin embargo, yo me siento como un vago, un inútil que no es capaz de encontrar trabajo en lo que estudió, que vive de peguitas ocasionales, que solo me alcanza para comprarme un polera, un pantalón y un par de cervezas los fines de semana. En marzo voy a cumplir dos años de cesantía, a pesar de aquello me sentía tranquilo, porque tenía un padre generoso que ahora esta cesante.

Aunque lo intenté con una avalancha de repentinos pensamientos optimistas una sensación bizarra me invadió el corazón, mezcla ácida de frustración y un respeto inconmensurable por él dolor ajeno. Situaciones como estas me hacen colocar todas las cosas en contexto, profundizando el silencio que siento cuando enfrento el rostro de mi Padre.

Cuando miraba sus enrojecidos ojos, humedecido por sentimientos que yo no soy capaz de dimensionar, no pude experimentar más que temor. ¿Qué ha sucedido en eso cuarenta y ocho años de trabajo?, ¿Qué situaciones han ocurrido?, ¿Ha sido feliz?, ¿Ha sufrido?, ¿Cuántas decepciones ha tenido que soportar?, Realmente frente a ese misterio me siento disminuido, ignorante, y me doy cuenta que desconozco una faceta de la existencia de mi padre, una vida que me ha sido invisible.

Solamente se me han enunciado vagos titulares de un puzzle que talvez nunca pueda solucionar.

miércoles, diciembre 06, 2006

Hétero Curioso


Después de tomar una taza de té y unas tostadas con mermelada frente al televisor del 29 pulgadas, un joven Padre apagó el reproductor de dvd y recogió un video en vivo de Depeche Mode de la bandeja de discos, lo acomodó en un estante y se volvió a sentar. Con voz severa llamó a su hijo para que se presentara en la sala de estar de la casa.

El atardecer ganaba espacio dejando en penumbras el living, pero el Padre permaneció sentado en su sillón sin inmutarse.

- Rubén ven por favor- volvió a repetir el padre, con una voz más descompuesta que la anterior.

El crujir de los escalones de madera delató la presencia presurosa del adolescente.

- Rubén prende la luz por favor- dijo el Padre.

El joven alzó su mano y apretó el interruptor, las penumbras de la sala desaparecieron y el rictus frío y distante del progenitor se presentó como una advertencia que era imposible ignorar.

- Rubén me han llamado del colegio por un asunto muy grave.

La cara del adolescente se desfiguró, su temor se podía sentir como un olor apestoso. Rubén bajó la mirada, sus ojos se cristalizaron al punto de derramar una lagrimar, tenía un nudo en la garganta, él quiso explicarle todo a su padre pero las palabras no salieron de su boca, nuevamente intentó hablar pero gimió guturalmente y su voz se estancó en un silencio.

- Hijo quiero que me expliques.

- Si Papá es que … a ver …


- No mejor déjame hablar- interrumpió el padre- tu profesor me citó y me contó que el inspector te pilló en una situación muy comprometedora con un compañero de curso, ¿es verdad?

- Si, pero, yo sólo…


- Sólo qué – gritó el Padre- por la chucha, así que besabas y el tocabas el trasero de tu compañero.

- Si Papá, déjame explicarte…


- Qué me vas a explicar, que tengo un hijo maricón.

- Papá no soy maricón- gritó Rubén entre sollozos.
- ¿Qué eres entonces hueón? explícame.

- Soy hetero curioso- argumentó nerviosamente Rubén.


- Qué es esa huea- dijo el desconcertado Padre.

- Papá… yo sólo quería saber que se sentía, nada más- dijo el hijo con voz temblorosa.


- Ahora entiendo muchas cosas. Mentiroso… por eso te disfrazaste de mujer en hallowen, me mentiste diciendo que solo era una broma, Maricón.

- Era una broma- contestó seguro el joven, tratando de parar sus lagrimas.

El silencio se apoderó de la sala, padre e hijo solo se miraban de reojo, ninguno se atrevía a observar los ojos del otro, no se aventuraban a iniciar nuevamente la conversación, sabían que podían decir cosas que los dañarían. Pero fue inevitable tenían que continuar, el Padre no podía guardar toda la rabia que poseía en su alma.

- Mira pendejo, no te quiero ver salir más con hombres, si vas a cruzar la puerta de esta casa va a ser con una mujer.

- Pero Papá no puedes hacerme eso- reclamó Rubén.


- Claro que puedo y ahora sólo te vas a dedicar a estudiar.

- Pero como me vas a hacer esto, no me puedes tener encerrado por toda la vida.


- Tú te lo buscaste, ahora ni pienses que te voy a dejar mi colección de vinilo de Morrisey, The Smith y David Bowie.

- Puta Papá tú me lo prometiste.


- Pero nunca pensé que tenías gustos desviados.

- Rubén anda a tu pieza y tráeme tus discos de Madonna y Kylie Minogue- ordenó su padre- Además se cancelan tus idas a la Blondie y a la Bale-duc.


- Puta la huea, que eres maricón- gritó enrabiado el adolescente- sin obedecer su orden.

- Y te vas a vestir como caballero, nada de ropa ajustada, ni negra- recriminó el padre en tono autoritario.


- Vestir como un nerd ni cagando viejo cartucho.

- A quién le vienes a faltar el respeto pendejo de mierda- gritó desafiante el adulto.

La mano del Padre salió bruscamente del costado derecho de su cuerpo, extendidos sus dedos a todo su ancho, con una velocidad inesperada se desplazó de abajo hacia arriba para dar en la mejilla del histérico y conmocionado adolescente, con un sonido seco y demoledor puso fin a la discusión. La mejilla quedó colorada por el impacto, Rubén estupefacto no supo como reaccionar, por algunos segundos se quedó inmóvil frente a su Padre, hasta que las lágrimas volvieron a sus ojos.

-Sube a tu pieza estás castigado - dijo su Padre- mientras Rubén subía a su habitación.

miércoles, octubre 18, 2006

Feliz día para Mì.

Soy Profesor
(dedicado a mi mismo)
___________________



Soy la sangre coagulada
Que se dispone a la hoguera

Soy el espectador falaz
De sus voces marginales

Soy la bisagra
Del callejón de su ignorancia.

Soy la culpa y la razón
De sus inexplicables miserias.

Soy el grito desesperado
Que retumba en sus oídos.

Soy la frustración
De sus esfuerzo mal paridos.

Soy la gloria y la excusa
De sus fiestas sabatinas.

Soy consejo y espejo
De su imagen descarriada.

Soy flor y soy rocío
De sus carencias afectivas.

Soy un simple cazador
De un sueño de justicia.

Soy un loco profesor
Que respira por la herida.

martes, octubre 10, 2006

Llamada de Atención

Estaba exponiendo una cátedra en el "segundo medio B" sobre el proceso de mestizaje chileno durante la colonia.
Los alumnos estaban en completo silencio. De repente un pequeño zumbido comenzó a molestarme, me desconcentraba en mi discurso. La distracción sonora venia del fondo de la sala, miré al alumno impertinente para que se callara, pero no tomó en cuenta mi aviso. No me quedó otra alternativa que llamar su atención.

- ¿Hey Carlos puede callarse?-
-Sí profesor.
- Entonces por qué no lo hace- y antes que me contestara, lo interrumpo y le dije- acaso usted es un cabro chico... (pausa) cabro chico chico, chico pero grande, pulento pero piante...
Desde el fondo del aula y con el curso muerto de la risa... Juan preguntó... ¿Profesor qué es ser piante?
-Algo muy elegante- contesté con ademanes de mucha distinción.
y después la clase continuó sin problemas.

martes, octubre 03, 2006

Confesión

Aún si las hojas
se posan
sobre tu cuerpo
y el devenir
lo transforma en tierra,
no renunciaría a pensar
ni por un segundo
que entre nosotros
no volverá a nacer
algo más que el dolor.

martes, julio 25, 2006

EL Aula Bizarra (Novena Parte y Última)

Llego más temprano que de costumbre, uno a uno, comienzan a llegar mis compañeros de trabajo, los saludos sentado en la mesa de profesores, con el libro de curso al lado, esperando tranquilo el momento, concentrándome en mi labor. Una profesora prende un cigarro, su melena rubia adquiere movimiento y su nariz aguileña se inclina hacia mí, sus ojos cafés se elevan observándome, pienso en ella, hubo un tiempo que esta profesora debe haber sido súper atractiva, aún mantenía cierto encanto a pesar de los kilos de más y que las grasas que se depositaran en su trasero, pero lo que más me llama la atención de ella son las fluctuaciones de su personalidad, a veces parece un ogro indiferente, distante y frió, pasando por el estado de una persona normal con obligaciones, en otras ocasiones parece un ángel drogado, de accionar hiperquinético, movimientos graciosos y de risa a flor de piel. Esa mañana la profesora de melena rubia interpretaba el último de sus personajes.

-hola profesor, ¿cómo estas?- dice mientras fuma un cigarro.

-bien, podría ser peor.

-¿Por qué es animo? - dice acercándose.

-la razón es que me tocan cuatro horas con el 4ºG, y para las dos horas de consejo curso no tengo nada preparado.

-¿el 4ºG electrónico? ¡uuummmmm!- dice frunciendo el ceño.

-si el mismo- digo resignado.

-he escuchado que ese curso es terrible.

-pero tengo la impresión que todos lo cursos electrónicos son problemáticos- digo meditabundo.

-Si tienes razón. Yo cuando comencé a hacer clases en este colegio, los cursos electrónicos me provocaban pavor, las clases me parecían interminables, los canallas me hacían llorar, una vez reté a un alumno, este se paró frente a mí y me dijo: “Profesora porque le pone tanto color, yo tengo una pieza al otro lado de la calle, si quiere arreglamos este problema en la cama como hombre y mujer”. Puta que me hicieron llorar esos huevones.

Justo cuando la historia se coloca ardiente e interesante tocan el timbre, la profesora de melena rubia y nariz aguileña como si nada apaga su cigarro, agarra su libro y parte al patio, sin hacer conclusiones ni moralejas. Yo trato de hacer lo mismo, pero primero paso al baño para el último pichicito antes de comenzar.

Siento ansiedad, quiero comenzar pronto las clases, pero al mismo tiempo deseo que los alumnos se demoren lo máximo posible en la formación, ojalá que falten a clases los alumnos más complicados, ¡quédate en la casa durmiendo, Cáceres, Segovia, Padilla y los Muñoz!, Pero poco a poco comienzan a llegar todos los longis, al único que no diviso es al Boris Muñoz, bueno algo es algo. Para colmo de males el inspector despacha pronto a clases a todos los cursos sin ceremonias ni perdidas de tiempo.

Abro la sala, los alumnos entran en ella y se acomodan en sus asientos, meten ruido pero el normal, me distraigo un poco y un alumno prende el televisor que descansa en un estante al lado del pizarrón, todo el grupo comienza a gritar y a saltar, desenchufo el televisor para decepción de la audiencia, comienzo a pasar lista con cara de enojado, al terminar les cuento mi situación laboral, les confieso que no tengo nada preparado para la clase de consejo de curso y orientación, después pregunto si hicieron la tarea de geografía, les recuerdo que es con nota, los jóvenes me preguntan ¿que tarea?, Yo gentil les refresco la memoria, le digo, bueno jóvenes los que no hicieron la tarea, en este bloque pueden hacerla. Coloco el mapa en la pizarra y comienzo a pasar clases de geografía. Sólo siete alumnos ponen atención, el resto conversa y la mayoría ocupa el tiempo en dormir, mientras contesto las consultas de los alumnos que están realizando su tarea, me paseo por la sala y respiro el hedor a alcohol, escucho los ronquidos de los jóvenes trasnochados, el curso ogro esta adormecido por el carrete de las fiestas de semana santa, el león esta drogado, mejor dicho padece es paz su resaca, me siento en mi escritorio y vigilo a la bestia.

Toda moneda tiene su reverso y la del 4ºG es el 4ºA, en este último curso es un agrado hacer clases –por lo menos para mí-, es un grupo pequeño, 17 alumnos, mixto, con variedad de caracteres, con distintas tendencias musicales, no son muchachos pasivos, también tienen un espíritu rebelde, pero se dan el tiempo para escuchar, o en el mejor de los caso, se interesan por lo que yo digo en clases. Me siento cómodo con ellos, por esa razón les confidencio mi situación laboral y que esta es mi última clase con ellos, entrego las actividades y comienzo a guiar el proceso educativo.

Tres alumnos del 4ºA llegan atrasados, les pregunto por su pase de entrada, me dicen que no lo tienen, -entonces bajen a la inspectoria a buscarlos- dije enojado. Se cierra la puerta, salgo detrás de ellos, les cuento que es una broma, que no hay necesidad de un pase, que estoy de buen humor porque es mi último día, ese es el motivo por el cual no iba a tomar medidas. Después de un agradable silencio la alumna Camila Cea junto con Carlos Alberto Pérez me preguntaron por qué no me quedo haciendo clases en el colegio, que ellos son capaz de organizar una huelga junto a otros cursos, le digo que gracias pero que el curso es del Profesor Claudio Martinez y yo no soy ningún ladrón de Trabajo, -Profesor, yo le pego un golpe de kárate y lo mando a la clínica por dos semana- dijo el alumno de apellido Cornejo, -y yo le regalo una bomba de arrollado de huaso con papas cocida, mayonesa, con unas longanizas y chunchules para que se le vuelva a tapar una arteria al guatón-, dijo Carlos Alberto Pérez provocando la risa de sus compañero. Pero los jóvenes insisten en convencerme, -Profesor Roberto quédese en el colegio, repiten los alumnos en un coro que parece no parar, -gracias, pero les voy a ser sincero, yo no quiero quedarme en el colegio- digo seriamente. Jóvenes no me quedo en el colegio principalmente por razones económicas y por horario (mentí), porque tengo otros proyectos que quiero realizar este año y el hacer clases en forma continua no me lo permitiría. Silencio, continuó la clase.

La ultima clase es con el 4ºG, tomo el camino fácil y los engaño, llamo a cinco alumnos para que me muestren su tarea, yo sé que ninguno de ellos la había hecho, entonces le digo que si no la terminaban antes del final de la clase los anotaría y les pondría un uno, jóvenes tendrán cuarenta y cinco minutos para realizarla. Los hago trabajar, la final les reviso el trabajo.

Es la hora del almuerzo, todos comentan con alegría que mañana martes llega don Claudio Martinez, pero evitan realizar demasiados aspavientos para no ofenderme, ¡qué equivocados están!, Yo estoy feliz, por la experiencia, por las heridas de guerra, por el cariño y por el próximo dinero que voy a recibir.

lunes, julio 10, 2006

EL Aula Bizarra (Octava Parte)

Por suerte había preparado material para las clases de la jornada de la tarde, sé exactamente que debo hacer para salir ileso de esa aula, estoy al limites de la afonía, el esfuerzo de la semana ha sido feroz, por eso le pido a una alumna que me pase la lista, la voluntaria es una morenita bien simpática, se llama Alicia Cerón, ella toma el libro, comienza a leer los nombres de sus compañeros, pero desde el mismo instante que la jovencita pasó al frente del cursos, sus compañeros se comenzaron a reír, les trate de llamar la atención pero mi voz me lo impedía, les hice un gesto de silencio y se callaron, yo no sabía lo que iba a pasar. Alicia tiene una voz desagradable, con un tono metálico que eriza los oídos, Alicia pronuncia los nombres como un alarido, sus compañeros levantan la mano y fruncen el ceño como muestra de desagrado, un joven comienza a gritar ¡a los tomates, a los tomates!, Y otro alumno lo imita ¡a 100 pesos el kilo de papa!, En unos segundos el curso se transformó en una feria, y eso que Alicia no había alcanzado a pasar a la letra “J” de la lista. Fue la lista más insoportable de mi vida, pero no puedo decir nada, además me conmovió la buena disposición de Alicia, a ella no le importaba lo que gritaban sus compañeros, miraba el libro y lanzaba sus gritos, realmente se veía cómoda en mi lugar, al terminar de pasar la lista le di las gracias. Escribo las instrucciones en la pizarra, pero como no puedo expresarme en voz alta tengo que pedirle nuevamente a Alicia que actué como mi interprete, a través de ella les explico la actividad a los jóvenes del 2ºA.

Al terminar la clase con el 2ºA me dirijo cansado a la sala de profesores, en ella se encuentran tres profesores, hablan de la ineptitud de sus alumnos. En la cabecera de la mesa se encuentra el profesor de Matemáticas, un viejo de unos 55 años, bien llevados, con una actitud noble pero fuerte, él es quien lleva la conversación, encabeza una la lista de reclamos frente a sus improvisados auditores. El segundo docente es el profesor de Lenguaje, un caballero culto, con pinta de gerente de banco, lo que más me llama la atención de él es una ligera cuota de extravagancia, cuando almuerza emite desconcertantes frases de latín entre bocado y bocado, este tipo me simpatiza porque en el fondo sabe que todo esto es un juego y parece que nada le molesta. El tercer profesor es de ingles, un joven de unos 30 años, moreno, gordo, de sonrisa fácil y aspecto bonachón. El cuarto rey mago es el profesor reemplazante, él sin nombre, el fantasma de la sala de profesores. La conversación gira en torno a la desidia de los alumnos, de la paca importancia que le dan al colegio, al desinterés patético que muestran en la sala de clase, del poco conocimiento que poseen y de esa facilidad maldita que tienen para reclamar por cualquier cosa. Los ejemplos de estas manifestaciones brotan como la maleza, esta no es para nada una conversación alentadora, yo sólo los observo, por que hago tiempo para marcar mi tarjeta y partir a casa. Después conversan de las utópicas metas del ministerio de educación, con sus grandilocuentes comentarios para la galería y televisión, que para el año 2010 todos los alumnos debían salir del colegio hablando ingles, de los programas educaciones para enseñar chino porque vamos a firmar un tratado de libre comercio con ese país asiático, entre otras cosas, las conclusiones que sacó el viejo profesor de matemáticas fue que la ministra de educación del gobierno anterior una tal Mariana Aylwin era tonta, pero que el ministro Vitar es definitivamente un hueón, el profesor de castellano asintió, argumentando que los alumnos apenas saben escribir el castellano y van a manejar correctamente el ingles, ni pensar el chino, un idioma altamente complejo, con una cantidad asombrosa de caracteres, más de 80.000 y que un habitante nativo se demora Más de diez años en aprender a leer un libro. Lo único que saque en limpio de toda esta conversación que definitivamente los culpables de los problemas educacionales somos los profesores.

El día jueves más de lo mismo, los días comienzan a repetirse, solo las anécdotas bizarras lo identifican el uno del otro, la rutina aumenta con la experiencia, la mía es escasa talvez por eso me doy cuenta de este proceso, cada jornada que comienzo es algo nuevo para mí, pero está comenzando a cambiar mi percepción. Hoy lo único que me saco del orden fue que un alumno del 3ºF para variar un curso de especialidad electrónica, donde longerismo internacional domina el aula, me gritó mi mote en la cara. Lo fui a callar por que estaba haciendo ruidos con la boca, y le dije que si se creía Mac Fanton, (Ventrílocuo argentino que aparecía en los estelares martes 13 en la década de los 80 y principios de los noventas) el alumno talvez pensó que era una broma, se tapo la cara y me grito ¡CHOC-MANNNNNNN! Y el curso despertó en carcajadas, los hice callar, los encare diciendo que cuando uno asume la profesión de profesor sabe que los apodos son parte del oficio y que sus risas no me afectaban, dije algo más, pero no me acuerdo, solo queda un día más para que se acabe, para que tomarme la molestia si no me quieren escuchar. Mañana es viernes Santo, soy ateo, pero siento una felicidad enorme por la fiesta que se avecina.


El sábado salí a tomar un trago con unos amigos y les contaba mis anécdotas del colegio, ellos entre combinado y combinado me contaban que existía una película llamada el Reemplazante, me relataron pasajes violentos donde un profesor estilo Harry el sucio, o Charles Bronson disciplinaba a sus alumnos apunta de puñetes, patadas y incluso a balazos. La final de la noche, entre rancheras punks, boleros y rock, gritaba camino a casa, ¡yo soy el Reemplazante! ¡No te metas conmigo!.

Los domingos son terribles, de repente me derriba a la cama toda la angustia de las obligaciones, es el presagio de lo que no quiero enfrentar, jóvenes electrónicos gritando, molestándose y golpeándose, los padecimientos de un consejo de curso del infierno, dos horas agonías, lo único bueno es que enfrento el último día.

martes, junio 27, 2006

EL Aula Bizarra (Séptima Parte)

Estoy en un rincón conversando con un grupo de alumnos, cuando se acerca la alumna Ángela Barriga, para hacerme una queja.

Ángela es una alumna modelo al interior del 3ºB, tiene un buen carácter, siempre se ve motivada por las actividades que se realizan en clases, no es muy brillante pero se esfuerza, es responsable. Aunque para los ojos del curso es una niña algo perna y aburrida, es como la miss evangélica del curso.

-Profe, un compañero me dijo un garabato, puede llamar al inspector- dice Ángela.

-¿y qué le dijo Ángela?- pregunto alarmado.

-me dijo hueona, profesor- dice ofendida.

-déjame tratar de arreglar este problema- digo.

- bueno Profesor.

-¿Quién fue?- pregunto.

-ese, el de gorro- dice Ángela señalando a su agresor.


Me traslado hacia el otro rincón de la sala, los alumnos están tranquilos, conversan, entre ellos esta el muchacho de gorro verde. Me acerco hacia él.

-¿usted le dijo un garabato a su compañera?

-no pasa profesor- contesta sorprendido el muchacho.

-¡Como que no, me dijiste un garabato!- interrumpe visiblemente molesta Ángela.

-! Que le ponis color Angi ¡ Contesta el muchacho del gorro.

-usted sabe que no es de caballero decirle garabatos a las señoritas, ¿porqué no le pide disculpas a su compañera y arreglamos este asunto?- digo tratando de zanjar el Problema

-Yo no voy a pedir disculpa Profesor- dice el muchacho de gorro verde.
-bueno, Ángela, si usted quiere valla a llamar al inspector- digo.

Tocan el timbre, el muchacho del gorro verde pesca sus cosas y se va, Ángela, visiblemente enojada, trata de resignarse, pero aún no se conforma,

- Profesor yo conozco jóvenes de veinte años y no se comportan así- dice Ángela.

-Ángela, los jóvenes a esta edad son así, inmaduros- digo tratando de consolarla.

-Profesor, estoy aburrida de este colegio, ya no aguanto a mis compañeros, son tan ordinarios- dice Ángela desconsolada.

- Trata de ignorarlos, y dedica tu tiempo a estudiar.

-Profesor, esta va a ser la última vez que aguanto que me insulten.

-Ángela, debes tratar de ignorar a ese joven, no puedes tomar esas cosas tan en serio, tómalo de quien vienen, hazte fuerte y no dejes que esas cosas te hagan daño, el mundo esta lleno de malos educados y no puedes discutir con todos.

-Pero na’ que ver que a uno lo insulten, -dice Ángela-.

- trata de conversar con él, y lleguen a un acuerdo de no agresión- digo.

-pero Profesor, a usted le gustaría que lo pasen insultando, ya me tiene harto ese cabro, yo no estoy acostumbrada a que me traten mal, en mi casa yo hago así (haciendo el gesto de chispear los dedos) y a este tipo lo despachan.

Qué quiere decir Ángela con “en mi casa yo hago así (gesto de chispear los dedos) y a este tipo lo despachan”. Que si el muchacho de gorro verde la vuelve a insultar vendrá un matón de su familia y le pondrá un par de puñaladas, o que un tipo de atuendo negro lo esperará en una esquina, caminará detrás de él y en el momento menos pensado, en plena calle, le pegara un balazo en la nuca, o en el mejor de los casos que traerá a un grupo de amigos y le darán una flor de paliza. Y sin el joven de gorro verde sólo quería llamar la atención de Ángela, porque esta locamente enamorado de ella, y como es medio limítrofe la única manera de hacerlo fue insultándola. Sí por estos garabatillos se desencadena un crimen, un crimen pasional, será culpa del amor, otra muerte motivada por una pasión incomprensible, o tal vez será por la incomunicación de una sociedad cada vez deshumanizada e ignorante. Si así ocurriera, la razón no importaría demasiado.

La afirmación de Ángela me deja en blanco, trato de pensar y en un segundo contesto, Ángela lo que debes hacer en conversar con él, trata de llegar a un arreglo y si eso no resulta debes conversar este problema con el inspector general o con el profesor jefe, más que eso no puedo hacer, en eso quedamos Ángela que este bien, adiós.

La hora de almuerzo no alcanza para nada, trago mi comida y tomo el libro de clases, voy a buscar las llaves de la sala 11 (mi sala por estos escaso días) cruzo por el patio entre las miradas y los saludos de los alumnos, esta situación me incomoda, cada día son más las personas que me saludan, y yo no hecho nada para provocar esta situación, me da vergüenza, me gustaría ser invisible o mejor aún que me tuvieran miedo.

lunes, junio 12, 2006

EL Aula Bizarra (Sexta Parte)

La clase anterior con el 4ºG me dejó exhausto, ¡quiero paz!. El bloque con el 3ºC pasó volando, tocan el timbre, es cambio de hora. Entran los chicos del 3ºB, me tomo mi tiempo, ordeno mis lápices, acomodo mi cuaderno de apuntes, borro la pizarra, arreglo el libro de clases y comienzo a pasar lista. Me paro frente al curso, pido su atención, le comento sobre mi voz y su lamentable estado, sólo les pido cooperación.

Me levanto de mi escritorio, comienzo a hablar con mi voz gastada mientras me paseo por la sala. ¡Jóvenes la Historia no es el ramo inservible que ustedes piensan!, Tampoco se reduce a una simple recolección de fechas y datos, es mucho más que eso, ¡la Historia es un oficio!, En el cual se reconstruye el pasado pero desde el presente. Imagínense que ustedes en unos años más quisieran realizar un trabajo histórico como el siguiente, “los grupos de Rap y el movimiento Hip-Hop en la comuna de Lo Prado entre los años 2000 y 2005”, ¿cómo lo harían, Jóvenes?, ¿Qué fuentes? ¿Qué elementos utilizarían para reconstruir ese pasado?, El curso mantiene el silencio. Usted señor Carmona ¿Qué fuentes utilizaría para reconstruir el mundo de los grupos Hip-hop?, El alumno temeroso trata de articular una respuesta, se demora unos segundos antes de contestar -a través de documentales, profesor-, si es una buena alternativa, pero no es la única señor Carmona -contesto con seguridad-. Observo la apariencia de los alumnos, trato de ubicar a alguien que le guste el hip-hop, doy con el señor Espinoza, Luis ¿Qué instrumentos utilizaría usted?, -las canciones Profesor-, excelente Espinoza. Por intermedio de las canciones y sus letras podemos conocer que pensaban los hip-hoperos, cuales eran los problemas que los afectaban, cual era su realidad, generalmente, por lo que conozco, los temas más recurrentes de los grupos de hip- hop son el clima de violencia que afecta su entorno, la drogadicción y el embarazo adolescente, como lo pueden apreciar en el Grupo Tiro de Gracia. Otra fuente que pueden ocupar son los graffitis, en ellos queda impreso la sensibilidad de un grupo de personas, los temas y motivos que quieren representar. Desde un rincón un mecha tiesa, grita ¡profesor el rap es charcha!, ¡No salva a nadie!, Joven, no se trata de salvar o no salvar a nadie, el ejercicio que estoy realizando se puede efectuar con cualquier estilo de música, con el punk o el heavy metal, -Profe ahí si, el Punk es bacán, es pura anarquía y revolución- arremete en voz alta el mecha tiesa, -si tu lo dice- contesto tratando de bajarle el perfil. ¡Silencio, atención jóvenes!, Saben el porqué del distanciamiento de los jóvenes hacia la historia, es por que los Profesores de Historia siempre pasan contenidos que hablan de los poderosos, de las cúpulas de poder, de la Historia Política, pero también existe la Historia del bajo pueblo, de las personas comunes y corrientes, esa es una historia que trata de las señoras de casas y sus problemas, de los delincuentes, de las costumbres de las personas comunes como nosotros. Esa historia es ignorada o relegada a segundo plano por los planes de estudio del gobierno, esa historia es la que me gusta tratar, eso sí, sin dejar de lado la Historia oficial. Por ejemplo su compañero hablaba del punk y la anarquía, yo le puedo contar que a través del punk se puede analizar el final de la década de 1970 y el principio de los ochenta en la sociedad occidental, eso es historia contemporánea, ese estudio lo hacemos por intermedio de las letras y las vestimentas Punk, en ellas se puede reflejar toda la angustia y pesimismo que afectaba a un sector de la juventud de una sociedad occidental que estaba amenazada por la guerra fría y una latente guerra nuclear. Profesor, ¿qué es latente? Pregunta un joven con cara de sueño, -es algo posible, próximo, una situación potencial, que puede estar próxima a ocurrir- contesto con rapidez. Bueno, en que estamos, en el punk, la anarquía, ¡el anarquismo!, Saben acabo de terminar mi tesis sobre anarquismo y unos grupos obreros llamados Sociedades de Resistencia, estos se desarrollaron en Chile a principio del siglo XX, ellos fueron el antecedente de los sindicatos chilenos. De los hombres que participaron en este movimiento les puedo decir que no eran vándalos, porque ahora se piensa que un anarquista es poco menos que un delincuente, y no era así. Eran tipos correctos, tipos que no bebían, no comían carnes, de una integridad moral a toda prueba, eran tipos al estilo Gandhi, ¿lo ubican?, No profesor, -contesta el grupo-, bueno no importa, - dije desilusionado-. Para concluir esta conversación, les quiero decir que con ayuda de la Historia ustedes pueden ser capaces de crear un discurso propio que les permita analizar su entorno, van a poder identificar las cosas que pasan a su alrededor. Ya he hablado suficiente, mi voz no aguanta más, voy a dar una actividad, escriban en su cuaderno.

-No profesor, esta terrible entretenida la clase, -grita un alumno desde la segunda fila.

-estoy, cansado y me cuesta mucho hablar- contesto con resignación.

-Pucha, Profesor ahora que lo estamos pescando no quiere seguir hablando. Dice una señorita de ojos verdes y peinado estilo gótico.

-Bueno entonces, háganme preguntas.

-¿qué música escucha usted? –pregunta Carlos Maturana.

-Escucho de todo- respondí.

Así comenzamos una conversación. Ellos preguntan yo respondo, yo me canso, trato de dar una actividad, pero siguen preguntado, el tono de las preguntas siempre tocan el mismo tópico, ¿usted es punk?, porque hablo de punk, ¿usted es tropical? Porque hablo de cumbias y sound, ¿usted es rapero? Porque hablo de rap. Es raro toda asociación que hago de la materia con su mundo me hace participe de su historia personal y eso les llama la atención. Yo sólo les trato de explicar que soy un tipo informado, al cual no le gusta encasillarse en ningún tipo de tendencia, por que eso reduce las posibilidades y las potencialidades de una persona, pero ellos, la mayoría no me entiende. Hablo de Heavy metal, y salta la pregunta ¿Profesor usted es Heavy o Trash?. Lo bueno de todo esto, es que ahora soy yo quién manipula la conversación hacia los temas que quiero tocar. Estoy en un rincón conversando con un grupo de alumnos, cuando se me acerca la alumna Ángela Barriga, para hacerme una queja.

martes, mayo 30, 2006

EL Aula Bizarra (Quinta Parte)

La estación San Pablo del metro, es la primera de la zona poniente de la capital, los carros parten vacíos, se abren las puertas, y las pocas personas que esperan en el anden suben a los vagones, me siento frente a la puerta, coloco mi mochila en el asiento de al lado, respiro hondamente y siento el cansancio en mis músculos. Observo la ventana que está al acostado de la puerta mecánica, en ella se refleja mi rostro, centro mi atención en mis ojeras, parecen que cada viaje que hago éstas se pronuncian más en mi cara, el viento que entra por las rendijas del vagón mueve mi cabello, no luzco bien, nadie a mi alrededor parece lucir bien, ¿será la hora?, ¿La rutina?, ¿El trabajo?, No sé, pero todos avanzamos al ritmo del tren. Las personas entran, se aglutinan y salen en cada estación, los que continuamos al interior del metro nos ignoramos, de vez en cuando nos miramos de reojo, lo importante es avanzar, es el karma del viaje, supongo, que como ciudadanos urbanos debemos ser obedientes con el ronronear incuestionable de la cuidad que nos arrulla en sus faldas. Me bajo del tren subterráneo para dirigirme al bus que me lleva a mi comuna, tengo sueño, me duelen los pies, camino por la estación, esquivo la gente, hago la fila, pago el boleto, me siento en el costado izquierdo del bus al lado de la ventana, y duermo hasta llegar a casa.



Mi voz apenas sobrevivió al día de ayer, tomo unas pastillas de papaya. En el salón, los profesores fuman, toman café, se pasean, algunos conversan, otros sólo fuman y toman café, yo sólo tomo agua y mis pastillas de papaya, ellos toman café y fuman, la pieza esta llena de humo, otros buscan libros de clases, tocan el timbre, y cada uno hace sus cosas, se toman su tiempo y salen al patio.

Susurro la lista del 3ºG, nombre por nombre, no me toman mucho en cuenta, pero eso no me quita el sueño, dejo fluir los acontecimientos, todos los alumnos están un poco programados a ciertos estímulos. Comienzo a escribir en la pizarra, y el silencio vuelve al aula, algunos alumnos me preguntan si se escribe en el cuaderno (escríbalo en la mesa, ¡no, menso! ¡En el cuaderno donde más!, Pero debo ser cortes) yo le contesto que si, doy instrucciones y me paseo por la sala, tratando de cazar las preguntas de los incautos, situación que me divierte, me encanta contestar sus dudas. Todo fluye. Fin de la clase.

Todo caminó sobre ruedas, hasta el tercer bloque. Me toca con los energúmenos del 4ºG, un curso de especialidad electrónica, son puros hombres y una mujer. Es un caos desde el principio, Padilla, Muñoz, Muñoz González, Segovia, el Negro Cáceres y el enano Gutiérrez, siembran la distorsión. Los perlas no quieren entrar a clases porque desean ver a las minas haciendo educación física, los convenzo para que entren. Mientras escribo en la pizarra se tiran papeles, los amenazo con anotaciones, pero no los anoto, no quiero, solo quedan dos días más, aunque sean unas bestias, no deseo manchar sus hojas, no es mi intención perjudicarlos, no quiero transformarme en juez en este parte. Como siempre Cáceres y el Boris Muños G. Se intentan golpear, yo los detengo, evito gritar, todo lo hago con señas, mi cabeza quiere explotar, sigue el vértigo. Otros alumnos en una esquina de la sala hablan de negocios (los negociantes del 4ºG se dividen en dos grupos, los Piratas, los cuales se dedican a la venta y distribución de películas, softwear y discos piratas, el segundo grupo son los Narcos, dealers del barrio, venden marihuana, pasta y jales), el confianzudo del enano Gutiérrez me ofrece mercancía, cogollos de marihuana, yo lo llamo a terreno, ¡ubíquese joven, soy el profesor!¡ Sabe que por una insinuación como esta lo pueden suspender del colegio!, Si profesor, -contesta Gutiérrez sin mostrar arrepentimiento-, entonces Gutiérrez no haga preguntas tontas porque le puede ir mal. Pareciera que estos jóvenes no le tienen miedo a nada, son cara dura, antes de entrar a clase el negro Cáceres le pedía a una niña de un curso de parvulario que dejara a su novio y se fuera con él, -¡yo soy un hombre, a mí no se me cae, estoy siempre firme!- dice Cáceres, estos hueones ostentan su supuesta hombría sin importarle quién está delante de él, y son más altaneros si se encuentran delante de las compañeras de otros cursos, yo sólo lo observo y les hago señas de calma cuando la situación lo amerita. Sin darme cuenta evito un intento de conato entre Boris Muñoz y un negro con peinado agro-metal, este último le lanza una patada, la cual da con el objetivo, me cruzo entre ellos, mi adrenalina sube, los separo, los otros compañeros me dicen que no tenga miedo, que no me urja, que todo es en buena onda, que los loco están jugando, que son amigos, si hasta trabajan robando juntos, yo me mantengo firme entre estos dos jóvenes, lo reconozco he perdido esta batalla, ¡quiero que toquen el timbre, ya!.

lunes, mayo 15, 2006

EL Aula Bizarra (Cuarta Parte)

Después de almuerzo, comienza la jornada de la tarde, me paseo por el patio en busca de las llaves de la sala Nº 11. Cada profesor tiene las llaves de su sala, es sistema americano, como en las películas gringas de high school o en la universidad, pero como yo soy “el reemplazante del profesor Claudio Martinez”, “el cual sufre una angina”, no tengo las llaves de su sala, (tampoco tengo plato ni servicios en el comedor de profesores, tampoco poseo casilleros, en fin no tengo nada), por esta razón, antes de comenzar toda jornada debo ir a la inspectoria a pedir las famosas llaves. En el trayecto hacia la inspectoria, me sucede un fenómeno que raya con lo paranormal, mejor dicho con lo anormal, los alumnos se acercan a saludarme, como si fuera una estrella de rock aclamado por sus fans, es más, algunas alumnas cuando paso a su lado suspiran y las más atrevidas directamente me tiran piropos, nunca me había sucedido un fenómeno así, ni en mis mejores momentos, esta situación me hace sospechar de todo, ¿serán burlas camufladas? ¿Cómo decirle a alguien evidentemente feo que es lindo?, ¿Talvez tengan sus valores trastocados? ¿Estarán drogadas?, Mejor no darle vuelta al asunto y sigo avanzando por el patio plagado de alumnos.

La formación demora veinte minutos, igual que la jornada de la tarde, el inspector de la mañana grita y trata de ordenar a los alumnos, pero estos no lo toman demasiado en cuenta, el anciano inspector Aravena ya no tiene las fuerzas de antes y los longis lo notan, algunos paradocentes ayudan a formar a los cursos, en esos momentos descubro una imagen enternecedora, entre las formaciones de dos cursos perfectamente alineados, se encuentra sola una jovencita, de apariencia desvalida, a su alrededor sus compañeros se mueve y conversan, pero la niña se mantiene inmóvil, sus manos cuelgan entre cruzadas, ella mantiene la mirada fija en el suelo, distante de todos, la joven de radiante tristeza tiene el rostro deformado, la nariz desviada hacia la izquierda, los ojos con los párpados caídos, su piel tiene la textura de las quemaduras, sus ojos son húmedos, como si recordará lo perdido, parece que viviera en un constante estado de éxtasis generado por una emoción que sólo ella conoce, la luz del sol de otoño la cubre de una luminosidad que la empapa de una frágil belleza, su imagen me provoca un universo de sensaciones, ¿pienso en las ideas que cruzan en ese momento por su cabeza?, Ensimismado en ella me detengo en sus zapatos, están perfectamente lustrados, son unos viejos zapatitos de charol, tienen una tirita de cuero que cruza por su empeine, recuerdo a todas las niñas de mi infancia, me arrebata unas ganas de sacarle una foto e inmortalizar ese momento, robarme esa imagen y mostrársela a todo el mundo, me gustaría compartir ese momento, pero no tengo esas facultades, al darme cuenta que ese instante no se volverá a repetir, me conmuevo, mi primera sensación fue de tristeza al sentir como se escapa la belleza, pero poco a poco esa sensación se va transformando en nostalgia, mis ojos se humedecen, me resisto y me lleno de energía, parto a clase con las fuerzas que me faltaban.

El día parece interminable, nos juntamos en la sala 12 todos los profesores de Historia para la reunión de departamento. Somos seis, cinco varones y una dama, nos sentamos en círculo. La conversación es amena, pero no me integro a ella, pasa media hora y no me preguntan nada, hacen como que yo no existo, lo cual me hace sentir cómodo, de un momento a otro parece que se sintieron culpable y decidieron hacerme una pregunta, esta causo mi asombro, realmente no me la esperaba.

-¿cuál es tu partido político?

- no tengo.

-¿pero no eres de la UDI?

-claro que no.

-¿pero cuales son tus ideas políticas?

- Soy anarquista, -conteste secamente.

Después de esto no hicieron más preguntas, parece que no le gustó mi broma. Me ignoraron y siguieron hablando del manejo político de la comuna y como se articula el poder docente en ese ámbito, además especulan sobre el futuro escenario para las próximas elecciones de alcalde.

Por fin terminó mi jornada, los martes son malos, pero el miércoles que se avecina es peor. Angustiante trabajo pedagógico, sin descanso, de ocho de la mañana a ocho de la noche, sin ventanas. Marco la tarjeta y me despido de las secretarias.

lunes, mayo 01, 2006

EL Aula Bizarra (Tercera Parte)

Pero en estos momentos descubro algo, yo no soy distinto a esos vejetes, también me he sorprendido escribiendo garabatos en mi viejo cuaderno de memoria, no sé porque, pero lo hago. Estos son:


Los nudillos
Del viejo profesor
Son cómplices de los muros
Que se vanaglorian
De su impotencia.

Desde su pupitre,
Sus dedos
Dibujan mensajes
Que bailan al son
De las malas miradas.

En el aula,
Su espalda se enfrenta,
A la desidia
De rostros flagelados,
Por la inocua frialdad
De las calles sin nombre.

Las voces jóvenes,
Descansan en los oídos,
Que lo acompañan,
Ellos son la lapida
De la tumba silenciosa,
Donde residen las esperanzas
Del viejo profesor.

Dejé fluir las palabras, las imágenes sin ninguna pretensión, sin afanes de trascendencia, ¿si es poesía? No me interesa, lo que importa es desahogarse, estaba aburrido, y encontré esta solución. Talvez estas palabras sólo tengan sentido para mí, es como hacer una clases sin planificación, es enfrentarse a una manada sin miedo de ser aplastado, es peor, es asistir a una reunión sin la obligación de asistir, donde tu figura esta sólo asegurada por el miedo a no encajar con tus pares, así es. No sé porque algunas situaciones me ponen sensible o mejor dicho insensible. Termino el Consejo Técnico, es momento de partir.

El martes a primera hora el Director acompañado por el Inspector General interrumpen mi clase de cívica con el 3ºA, no es la mejor forma de empezar la mañana, me piden un minuto, como negárselo, adelante –dije, con indiferencia-, para mí sorpresa los mandamases no vienen a dar una información, vienen directamente a reprimir.

Jóvenes las cosas nos cuestan demasiado, para que ustedes las rompan- dice el director enojado-, ahora quiero que los alumnos que estaban rayando el vidrio de la sala con un esmeril, sean bastante hombrecito y salgan adelante. Frente al silencio de los alumnos del 3ºA, el Director reacciona, ¡sí yo los vi!, ¡Desde la calle!, No pude ver su rostro por el reflejo del sol, pero estoy seguro que fue en esta sala. El director apunta al final del aula y dice, -ustedes cuatro a mi oficina-, se levantan de sus pupitres los cuatro jóvenes del fondo con sus mochilas, cargado en su espalda la amenaza de expulsión si no delatan a los culpables, los mandamases me dan las gracias, y se retiran con sus sospechosos. Silencio estrectral, todos se miran, ¡que cagada!, si hasta el momento el curso se comportaba de excelente forma, cómo me traicionan, no lo puedo creer, esto no es muy bueno para mi condición de profesor reemplazante. Me paseo por la sala, y observo sus rostros, sé que debo decir algo, que mi misión es orientarlos en el buen camino, ¡já, já, já!, como si supiera cual es el buen camino. Justo el día antes, en el consejo técnico el Director habían hablado de los continuos atentados a los inmuebles del colegio y que los profesores teníamos la obligación de identificar y castigar a los alumnos sorprendidos en estos actos, las medidas debían ser ejemplificadoras, para estos caso se recomendaba derivarlos a la inspectoria. ¡Que encrucijada!, ¿Debo orientarlos desde mi experiencia?, ¡Pero no me gusta hablar de mí!, Me da la impresión, que al contar parte de mí vida, estoy trivializando mi experiencia, transformando mí sufrimiento, mí angustia, y contradicciones en un cliché moralizador, ¡Nunca me gustaron los clichés!, Mis recuerdos son algo muy intimo, para que sean ignorados, no me gustaría que ellos se trasformaran en material de burla de mis alumnos. Los jóvenes esperan palabras mías, no hay remedio, debo actuar.

¡Atención jóvenes!, ¿Saben lo que me molesta de ustedes?, Es que piensan que los profesores somos unos marcianos, unos monjes tibetanos, pero muchos de nosotros pasamos por las mismas pellejerías que ustedes, deberían atreverse y confiar más en sus maestros.
Yo también fui joven, me embriagué en las calles, caí preso y pase la noche con desconocidos borrachos en un calazo con olor a orín, me aburría en clase de Historia, lance piedras a carabineros, robé almacenes, me agarré a combo en las calles por simple diversión, besé y amé a mujeres sin compromiso y hasta fui apuñalado por una manga de pasturries, ¡pero salí adelante!, ¡ Hice algo productivo con mi viva!, ¡Ahora soy profesor!, Porque de joven siempre albergue secretamente el interés de conocer y cultivarme- sin importar lo que pensaran los demás-, porque no me agradaba que los adultos me mintieran, porque me gustaba caminar a la contra, porque anhelaba ser una persona conciente y creo que lo logré.

Pamplinas, no puedo decirlo, ¿quién soy yo?, Un cura, un mormón con traje y bicicleta dispuesto a vender mi religión, no quiero transformarme en eso. Aprovecho la estructura del sistema educacional y me cobijo en el doble estándar, lugar donde todos los profesores poseen vidas ejemplares, carentes de un pasado oscuro. Como muchos sólo hago lo que puedo.

Jóvenes, no los estoy acusando, pero si los cargos levantados por el Director son ciertos, y alguno de ustedes es culpable, sería una verdadera vergüenza. Muchachos deben darse cuenta que la Escuela será una de las pocas oportunidades que van a tener en la vida para rodearse de cultura y deberían aprovecharlo. Deben dejar de ser auto complaciente y asumir la responsabilidad que tienen con la vida y tratar de ser mejores seres humanos, y para ello deben educarse, dejar la flojera aun lado, no pueden esperar que todo se lo de hecho el profesor o sus padres, ustedes solos pueden educarse, aprovechen el tiempo y lean, lean mucho, lo que sea, escriban, desarrollen un discurso propio, rebélense ante la ignorancia o siempre van a marcar el paso. Les doy algunos ejemplos, que les pueden servir de inspiración. Los atentos rostros de los alumnos me asustan, pero su silencio es música para mis oídos, -enjoy the silence como la canción de Depeche Mode-, continúo mi clase de cívica sin inconvenientes.

El resto de la mañana se deslizó apaciblemente, lo único que atentaba contra ese equilibrio era mi voz, cada vez más tenue y forzada, cada palabra se trasformaba en una odisea, los sonidos emanaban desde mí estomago en una extenuante maratón hacia mi garganta, en ese lugar se producía una congestión donde los sonidos perdían toda coherencia, lo que salía a la superficie era una alarido suave y desgarrador, similar a una plegaria, raramente esa vibración captaba la atención de los alumnos, como si presenciaran una espectáculo donde la muerte era el juez de todos los acontecimientos pero que nunca dictaba un veredicto, era lo más parecido aun encantador de serpientes, por lo menos así me sentía. Fueron unas clases excelentes.



Me carga enojarme antes del almuerzo. Un mocoso desagradable y tonto de nombre Cristián Pílquiman del 3ºA logra ganarse mi desprecio, el tipo molestó e interrumpió toda la clase, le llamé la atención y le dije que era la última vez, pero me contestó mal y lo anoté en el libro de clases. Hasta ese momento todo era normal, la clase se desarrollaba en completa calma, pero al finalizar Cristián me fue a buscar a la inspectoria.

El desfachatado me exige explicaciones por la anotación. No me hago problema, se las doy.

-¿Profe usted no sabe lo que hizo? –me dice en tono desafiante.

-Claro que sí, te anoté, porque no me dejabas desarrollar mi clase.

-no sabe que por esa anotación me pueden expulsar del colegio.

- no sabia Cristián, pero ese problema lo podemos solucionar fácilmente-, digo conciliador.

-¿y como?, Pregunta alterado.

-Mira, si tú te comportas bien en las pocas clases que quedan, te coloco una anotación positiva, diciendo que haz mejorado tu comportamiento y rendimiento en la sala de clases.

- ¡esta equivoca’o Profe!, ¡Yo no voy a mejorar mi comportamiento!, ¡Yo no cambio, yo soy igual en todas las clases!

- bueno ese es problema tuyo, ¡porque yo soy un hombre hecho y derecho! Y si tu piensas que yo voy a cambiar mi carácter por ti, estas equivocado, eres tú el adolescente, tú tienes la oportunidad de cambiar, si no lo haces ahora después va a ser más difícil que lo logres, yo te doy una alternativa, si no la toma, es problema tuyo.

- no pasa profe yo no voy a cambiar. Además usted no sabe lo que hace, - dice Cristián en tono amenazador.

- ¡en eso te equivocas tú!, Yo sé lo que hago, - respondo sereno.

Pílquiman se retira con cara de ogro, chispeando los dedos.

jueves, abril 20, 2006

El Aula Bizarra (Segunda Parte)

Durante la tarde del sábado sufrí un pequeño ataque de ansiedad, que mejor que salir a beber unas copas con los amigos, volví temprano, con la intención de jugar fútbol el domingo y tener una gran actuación deportiva, talvez de esa forma me sacaría la tensión del cuerpo, pero en pleno encuentro deportivo tuve que salir por un dolor de estomago, mi equipo perdió, mi salida del campo de juego no se produjo por la ingesta alcohólica de la noche anterior. Según mi padre estos malestares eran producto de la presión de la semana, ya que presenté mi examen de grado el miércoles, terminando un proceso siete años, en el cual obtuve nota siete en la defensa de la tesis, no podía esperar menos calificación, estuve dos años escribiendo esa obstinada memoria sobre organizaciones de obreros anarquistas. ¡Ya soy un profesor titulado!, además debía adicionar el repentino ingreso al mundo laboral en el Complejo educacional Luis Durand de la comuna de Lo Prado, un colegio de fama conflictivo, para mi viejo esta era razón suficiente para tener hecho bolsa el estomago. Para mi madre la razón de mi malestar es más simple, me había agarrado una gripe de puta madre, según ella esto me sucede porque salgo de noche y llego a casa al alba. De la cancha llegue pasado las seis de la tarde con dolor de cabeza, garganta y estomago, por prevención pase a la farmacia por provisiones y llene mis bolsillos de aspirinas y antigripales, prendí el televisor como pude, improvisé en una hora las actividades de la clase y me acosté como a las nueve.

Siempre me dan mala espina los lunes, es una sensación que arrastro de mis días de escolar, ahora como profesor no existe ningún factor que me haga pensar lo contrario. Es mi primera clase de consejo de curso, no tengo que hacer, comento esta situación con el 4º G de especialidad Electrónico. Pregunto por el presidente de curso, no ésta, Arturo Segovia el vicepresidente del curso se hace cargo de la clase, craso error, es un payaso, su rutina despierta el entusiasmo de sus compañeros, de un momento a otro estos apacibles alumnos contenidos por la expectación del profesor reemplazante se transforman en verdaderos monos, comienzan a volar los papeles, algunos alumnos se golpean los hombros en señal de no se qué, esta conducta se contagia en todos, tengo que levantar la voz, grito en busca de silencio, me desplazo de un lado a otro, en un arrebato de fuerza tomo por los brazos a los jóvenes más hiperquineticos, y los siento en su puesto, pero mientras retenía a estos, otros se despiertan en armas y lanzan más papeles, con una furia inusitada los improvisados proyectiles dan violentamente en los rostros de los somnolientos, provocando una reacción mayor. Para detener la revuelta, pegó un grito y amenazó con anotar en el libro de clase, algunos alumnos me gritan que anote a los rebeldes, las cosas parecen volver a la calma, pero esta no dura demasiado, treinta segundos después vuelve a cruzar por los aires del aula un proyectil de papel directo a la cara de Mauricio Padilla, el joven de sonrisa fácil y cara de oso, se levanta enfurecido de su asiento, rápidamente lo detengo de los hombros y lo vuelvo a sentar.

-Anótelo profesor-, dijo Mauricio con su mejilla roja.

-es que no vi quién fue, ¡pero tu también haz lanzado papeles, así que siéntate y no reclames!-, fue lo único que pude contestar.

He terminado las clases de mi segunda jornada, con la voz gastada y con el libro de clases del 4º G lleno de anotaciones, pero aún queda más, debo asistir al consejo técnico de profesores. Al final de la Jornada de la mañana tomo un descanso para almorzar, me siento al lado de los profesores de Historia, entre ellos se encuentra el director del establecimiento (también profesor de Historia), a su lado esta el profesor de Lenguaje, este me pregunta en que colegio hice clases, yo le respondo que mi principal experiencia en mundo de la pedagogía fue el colegio José Gonzáles Vera, que se ubica en Avda. Ossa, comuna de la Reina.

-Lo ubico, es un colegio que parece casa particular y queda al frente de un cine- dice el Profesor de Lenguaje.

-El mismo Profesor.

-en ese colegio van puros alumnos que son desechados por otros colegios del barrio alto-, dice con seguridad el Profesor de Lenguaje.

-Yo asentí con la cabeza.

-¿No van puro vagos y delincuentes como es te colegio?-, dice el director mientras esboza una sonrisa entre mascada y mascada.

-En ese momento tuve la certeza de que los días que vendrían no serian fáciles.

Los profesores de dirigen a la sala 39, las mesas se encuentran ordenadas en forma de circunferencia, en los primeros pupitres resalta unos pequeños letrerillos con los nombres de los profesores jefes de los cursos del primer ciclo de enseñanza media, estas fondean un altar integrado por la mesa principal, destinadas a las autoridades del establecimiento, a su espalda hay una pantalla de data show en la cual se visualizan las estadísticas de la última prueba Simce, cuyos resultados han bajado con respecto al año anterior. Es una tragedia para las autoridades del colegio. Los docentes se acomodan en sus posiciones, me arrimo a un rincón y trato de pasar desapercibido, desde ahí observo todo con distancia, en realidad este no es mi primer consejo técnico pero es el más concurrido al cual haya asistido. Es raro observar a cincuenta vejetes gastados por las batallas pedagógicas. La jefa de UTP con su pelo cano, recita frágiles argumentos sobre la importancia de nuestro compromiso pedagógico con los jóvenes de la comunidad escolar, situación que esta directamente relacionada por el bajo resultado del colegio en la última prueba Simce. La señora de UTP amenaza que vamos a perder la excelencia académica, ¡bla, bla bla! La situación comienza a ponerse tensa, los profesores hacen sus descargos. Pero lo más interesante de todo es ver como algunos de los docentes reproducen las mismas actitudes de los alumnos en los salones de clases, algunos viejos duermen a destajo en sus pupitres, otros conversan y la mayoría escribe garabatos en sus agendas, los únicos que toman las banderas de las batallas son los profesores de Lenguaje y Matemáticas, los cuales se sienten injustamente atacados por lo resultados obtenidos en las mediciones gubernamentales, argumentan que sólo ellos cargan el peso de los resultados, y que el resto de los docentes se muestra indiferentes antes los desafíos que les plantea el Colegio. Según mi opinión, tienen razón, cada profesor actúa como un pistolero renegado del viejo oeste, acompañados por sus pistolas y una botella de whisky a medio vaciar en el morral. Por lo mismo, los profesores Lenguaje y Matemáticas siguen defendiéndose. Salud por ellos, y disparo mi revolver al aire, total a resto le da lo mismo.

lunes, abril 10, 2006

El Aula Bizarra (Primera Parte)

Serán sólo seis días, -dijo el director-, no pregunté por el sueldo, sólo acepté. Me presento el día viernes a trabajar. Cruzo por un pasillo y doy de frente con una sala, en su interior se encuentran cuatro señoras, me visualizan, me saludan, me acerco tímidamente, me preguntan lo típico, ¿de qué Universidad venia?, ¿Mi nombre?, ¿Dónde vivía?, -conteste sus preguntas, haciendo hincapié que vivía en Peñaflor-, a los Santiaguinos les parece exótico que uno viva fuera del cordón urbano, eso te da un aire de sacrificio, que provoca simpatía en la gente, nunca he sabido el porqué pero lo aprovecho. Me siento en un sillón frente a un televisor y espero que toquen el timbre.

Los profesores comienzan a ocupar la sala, se mueven de un lado a otro, aprovechan el tiempo para hablar de temas triviales, graciosos, el resto se deslizan por la sala, toman y dejan libros de clases hasta dar con el correcto, dejan pasar los minutos. Llega un asistente del inspector y los motiva a que salgan al patio, algunos docentes lo ignoran, pero la mayoría acepta su realidad y sale en busca de sus cursos.

La formación se demoró veinte minutos, paso con el 3º A, en dirección a la sala once, los jóvenes caminan lentamente y revolotean por el pasillo del segundo piso, algunos me pregunta quién soy, yo los hago pasar y le contesto que ya responderé a sus dudas.

Los Jóvenes me observan, esperan que abra la puerta de la sala. Nervioso introduzco la llave en el candado, giro la llave a la izquierda y después a la derecha, no abre, algunas gotas de sudor aparecen por mi frente, los alumnos continúan observándome, ( ¿se cuestionarán lo torpe que soy con las llaves?, ¿ Pensarán que esa es una pequeña muestra de mi debilidad?), giro la llave con fuerza de una lado a otro hasta que el candado cede, me pongo de pie y con un sólo brazo levanto la barra de metal que atraviesa la puerta, me coloco a un costado, los jóvenes por fin entran a la sala.

¡Atención por favor!, mi nombre es Roberto Carballo, soy profesor de Historia del Pedagógico y reemplazaré a don Claudio Martinez, él sufrió una angina, a los que se preguntan que es eso, les cuento que es una obstrucción a una arteria coronaria, o sea, del corazón. El tiempo que reemplazaré a don Claudio depende de su recuperación, talvez sean seis días o un mes, eso no lo sé. Esa fue mi parca presentación, la cual repetiría con todo los cursos en que asumiera la cátedra. Después de este primer acercamiento lo de siempre, pasar la lista, disfrutar la calma, y desarrollar la actividad pedagógica planificada. En este caso no tenia ninguna, así que reviso sus cuadernos para mí sorpresa no tenían materia escrita, miro el libro de clases, está en blanco. Les hablo de Historia, trato de motivarlos con mis apreciaciones. Acordamos un pacto de no agresión, ellos conversan en sus puestos y yo intento solucionar el dilema de la planificación de los contenidos, el cual se presenta como una monstruosa muralla, en dos días, debo armar material pedagógico para recuperar el tiempo perdido del mes anterior, en casa pensaría que haría para la próxima clase. Por ahora me rasco la cabeza, mientras ellos conversan, dibujan y escuchan personal, no queda otra alternativa que pasearse por la sala, vigilar y tratar de conversar con los alumnos.

Segundo bloque de la mañana y me enfrento a un ataque de risa de un alumno del 3º H, su nombre es Johan, lo llamo al orden, pero sigue riendo junto a su compañero, le pregunto la causa de su risa, pero sus carcajadas no paran, no me queda más remedio que echarlo de la sala de clase. Pienso que esta acción me asegura el respeto del resto del curso, pero el compañero de asiento de Johan continua con la risa, lo miro a la cara y observo un gran chichón que cubre la mitad de su frente, esta anomalía cutánea resalta aún mas con su pelo tieso y puntiagudo.

¿Cuál es su nombre joven?

-Carlos Vásquez, profesor.

-por favor salga de la sala-, digo calmadamente.

Inquisitivamente observo al curso, están es silencio, simulo una anotación en el libro de clases, me dirijo hacia la puerta, enfrento a los dos jóvenes risueños, estos ya habían dejado de reír, sus rostros están rojos, miran al suelo y tratan de esbozar una disculpa, con mi mano trato de atraer su atención y conciliar un silencio que me permita ordenar las ideas.

-¿Por qué te reías?

- lo que pasa Profe es que se estaban burlándose de usted.

-¡Pero eran ustedes lo que se reían de mí!

- es que no lo pudimos evitar profesor.

- ¿bueno y que dicen mí?

-lo que pasa Profe, es que usted se parece a Chocman.

-¿y eso es todo?- digo desilusionado.

(Para tratar de llegar a un consenso, y mostrar mi benevolencia improviso un discursillo celebre sobre la telorancia y el respeto).

Saben, yo como profesor respeto a todos los alumnos, a ustedes les he demostrado mí respeto y por esa razón exijo el mismo trató. No me costaría nada burlarme de usted y de los alumnos en general, porque debo estar sobre esas pequeñeces, para darle un ejemplo (señalo con la palma de mi mano la humanidad de del primer risueño) estoy seguro que le hacen bromas por su nombre, Johan.
-Si profesor- dice Johan.
Yo podría utilizar esa situación para intimidar al curso, pero eso no lo haré ni usted ni con nadie, yo no me aprovecho de las inseguridades ni de los defectos de los alumnos.

Espero que escuchen con atención estas palabras, para mí lo más importante al interior de la sala es el respeto y espero que no rompan esta regla, porque tendré que tomar medidas.

- Si profesor, disculpe, no lo volveremos hacer- dicen los dos jóvenes.

-Bueno, espero que su comportamiento cambie, porque en una segunda ocasión no seré comprensivo. ¿Queda claro?

-¡Sí profesor!- contestan arrepentidos los jóvenes.

-Espero que se comporten mejor de ahora en adelante, porque para mi seria fácil tomar represalias y mandarlos a la inspectoría y anotarlos en el libro, pero esa no es la idea.

- ¿estamos de acuerdo?

-Si profesor- responden cabizbajo los alumnos.

-disculpe profesor, no era nuestra intención- dice el joven del furúnculo en la frente.

-¡Les voy a creer!, por favor vayan a lavarse la cara y vuelvan a clases.


Después de mi mensaje redentor, las palabras de estos niños asumían un eco en mi cabeza, esas vibraciones me molestan de sobremanera, escucho una y otra vez sus voces monocordes diciéndome ¡sí profesor!, ¡Sí profesor!, ¡Disculpe no era nuestra intención!, Sus disculpas me ofenden más que sus risas, a pesar de observar un genuino arrepentimiento en sus ojos, sus ¡sí profesor! Me llenan de una sensación de vacío que no puedo ignorar.

La gracia de este inesperado vacío me revela sorpresas, no llevo ni cuatro horas en el colegio y ya fui bautizado con mi primer mote, Chocman, en cierto sentido es gracioso, en verdad me parezco a ese famélico súper héroe de los biscochos cubiertos de chocolate, mi cuerpo es delgado, y poseo una prominente nariz, al igual que el susodicho, en lo único que se equivocaron mis nuevos alumnos es que no usó malla, tampoco antifaz, además soy mucho más musculoso y guapo que ese enclenque monigote de los comerciales. Pero mis conclusiones a ellos les importan un carajo, ya dictaron sentencia, no queda más remedio que padecer la condena de ese apelativo.

Terminé mi primera jornada, cada uno de los cursos que tomé durante la mañana me presentó una situación similar a la anterior, carencias de contenidos, de interés, y problemas conductuales. La rutina sólo es quebrada por los desagradables detalles, que para cosas de convivencia
estudiantil no son detalles, son situaciones de vital importancia.

viernes, abril 07, 2006

La Gitana (Remix)

Me senté en una banca del parque Forestal y esperé. Al atardecer un grupo de vecinos y nanas conversaban amenamente mientras sus mascotas corrían por el parque. Los finos canes juegaban alegremente ante las complacientes miradas de los transeúntes que sonreían enternecidos al observarlos. Nervioso miré el reloj. Las gitanas deambulaban por el sector interrumpiendo a las parejas que se besaban recostados en el pasto. Una de ellas se me acercó y me preguntó si deseaba saber mi suerte -contesté que no-. Al marcharse supe que nunca más volvería a ver a Mariana.